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Con cada paso que daba la inmensa fuerza de irse de ahí se hacían cada vez más fuertes que antes, una intensa que surgía de la fina mezcla de enojo y melancolía.

Los pasillos largos y hasta infinitos solo le traen recuerdos oscuros pero a la vez felices, melancólicos, que no podrá recuperar por mucho que quiera. El tiempo seguirá su curso y con él los viejos sentimientos que algún día tuvo.

Entre ellos, el amor y felicidad plena.

— Haz llegado, Jay.

Sus ojos azules antes puestos únicamente en el suelo hacía las losetas bien limpias y brillosas donde puedes ver tu reflejo de lo impecables que estaban se alzan para dar con la silueta de una mujer, cabellos rojos flameante, ojos grises claroscuro de mirada afilada y presencia impotente, labios pintados por el labial rojo fuego. Vistiendo un vestido chándal de los mejores diseñadores de París o Italia.

Baja las escaleras con elegancia resonando las suelas de los tacones negros, arruga la nariz en un vago intento de ignorar la mirada penetrante de la mujer que daba la impresión de parecer joven pero en realidad era mayor que él.

— Hemos estado esperando por ti Jay, llegas tarde — le reprendió.

— Y seguirán esperando, no he venido aquí por esa razón — aprieta la frente en molestia cuando la mujer sonríe — Dile a tu esposo que he venido, no tengo todo el tiempo, debo hacer otras cosas más importantes.

El dolor se fusiona con la ira, detestable que le daba asco cuando la mujer sonríe.

— Es tu padre, Jay.

La voz de la fémina se vuelve suave pero solo es una actuación, joder, que todo siempre ha sido una actuación. Su vida, su relación, todo lo ha sido. Ya está harto.

— Ese hombre podrá ser todo, menos mi padre.

Masculla entre dientes apretando los puños y las ansias de elevar la voz hasta perderla comienzan a querer salir, ¿Qué mas quieren de él?

— No hables así de tu padre Jay — su mirada se vuelve mas sombría en cuanto escucha aquello — Ni siquiera tienes el derecho niño, sólo eres un malcriado que no sabe nada de éste mundo. Tan infantil que no logra superar cosas del pasado.

— Me voy.

Se dio la vuelta pero antes de siquiera dar un paso otra voz lo detuvo.

— Necesitamos hablar, Jay.

Sus labios antes semi abiertos pasaron a cerrarse y apretarse con rudeza, su sangre hervía en impotencia pero aunque deseaba por una vez irse de ahí cedió, enfrentándose a los orbes esmeraldas de aquel hombre que vestía de traje.

No pudo mas y retiró su vista.

— ¿A qué me haz llamado? — preguntó aún en su lugar sin moverse, el hombre que estaba en las escaleras le miro no contemplando la tristeza que había en sus ojos esmeraldas de cierto modo por tener la cabeza casi abajo. Un suspiro escapó de los labios y ni aún así le quiso mirar — Dímelo ahora.

— ¿Necesito decir algo de negocios sólo para poder ver a mi hijo? — Jay apretó más el agarre en sus puños — Déjame remediar todo, Jay, te lo pido. Sólo necesito que me escuches ahora y-

— ¿Quieres que te escuche ahora? — una sonrisa media se escapó de sus labios, por mucho que doliera admitirlo, no estaba nada bien con esto — Después de tanto tiempo, lo único que me pides es que ¿te escuche ahora? Por favor — su postura se removió y lo encaró — ¡Te he escuchado todo mi puta vida! ¿Cuándo vas a escucharme a mí?

𝘾𝙐𝙋𝙄𝘿𝙊 𝙎𝙏𝘼𝙇𝙆𝙀𝙍 // 𝙅𝘼𝙔𝙒𝙊𝙉Where stories live. Discover now