Capítulo 5: La cita.

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Pensaba que compaginar las clases con las prácticas iba a ser difícil... Pero, esto no es difícil. Es horrible.

En las últimas semanas me he pasado más de dieciséis horas cada día haciendo de becaria y asistiendo a clases, además de entregar varios trabajos...

Mi batería está bajo mínimos.

Para ser sincera estoy contenta con mi trabajo como becaria. No me disgusta trabajar en recursos humanos, aunque me paso la mayor parte del tiempo preparando cafés o haciendo informes para mi jefe, Léon Strauss.

Debo admitir que he tenido bastante suerte al ser asignada a León. Es un hombre muy agradable, amigable y trabajador... No es el típico engreído con aires de superioridad y la necesidad de humillar a los demás para alimentar su ego. Y junto con la sonrisa tan cálida que tiene dibujada en su rostro la mayor parte del tiempo. Siempre se asegura de dar algún consejo, sugerencias, ánimos y motivación para seguir trabajando y mejorando, eso hace que todo sea mucho más llevadero.

Me levanto de la cama a las siete, como todas las mañanas desde que empecé las prácticas. Tomo una ducha de agua caliente y me cambio de ropa. Hoy opto por una falda de tubo negra y ajustada que me llega por encima de las rodillas, una camisa blanca de raso y unos tacones no muy altos del mismo color que la falda.

Hoy solo me apetece maquillarme los ojos y dar algo de brillo a mis labios, por lo que aplico una ligera capa de sombra negra en mis párpados y un poco de brillo transparente para dar un destello natural a mis labios.

🥀🥀🥀

Mientras bajo del coche no aparto la mirada del teléfono, contestando varios mensajes de León junto con unos cuantos correos electrónicos. Entro en el gran edificio lleno de personas como de costumbre, y me dirijo al ascensor. Pulso el botón para que las enormes y pesadas puertas metálicas se abran, pero alguien mucho más alto que yo se coloca a mi lado izquierdo, el mismo Alexei Volkov.

— Buenos días, señorita Morgan. — Me saluda con una sonrisa encantadora junto con su voz grave y su acento ruso que me podría hacer desmayar en cualquier momento.

— B-Buenos días — respondo con amabilidad y una sonrisa inevitablemente nerviosa. Mi corazón comienza a acelerarse al mismo tiempo que siento el calor de mis mejillas.

Ya empezamos... ¿No hay un solo día en el que pueda empezar a trabajar sin sufrir mi corazoncito?

Puedo asegurar que cada vez que veo la figura de Alexei a menos de diez metros de mi, se me para el corazón.

Aunque tampoco me extraña... Cualquiera que vea a alguien como él, se le caería la baba. Siendo yo la primera, lo admito.

— ¿Cómo lleva su trabajo como becaria? ¿Demasiado duro? — Siento como sus ojos azules se posan en mí, su intensa mirada provocando que un pequeño escalofrío recorra mi columna vertebral.

— Es duro... Pero me gusta.

— Eso es bueno. — Sonríe. — Señorita Morgan... — dice con voz suave.

— ¿Sí? — Me atrevo a girar mi cabeza para que mis ojos hazel se encuentren con los suyos azules.

— Tiene unos ojos preciosos. — Mi corazón da un vuelco y mis mejillas adquieren un suave tono rojizo, al mismo tiempo que mis ojos se abren ante la sorpresa de sus palabras.

Dios, ¿eres tú?

— Gr-gracias — respondo perpleja. Mi mente se desconecta durante unos segundos analizando la situación, sintiendo en mi pecho los fuertes latidos de mi corazón.

Después de lo que me parece una eternidad, las puertas metálicas del ascensor se abren y varias personas salen de él.

— Usted primero, por favor. — Dice Alexei con su grave voz mientras extiende su brazo izquierdo hacia el ascensor y permitirme entrar.

Y encima de atractivo, educado...

— Gracias. — Camino hacia el interior del ascensor y pulso el botón con el número sesenta inscrito en él. Alexei, entra detrás de mí y pulsa el número correspondiente de su planta.

— Sus mejillas están rojas, señorita Morgan. — Me dice. — ¿Se encuentra bien?

No, no me encuentro bien. Este hombre me supera...

— Debe ser por el calor... — Miento aún más sonrojada, con una sonrisa nerviosa en mi rostro.

— Me gustaría invitarla a salir.

Allá te voy infarto de miocardio...

— ¿Qué? — Me giro hacia él y lo miro perpleja. Mis mejillas arden de vergüenza, y por un segundo me cuestiono si le he escuchado bien.

Ahora es cuando el molesto ruido del despertador interviene, ¿no?

— Quiero invitarla a salir, si usted quiere, claro. — La tranquilidad con la que Alexei habla hace que mi timidez y vergüenza aumenten con cada segundo. Es evidente la ausencia de duda en sus palabras, y aún así, yo no logro concebir que esto esté ocurriendo.

— ¿Lo está diciendo en serio? — Pregunto escéptica.

Si esto no es un sueño, debe ser una broma. Tiene que serlo.

— ¿Por qué bromearía o mentiría sobre eso?

— P-Pero... Usted es mi jefe.

— ¿Hay algún problema con eso? — Arquea una ceja, sin apartar sus ojos azules de mi.

— La empresa...

— La empresa es mía y puedo hacer con ella lo que quiera. Si usted quiere salir conmigo es elección suya, no de la empresa. — Suelta un pequeño suspiro. — Se lo preguntaré de nuevo, señorita Morgan... ¿Quiere salir conmigo?

Vale, vale... Mantén la calma... Piensa con claridad y no nos apresuremos a responder... Es tu jefe... El dueño de la empresa en la que acabo de empezar a trabajar... Sé racional y di que no... Di que no... No te dejes llevar, y di que no...

— Sí — respondo sin pararme a pensar lo que digo.

¿Qué parte de pensar con claridad y no responder apresuradamente no has entendido? La madre que te parió, Atenea... Acabas de aceptar salir con tu jefe... Tu jefe que parece esculpido por los mismo dioses, sí, de eso, no hay duda, pero... ¡Joder, Atenea!

¿Qué coño piensas que va a salir de esto? ¿Tú les has visto? ¿Te has visto? Esto no va a ir a ningún lado, pequeña hija de...

Esto no es como en los libros que lee Ava donde aquel hombre atractivo y millonario "pierde el culo" por la chica... 

Eres mía - LR - (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora