Línea 1.

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El estómago le seguía revoloteando con locura al recordar su rostro, su pequeño intercambio de palabras, y ese "¿Te parece si me llamas mañana por la noche, Hongbin~?" se repetía peor que los rezos que había estudiado con severidad para su examen de admisión en la universidad hacía ya algunos años, esa pregunta era como una maldición, o más bien como una bendición, o ya no sabía qué. Los huesos todavía le temblaban, los hoyuelos en sus mejillas ya le dolían por estar sonriendo tanto durante tanto tiempo igual, las palmas de las manos le sudaban y su respiración se había vuelto profunda y lenta.

Habían pasado ya 24 horas desde que el chico del restaurante le había dado su número de teléfono, lo había agregado y agendado como orden militar, sin embargo, por más que indagaba en su mente, estaba bien consciente de que no sabía su nombre, no se lo había dicho, tampoco había tomado el valor de preguntarlo, y no portaba alguna placa o bordado en su uniforme como para saberlo. Respiró hondo, veía su teléfono, le aparecía la opción de llamar, mandar mensaje, o contactarlo mediante Kakao... Sí, hubiera sido más fácil hacer eso, un mensaje de aplicación para saber si estaba disponible al ver los check marcados que indicaban que había leído su mensaje. Pero, nuevamente, el rezo venía a su cabeza sin fallos... "me llamas"...

Esperó cerca de una hora después, porque, si le llamaba a las 24 horas exactas, quizás el chico seguiría en el trabajo. Y maldición, debió preguntarle qué hora consideraba apropiada, porque, si le llamaba muy noche, probablemente estaría dormido, o demasiado cansado del trabajo como para responder. Era mil veces mejor mandarle un mensaje, sí, se convencía de eso. Y luego no, volvía a creer que nada era mejor que llamarle de una vez por todas y dejar atrás su temor, pues, a final de cuentas, el chico le había dado su número de teléfono porque, al menos, le agradaba un poco, ¿cierto?

Habían pasado así cerca de 25 horas y 30 minutos desde que lo había visto por última vez, eran ya las 9:20 de la noche, jugaba nerviosamente con el teléfono en sus manos, estaba en la cama con el estómago casi vacío, pues había tomado una cena rápida con una porción similar a la mitad de lo que usualmente se llevaba al estómago, esto, porque el pequeño revoltijo de los nervios le había impedido cenar con paz y tranquilidad.

Con algo de impaciencia, tecleaba en su teléfono algún mensaje para luego borrarlo y decidir no escribirle nada. Y, como una locura, había optado por tampoco llamarle, nuevamente, se convencía que era mejor calmarse y decidir hablar con él al día siguiente, o cuando se sintiera listo, pero... ¿Cuándo llegaría tal día? Se estaba carcomiendo entre nervios, angustia, y por alguna razón, culpa. En toda su vida, jamás había experimentado tal tormento ni debate como lo estaba viviendo en ese momento, girando en la cama, enredándose torpemente entre la cobija, dejando caer su cabeza dramáticamente en la almohada.

Cerró los ojos, respiró hondo, alzó las manos con el teléfono entre ellas, la pantalla dictaba "Chico del Restaurante" como nombre de usuario, su número de teléfono, las opciones para llamar o mensajear con él. Al parpadear constantemente, soltó un bostezo, miró la hora, eran ya las 9:25 de la noche, y el teléfono golpeó su cara. Se rió ante tal torpeza, sí, bien, una sola vez le había ocurrido tal cosa frente a su madre y ella lo había regañado por estar siempre perdiendo el tiempo en el teléfono "sin nada mejor que hacer", y pues, cierto, no tenía nada mejor que hacer aparte de admirar el número de teléfono del chico que le gustaba, con la imagen de su preciosos rostro en su mente, sus bonitos labios, su nariz, y ni hablar de esos encantadores ojos que poseía. Suspiró enamorado, estúpidamente enamorado, sin importarle que el teléfono siguiera a mediación de su cara, y que un pequeño "bip" siseara en su frente.

-¿Hola?

Hongbin razonó que había una voz a su alrededor, abriendo los ojos y mirando con pánico a todas partes, apartándose el teléfono de la cara y sintiendo que la sangre se le iba a los pies cuando vio la pantalla del móvil anunciar que estaba en una llamada con "Chico del Restaurante", seguramente, su nariz había seleccionado el ícono de llamar y... No, no, no, no maldición, mil veces no...

-... ¿Hola~?

Lo escuchó de nuevo, y con el corazón comenzando a bombear sangre con locura y desenfreno, tomó el teléfono entre sus ahora temblorosas manos, se lo pegó a la oreja y se mantuvo callado por dos segundos. Por los mil carajos que no sabía qué decir, estaba casi petrificado.

-Ho-hola, ah... Buenas noches. –Saludó con miedo, sin saber qué más decir, pero tratando de que el otro no colgara la llamada o se sentiría morir.

-Buenas noches... ¿Quién habla?

-Ah, soy... Eh, soy yo... Hongbin~, eh, me... ¿Me recuerdas?

-Hm, no~, lo lamento, ¿no será número equivocado?

-¡NO! No, para nada, yo, ayer, tú... Tú ayer me diste tu número de teléfono, ¿lo recuerdas?

-... Lo... Lo, eh, lo recuerdo, te recuerdo, sí...

Exhaló feliz, sonriendo amplio, sintiendo derretirse. Nuevamente, sus latidos eran fuertes y llenos de amor.

LO SENTIMOS...Where stories live. Discover now