Línea 2.

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Usualmente nunca respondía llamadas de números que no tenía registrados, era demasiado desconfiado en ese aspecto, y, algunas veces, cuando no contestaba a propósito, recibía algún mensaje que aclaraba la duda de quién podía haber sido la persona que le llamaba, algo breve y poco profundo como "hola Taek, soy...", junto al nombre, y el breve asunto de la llamada, le era más cómodo hacerlo de esa manera.

Pero al ver los números ahí escritos, al deducir que era un número local de la ciudad y no de alguna otra parte del país, y, sobre todo, al recordar que le había dado su número al precioso chico de piel morena...

-NO...

Creyó que se le había ido el aliento, empezó a toser con violencia y dejó de lado su cena para limpiarse la boca, beber de su refresco para intentar aliviar la sensación de la comida a medio masticar atorada como una bola de engrudo en medio de su garganta, y se apresuró a contestar, con bastante miedo e ilusión, en cantidades iguales, de que fuera el chico que tanto le gustaba y le arrancaba suspiros de manera eficaz.

-... ¿Hola? –Dijo una segunda vez, empezando a creer que se trataba de una broma, apartando el teléfono de su oído para colgar la llamada.

-Ho-hola, ah... Buenas noches.

-Buenas noches... ¿Quién habla?

-Ah, soy... Eh, soy yo... Hongbin~, eh, me... ¿Me recuerdas? –Al escucharlo decir aquello, de alguna forma empezó a inquietarse.

-Hm, no~, lo lamento, ¿no será número equivocado?

-¡NO! No, para nada, yo, ayer, tú... Tú ayer me diste tu número de teléfono, ¿lo recuerdas?

Por todos los cielos quería gritar de emoción y felicidad, quería lanzar el teléfono contra la pared y patalear, quería tirarse en la cama para ahogar sus eufóricos deseos de gritar, o llorar, contra la almohada. No quería creer lo que estaba escuchando, no podía ser real lo que estaba oyendo, debía ser una equivocación... Pero no, era real, el guapo cliente de preciosa piel morena que iba cada tanto a la tienda de regalos estaba, ahora, llamándole por teléfono.

-... Lo... Lo, eh, lo recuerdo, te recuerdo, sí...

Dijo tratando de no hablar con un timbre alto y campante de voz, pero por un carajo que estaba sonriendo ampliamente, estaba incluso mordiéndose un poco el labio inferior y apretaba con violencia los dedos de los pies en lo que usaba su mano libre para trazar figuras irregulares en la pequeña mesa de comedor para dos personas que tenía en su poco ostentoso apartamento de soltero donde vivía desde que había cumplido los 25 años.

-Yo, ah... Bueno, me, me diste tu número y... Oh, perdón, no pregunté si seguías en el trabajo o si estabas ocupado en algo importante, solo llamé y-...

-Estoy disponible, no, no te preocupes por eso. –Dijo con voz suave, manteniendo una coqueta y sutil sonrisa en los labios. -¿Tú lo estás?... Supongo que sí... -Respondió a su duda apenas en un murmuro.

-Lo estoy, sí, y qué bueno que, ah, que estás disponible~.

-Estaba terminando de cenar. Sí. –Asintió breve, pasando saliva en lo que comenzaba a recoger los platos a medio comer, indeciso entre tirar los sobrantes aunque, al ver que sus platos seguían con algo considerable de alimentos, los amontonó sin mucho cuidado dentro del microondas solo para despejar la mesa. -¿Tú ya cenaste algo?

-Ya cené hace poco, sí, gracias por preguntar~.

-Qué bueno... -Dijo con un campante tono de voz, sintiendo verdadero gusto de ello, pero de pronto, sintiendo que no sabía qué más decir.

Y es que, carajo, nunca pensó en que, tras darle su número, el chico en verdad le llamaría, y que conversarían y que... Carajo, en verdad nunca imaginó que su tan grande ilusión se volviera una realidad, una que lo hacía sentir especial, una que le alegraba el corazón, que le brindaba calidez en el alma.

-Eh, no sé... Qué decir. –Y escuchar aquello hizo que sonriera más amplio, y que soltara una ligera y penosa risilla entre dientes pues, se sentía igual en definitiva.

-Seré honesto, tampoco sé qué decir, es que... A decir verdad, no, no esperaba que me llamaras y...

-¿Por qué no? Me diste tu número y-...

-Sí, sí lo sé, fue, fue bastante impulsivo, ¿no? Escribirlo así como así, y dártelo y-...

-De todas las veces que nos hemos visto, yo, en verdad, nunca pensé, nunca esperé, vaya, que, que hicieras eso.

-¿PERDÓN~? –Y rió avergonzado, sintiendo su corazón latir con fuerza y enorme energía al escucharle reír, cerrando los ojos y recargando su frente contra el refrigerador al escuchar tal torpe risa de él, la cual catalogó al instante como la más preciosa que jamás había escuchado.

-No te disculpes, ¿hm?... Me hizo, muy... Muy feliz.

Sí, lo comprendía, porque él también estaba sintiéndose demasiado feliz en ese momento.

LO SENTIMOS...Where stories live. Discover now