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-¿Exactamente qué es lo que te causa toda esa felicidad?

Oh vaya que esa pregunta era fuerte y difícil de responder. No precisamente porque no supiera qué decirle a cambio, solo que no quería empezar a sonar como un intento de poeta romántico cuando apenas tenían muy pocos minutos de haber intercambiado algunas palabras al teléfono.

-El recibir tu número... Es decir, lo hiciste por alguna razón, ¿no? –Quiso "contraatacar", recibiendo algo de silencio a cambio, pensando que quizás había sido una mala idea decir lo que había dicho.

-Conocernos un poco y, no lo sé, ser algo más cercanos... No nos conocemos, lo sé, pero, ya de hace un tiempo nos hemos visto, eres mi cliente y hemos intercambiado muy pocas palabras, y aunque tengo tiempo queriendo hacerte plática, de igual manera lo creía inapropiado porque, bueno, aunque mis abuelos sean mis jefes, de todas formas debo mantener una imagen en mi trabajo y seguir un protocolo.

-Hm... Cierto~... -Dijo con voz suave, bastante sorprendido de que los dueños del restaurante fueran los abuelos del chico, aunque estaba seguro de no haber visto gente mayor dirigiendo el lugar, quizás no estaban precisamente a la vista del público, o solo mantenían la posición legal como los propietarios. De todas formas, no indagó mucho en aquello, no era del todo como si quisiera hablar con él de trabajo únicamente. –A todo esto sobre conocernos un poco y ser más cercanos... Quisiera preguntarte algo.

-¿Oh? Sí, eh... Claro, ¿qué cosa?

-Yo, yo ya te dije mi nombre, soy Lee Hongbin~... Pero, ¿y tú?... ¿Cuál es tu nombre? No lo conozco en absoluto.

-Ah, ¿AH? En, en verdad, en verdad, lo siento, je~... No, no me he presentado, hm, Lee Hongbin, mucho gusto, yo me llamo Jung Taekwoon.

-Jung Taekwoon. –Murmuró como si fuera un hechizo, sonriendo y acurrucándose un poco con la almohada. De momento, no había nombre más precioso que el de él, ni persona más hermosa que él. –El gusto es mío~.

Y nuevamente un silencio los cobijó, ahora, con un poco más de calma que de incomodidad. En las bocas de ambos había sonrisas dibujadas, suaves, frescas, alegres.

-¿Cuántos años tienes, Hongbin? –Preguntó en tono suave.

-Tengo veinticinco. –Dijo con cierta duda, pues no sabía si tendrían una edad cercana o no, aunque el chico del restaurante lucía bastante joven, su ropa siempre formal era lo que lo hacía lucir como alguien maduro. -¿Y tú?

-Ah, yo tengo, eh, veintiocho. –Respondió sintiéndose algo avergonzado, porque, si bien no tenían muchos años de diferencia, de alguna forma esperaba que tuvieran la misma edad.

-¿En verdad? –Estaba asombrado, pues en absoluto lucía como alguien de esa edad. –Luces más joven, podía jurar que tenías entre veinte o veintiuno.

-¿Tanto así? Casi me quitas una década de encima. –Rió algo apenado. –Gracias.

-De nada, Taekwoon... -Pausó, por un momento no sabía si debía llamarlo "hyung", o no, si podía solo dejarlo así, o si el otro se molestaría por ser tan igualado y llamarlo como le diera su gana. ¿Y si mejor le hablaba de usted, o usaba su apellido mejor?

-Puedes decirme solo Taek.

-Taek, sí... Bien, claro. -Asintió un poco, y frunció sus labios solo un segundo. -Puedes llamarme Bin.

-Bin... Bin-ah~. –Le llamó, con cierta confianza, causando en Hongbin que su corazón volviera a palpitar nervioso. -¿Puedo saber en qué trabajas? Digo, ya sabes donde trabajo, pero, yo no sé quizás nada de ti.

-Puedes saberlo, no te preocupes. –Asintió breve, manteniendo una cálida y enamoradiza sonrisa en los labios. –Trabajo en una compañía de teléfonos, en el área de ventas.

-Oh, vaya, interesante.

-No lo es tanto en realidad. –Dijo con cierta modestia. –Aunque me gusta la ventaja de tener un buen equipo con descuento de empleado. –Rió un poco, escuchando una risilla por igual por parte de Taekwoon.

Y quería tanto estar ahí frente a él para verlo sonreír, para escucharle reír en persona, para poder admirarlo, para poder derretirse a gusto ante él. Quería tantísimo verlo, que incluso se le había atravesado la "descabellada" idea de invitarlo a una cita, así sin más, así sin conocer nada de él salvo su nombre y en dónde trabajaba.

-... ¿Cuál es tu comida favorita, Taek?

-¿Hm? Vaya, no sé si tengo una preferida... Me gusta todo tipo de comida.

-Cierto, supongo que sí. –Asintió poquito, comprendiendo que, al trabajar como mesero en un restaurante, seguramente comía de todo y su paladar era amplio y diverso. –Pero, si tuvieras que elegir algo especial, ¿qué sería?

-Pasta... Pasta rosé.

Por alguna razón, Hongbin había sentido un ligero escalofrío al escucharlo decir aquello, y no porque la pasta rosé le disgustara, sino porque algo había en esa suave voz que, al oírla tan directa en su oído, le erizaba la piel.

LO SENTIMOS...Where stories live. Discover now