Aparece el querido Jefe logrando que la imbécil que daba el discurso se distraiga a babear por él.
- No te preocupes querida, hay personas que saben ser profesionales, a diferencia de otras- Sonia sonríe tratando de guardarse la risa.
La idiota se voltea comiéndome con los ojos pero sigo mirándola sin remordimiento alguno.
- ¿Qué has dicho?
Me encojo de hombros.
- No me gusta repetir las cosas.
Aprieta la mandíbula y me intenta tomar del brazo pero antes golpeo su mano arruinando su intento.
- No me toques, yo no soy una inútil y mucho menos una idiota, así que ten respeto por mí y mis compañeros que si estamos aquí es por algo.
Cierra el puño y juro que siento puedo ya sentir el impacto pero este jamás llega, miro a mi lado, Nate sostiene su mano en el aire deteniendola.
- No está sola, así que cuidado.
Intenta avanzar pero Sonia también da un paso al igual que los otros, dándole a entender que están de mi lado.
- Marina- la voz de Alexander inunda mis oídos y todos voltean a verlo.
- ¿Si, señor?
- Controla los impulsos o empezaré a creer que ella está más capacitada para tu puesto.
- Lo siento, señor.
- Vete a hacer tus labores, Dylan seguirá.
Asiente y se va no sin antes darme una dura mirada.
- Bien hecho linda, será un placer trabajar contigo- el tal Dylan me guiña un ojo y le regalo una sonrisa.
- Arlette.
Vuelvo mi atención al jefe y noto la seriedad en su semblante.
- ¿Si, señor?
- Acompáñame.
Miro a Nate algo insegura pero prefiero no dar más vueltas y camino tras de él.
- Debo admitir que me agradan tus agallas.
Lo miro algo perdida.
- ¿Gracias?
- No, de verdad, enfrentarte así a un jefe de la mafia no es algo que se vea todos los días.
Me encojo de hombros.
- Supongo que no le tengo miedo a morir realmente, o quizá sí, pero en realidad a lo que le temo es a quedarme con las cosas atoradas sin poder decirlas en el momento que quise.
Me mira unos segundos con una mirada que es no logro decifrar, se voltea y presta atención al camino sin mencionar una palabra.
Alexandre
- ¿Dónde se supone que vamos?- pregunta con curiosidad.
La miro de reojo y puedo notar la intriga en su semblante.
- Iremos a un lugar más privado.
Se para abruptamente haciendo que me vuelva hacia ella.
- ¿Qué sucede?
Me mira con el ceño fruncido, dudando de mis intenciones y demostrandome una vez más lo desconfiada que es.
No pienso decirle que sé su secretito, quiero jugar un rato más con esta princesita y ver hasta donde llega, cuando me aburra......le diré a Francesco Salvatore que su linda caperucita está con el maldito lobo feroz que ansía comerla.
YOU ARE READING
Amor prohibido
Teen FictionAmara Salvatore era lo prohibido. Amara era aquello que atrae, un peligro latente que causaba curiosidad y que ansiaba descubrir. Alexandre Dubois era lo prohibido. Alexandre era aquello a lo que no podía acercarme, era en quien no podía pensar ni i...
Capítulo 6: Primer día
Start from the beginning