Siempre existía el pánico de ser juzgado y discriminado, ese ingrato sentimiento siempre estaba presente y latente, incluso cuando creía que no perdería a amigos cercanos y de hace años, los había perdido sin remedio al dejar de sentir temor y aceptar sus preferencias.
-Estoy igualmente orgulloso de ti. –Se sintió un poco más tranquilo al recibir aquella respuesta de Hongbin, imaginó sus ojos mirándolo, imaginó sus bonitas sonrisas, su corazón se derretía y necesitaba verlo y abrazarlo. –Siempre debemos estar orgullosos de nosotros mismos por quienes somos, ¿cierto?... Dejar el temor atrás... Me tomó bastantes años, pero hasta hace año y medio, probablemente, empecé al fin a hablar de mí con orgullo en ese aspecto, porque... No tiene nada de malo, ¿verdad?
-Nada de malo, Bin. –Dijo con una voz suave y cálida.
Ya no quería verlo para abrazarlo... Sentía como urgencia nacional el verlo para besarlo. Sacudió la cabeza, apartó el teléfono solo un poco para soltar un bostezo ligero, y luego volvió el aparato a su oído una vez más.
-... ¿Estás dormido?
-No, aquí estoy. –Sonrió algo torpe. -¿Tienes sueño?
-No realmente, ya sabes, esto de los videojuegos es un vicio difícil de corregir. –Y rió a la par de él. –Estoy acostumbrado a dormir tarde.
-Hm, deberías cuidar un poco esos hábitos~... Tus ojos son muy bonitos como para tener ojeras marcadas. –Y nuevamente el silencio los visitó, y esta vez se sintió algo confundido al momento de descifrar qué tipo de silencio era.
-... Claro~, lo haré. –Murmuró bajito.
-Hongbin. –Lo llamó de pronto, sintiendo su corazón empezar a latir rápido ante las únicas dos cosas que a su mente se le ocurrían por decir.
-¿Hm?... Dime~.
-Me... -No sabía qué decirle, ¿"me gustas" o "me preguntaba si querías ir a una cita conmigo"? Ambas eran posibles buenas ideas, y de igual forma ambas parecían ideas suicidas. Los latidos de su corazón estaban en total desenfreno, y sus neuronas estaban apuñalándose las unas a las otras para saber cuál frase decirle al chico que tanto le gustaba desde hacía ya algunos años. –Mañana, eh, mañana es mi día de descanso... Y me preguntaba si, tú, eh, ¿me gustas?
-... ¿C-cómo? –Y notó un timbre nervioso y risueño en su voz, dándose cuenta de lo que acababa de decir.
-YO, AH... Me, es... ¿Te gustaría...? ¿Quieres, una...? Me gustas para una cita mañana.
-... Oh...
Molesto consigo mismo, Taekwoon bufó ante tremendas incoherencias que su mente le hacía decir a su boca, sacudió la cabeza, quería darse una bofetada y quería corregirse sin sonar como un estúpido.
-... Mañana me toca cambiar el turno, hm, pero... Después de las ocho estoy disponible.
-¿Sí?
-... Sí. –Y le escuchó reír con esa tierna torpeza que lo caracterizaba. -¿Algún lugar que te guste visitar mañana?
-¿Qué te parece si vamos a cenar, y luego al karaoke?
-Hm, suena bien~... ¿Puedo elegir el lugar? Quiero algo diferente. ¿Te gusta la pizza casera? De esa que hacen en hornos como los italianos de verdad.
-Suena delicioso, sí... Hm, ¿te gustaría que pasara por ti al trabajo, hay algún inconveniente?
-Ninguno, yo... Ah, puedo darte mi ubicación cuando esté en las oficinas. Pero, me mirarás con mi uniforme.
-Bueno, tú me has visto con el mío muchas veces~, ya estaremos a mano, ¿cierto?
-Cierto... Bueno, ah... ¿Nos vemos mañana entonces?
-Claro, y disculpa, estoy haciendo que te desveles y mañana debes trabajar.
-Hm, no te preocupes por eso, Taekwoon... Pasa una linda noche.
-Seguro la tendré gracias a ti y a esta llamada, Hongbin.
-... Gracias a ti por darme tu número, yo nunca hubiera tenido el valor de preguntar por él... En fin~, descansa, y espero disfrutes el día libre.
-Lo empezaré a disfrutar cuando te vea. –Y escuchó aquella risa de él una vez más, aquella que era tímida y preciosa. –Buenas noches.
-Buenas noches, Taek~... ¿Sabes? Siempre creí que me gustabas, pero nunca que yo te gustara de regreso... Hasta mañana~.
Le fue inevitable sonreír y sentir que se estaba desvaneciendo de amor en el sofá, la sonrisa era ahora absolutamente permanente en sus mejillas, sus pómulos estaban teñidos de un rosa precioso y le fue muy difícil el colgar la llamada pero debía ser prudente, no quería causarle algún desvelo a Hongbin sabiendo que tenía que ir al trabajo a la mañana siguiente. Para su fortuna, él tenía toda la mañana y tarde libre para terminar de digerir qué rayos había pasado...
En definitiva, darle su número al chico de piel morena había sido el mejor seguimiento de impulso de su vida.