Línea 2.

36 9 6
                                    

Siempre existía el pánico de ser juzgado y discriminado, ese ingrato sentimiento siempre estaba presente y latente, incluso cuando creía que no perdería a amigos cercanos y de hace años, los había perdido sin remedio al dejar de sentir temor y aceptar sus preferencias.

-Estoy igualmente orgulloso de ti. –Se sintió un poco más tranquilo al recibir aquella respuesta de Hongbin, imaginó sus ojos mirándolo, imaginó sus bonitas sonrisas, su corazón se derretía y necesitaba verlo y abrazarlo. –Siempre debemos estar orgullosos de nosotros mismos por quienes somos, ¿cierto?... Dejar el temor atrás... Me tomó bastantes años, pero hasta hace año y medio, probablemente, empecé al fin a hablar de mí con orgullo en ese aspecto, porque... No tiene nada de malo, ¿verdad?

-Nada de malo, Bin. –Dijo con una voz suave y cálida.

Ya no quería verlo para abrazarlo... Sentía como urgencia nacional el verlo para besarlo. Sacudió la cabeza, apartó el teléfono solo un poco para soltar un bostezo ligero, y luego volvió el aparato a su oído una vez más.

-... ¿Estás dormido?

-No, aquí estoy. –Sonrió algo torpe. -¿Tienes sueño?

-No realmente, ya sabes, esto de los videojuegos es un vicio difícil de corregir. –Y rió a la par de él. –Estoy acostumbrado a dormir tarde.

-Hm, deberías cuidar un poco esos hábitos~... Tus ojos son muy bonitos como para tener ojeras marcadas. –Y nuevamente el silencio los visitó, y esta vez se sintió algo confundido al momento de descifrar qué tipo de silencio era.

-... Claro~, lo haré. –Murmuró bajito.

-Hongbin. –Lo llamó de pronto, sintiendo su corazón empezar a latir rápido ante las únicas dos cosas que a su mente se le ocurrían por decir.

-¿Hm?... Dime~.

-Me... -No sabía qué decirle, ¿"me gustas" o "me preguntaba si querías ir a una cita conmigo"? Ambas eran posibles buenas ideas, y de igual forma ambas parecían ideas suicidas. Los latidos de su corazón estaban en total desenfreno, y sus neuronas estaban apuñalándose las unas a las otras para saber cuál frase decirle al chico que tanto le gustaba desde hacía ya algunos años. –Mañana, eh, mañana es mi día de descanso... Y me preguntaba si, tú, eh, ¿me gustas?

-... ¿C-cómo? –Y notó un timbre nervioso y risueño en su voz, dándose cuenta de lo que acababa de decir.

-YO, AH... Me, es... ¿Te gustaría...? ¿Quieres, una...? Me gustas para una cita mañana.

-... Oh...

Molesto consigo mismo, Taekwoon bufó ante tremendas incoherencias que su mente le hacía decir a su boca, sacudió la cabeza, quería darse una bofetada y quería corregirse sin sonar como un estúpido.

-... Mañana me toca cambiar el turno, hm, pero... Después de las ocho estoy disponible.

-¿Sí?

-... Sí. –Y le escuchó reír con esa tierna torpeza que lo caracterizaba. -¿Algún lugar que te guste visitar mañana?

-¿Qué te parece si vamos a cenar, y luego al karaoke?

-Hm, suena bien~... ¿Puedo elegir el lugar? Quiero algo diferente. ¿Te gusta la pizza casera? De esa que hacen en hornos como los italianos de verdad.

-Suena delicioso, sí... Hm, ¿te gustaría que pasara por ti al trabajo, hay algún inconveniente?

-Ninguno, yo... Ah, puedo darte mi ubicación cuando esté en las oficinas. Pero, me mirarás con mi uniforme.

-Bueno, tú me has visto con el mío muchas veces~, ya estaremos a mano, ¿cierto?

-Cierto... Bueno, ah... ¿Nos vemos mañana entonces?

-Claro, y disculpa, estoy haciendo que te desveles y mañana debes trabajar.

-Hm, no te preocupes por eso, Taekwoon... Pasa una linda noche.

-Seguro la tendré gracias a ti y a esta llamada, Hongbin.

-... Gracias a ti por darme tu número, yo nunca hubiera tenido el valor de preguntar por él... En fin~, descansa, y espero disfrutes el día libre.

-Lo empezaré a disfrutar cuando te vea. –Y escuchó aquella risa de él una vez más, aquella que era tímida y preciosa. –Buenas noches.

-Buenas noches, Taek~... ¿Sabes? Siempre creí que me gustabas, pero nunca que yo te gustara de regreso... Hasta mañana~.

Le fue inevitable sonreír y sentir que se estaba desvaneciendo de amor en el sofá, la sonrisa era ahora absolutamente permanente en sus mejillas, sus pómulos estaban teñidos de un rosa precioso y le fue muy difícil el colgar la llamada pero debía ser prudente, no quería causarle algún desvelo a Hongbin sabiendo que tenía que ir al trabajo a la mañana siguiente. Para su fortuna, él tenía toda la mañana y tarde libre para terminar de digerir qué rayos había pasado...

En definitiva, darle su número al chico de piel morena había sido el mejor seguimiento de impulso de su vida.

LO SENTIMOS...Where stories live. Discover now