67. Pruebas

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67. Pruebas


Mckenzie

Termino de pasar el cepillo por el cabello negro de Jamie mientras contemplo mi reflejo, ayer visité un local de belleza en el muelle, me hice un nuevo corte, sigue siendo juvenil, pero Jamie se ve un poco más formal. El recuerdo de ese fatídico fin de semana se asoma a mi mente y hace que algo caliente se despierte en mi interior y recorra mi torrente sanguíneo haciendo que mis mejillas se ruboricen. Estuve maquinando sobre nuestra semana final en Royale así que he decidido darle otra apariencia a Jamie sin su consentimiento. No importa si se lo toma a mal, estoy furiosa con él por defender al estúpido de Nathan y sus hermanas, bueno Katia.

Inhalo con frustración devolviéndome la mirada.

—Creo que estás siendo un poco dura, Mckenzie. —me susurro alcanzando una cadena de oro que Jamie tenía guardada en su gaveta, nunca se la había puesto, supongo porque no se la recuerdo, la acomodo en mi cuello y abrocho. Creo que ese era el toque final.

Admito que Jamie Stiles se ve majestuoso con lo que decidí ponerme hoy. Me observo embelesada, llevo una camisa de cuello redondo color salmón, eso sólo para poner de mal humor al machista de Jamie, sin embargo acentúa lo rosáceo de sus mejillas, unos pantalones de mezclilla negros y un par de zapatillas blancas que encontré en su guardarropa.

Ese color tan particular en sus ojos atrae mi atención, Jamie no es feo por ningún lado, salvo por su carácter y todo lo demás que ya le conocemos.
Dejo de prestarle atención al físico de mi amienemigo y me enfoco en qué tan formal debería verse este muchacho.

—Creo que estoy perfecta... —musito perfeccionando los últimos toques. Vuelvo a verme a los ojos y sonrío—. Creo que estás perfecto, Jamie.

Me acerco a la ventana para ver si la camioneta de Nastya sigue ahí y una vez que lo confirmo salgo a toda prisa de la habitación de Stiles, llevándome la mochila al hombro y bajando las escaleras rápidamente. No desayunaré en casa, no quiero encontrarme con Jamie, las chicas o peor con Nathan en el trayecto del camino, prefiero enfrentarlos allá en el instituto.

—Buenos días, hijo. —me toma por sorpresa el señor Stiles en la sala de la casa, aparentemente saldrá de casa también, supongo que a la tienda.

—Hola, papá. ¿Cómo estás? —me acerco rápidamente a saludarlo y lo abrazo. Cierro los ojos ante el acto, el tacto de Chris se siente tan fraternal, me temo que me estoy acostumbrando a él—. Me tengo que ir, hoy empiezan las pruebas. —agrego soltándome de su agarre para correr hacia la puerta.

—¡Pero no has ni desayunado, oye! —alcanzo a escuchar el grito de Chris por detrás de mí, pero se esconde tras la puerta una vez que la cierro.

El día de ayer mientras acompañaba al padre de Jamie en la tienda decidí tocar el tema de Anna nuevamente. Chris en ningún momento quiso tener contacto con mi familia por lo que evitaba a toda costa encontrarse con alguno de nosotros, a estas alturas ya no quiere lidiar con problemas del pasado y yo le entiendo perfectamente. Han pasado ya muchos años, Jamie simplemente era un bebé y Chris era un padre soltero joven, que tuvo que apañárselas para poder darle una vida digna a su hijo. Agradezco al cielo que mi tía nunca haya hecho acto de presencia, con su llegada, los problemas entre mis padres, el problema que tenemos Jamie y yo, todo eso hubiera sido muy conflictivo.

Unos minutos después estoy caminando por las escaleras del patio frente a la campo de futbol, ahí en la banca donde yo me sentaba a estudiar ahora yacen los chicos de la biblioteca. Zoe se percata de mi presencia, deja de prestarle atención a su temario para enfocar sus ojos verdes sobre mí, no puedo evitar quedarme estática en el puesto mientras les observo. Ellos están estudiando. La melancolía se apodera de mi sistema y mi corazón, un suspiro se escapa de mis labios entreabiertos y me recompongo de inmediato cuando me doy cuenta de que Zoe no ha dejado de verme en ningún instante, incluso su cabeza está ligeramente a la izquierda contemplándome. Los chicos se percatan de ello también así que dejan de estudiar y se vuelven en mi puesto para ver lo que llamó la atención de la rubia.

Este cuerpo no es mío ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora