CAPITULO 16

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ADAM WOOD

No pude evitar sentirme culpable por haber colgado la llamada de Ali, pero no quería que escuchara mi pelea con los matones de Jack. Me atacaron por la espalda, y no tuve tiempo de despedirme de ella.

Con un dolor en la costilla por el golpe recibido, regresé a mi celda. A pesar del dolor físico, mi mente se llenaba de la dulce voz de Allison. La imagen de su rostro radiante y su alegría al escuchar mi voz me provocó una sonrisa incontrolable en medio de ese sombrío lugar.

—Hey, bro —me habló mi compañero de celda.

—¿Qué pasa? —respondí con voz apagada.

—Hoy escuché a unos idiotas comentar que Jack está pagando una buena suma a quien te asesine.

Hijo de perra, pensé furioso.

—¿Cuánto? —pregunté, tratando de mantener la calma.

—¿Acaso importa? Solo te lo digo para que cuides tu espalda.

Agradecí sus palabras, aunque estaba consciente de que la amenaza era real.

—Gracias —contesté.

—Ni lo menciones, cualquier cosa, no lo escuchaste de mí.

—¿Qué cosa? —dije, jugando con su forma de hablar.

—Bien —respondió con una sonrisa cómplice.

Nuestra breve conversación concluyó allí, dejándome inmerso en mis pensamientos. El tiempo en prisión era desolador, pero saber que Allison seguía viva me daba la fuerza para enfrentar cualquier adversidad que se interpusiera en nuestro camino.

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Había amanecido, pero no pude dormir en toda la noche. Mi mente se debatía entre la visita de Allison y la sentencia de muerte de Jack. El oficial me avisó que tenía una visita, y con el corazón latiendo aceleradamente, me preparé para salir de mi celda.

En el pasillo, uno de los guardias se burló de mí, intentando provocarme. Apreté la mandíbula, luchando contra mi impulso de responderle con violencia. Mi mente solo estaba puesta en ver a Allison.

Finalmente, llegué a la sala de visitas y allí estaba ella. Allison lucía hermosa, con su cabello brillante y una piel suave y delicada. Su aroma a vainilla llenó mis sentidos mientras me acercaba a ella.

En cuanto nos encontramos frente a frente, una lágrima rodó por su mejilla y sus ojos se cristalizaron antes de que comenzara a llorar y sollozar. No pude evitar sentir mi corazón encogerse ante su dolor.

—Pequeña, por favor, no llores. No quiero verte triste, amor —intenté consolarla.

Allison caminó hacia mí y me abrazó con fuerza, y en ese momento, sentí que todo cobraba sentido nuevamente. La había extrañado más de lo que podía imaginar.

—Yo también te extrañé mucho, hermosa —respondí, abrazándola con ternura.

Mi mano se enredó en su cabello, y el olor a frutos me hizo sentir que todo estaba bien nuevamente.

—Ven, sentémonos, por favor —le sugerí.

Asintió y se sentó frente a mí, mirándome con atención mientras secaba sus lágrimas.

—Estás muy hermosa —le dije con sinceridad.

Allison me observó en silencio durante unos minutos antes de hablar.

—Ayer me dejaste preocupada, ¿qué pasó? —preguntó seriamente.

Sabía que lo que diría a continuación cambiaría el rumbo de nuestras vidas, pero debía hacerlo para mantenerla a salvo.

—Ayer vino a verme Jack Kozlov.

—¿Qué? ¿Qué quería?

—Quiere que mi padre le ceda su puesto en el negocio de la droga.

—¿Y qué pasa si tu padre se niega?

—Me amenazó con matarte a ti y a la pequeña Susan.

Allison se mostró preocupada y asustada ante la noticia.

—Dios mío, Adam. ¿Qué vamos a hacer? ¿Ya ubicaste a la niña?

—No vamos a hacer nada —corregí—. Tú no harás nada.

—Adam, pero...

—Escucha atentamente, Allison —la interrumpí—. Quiero que te vayas del país y que abandones la idea de sacarme de aquí.

—¿Cómo sabes que pedí información sobre el juicio?

—Mi padre me lo contó —dije, sintiendo un nudo en la garganta.

Era doloroso para mí tomar esa decisión, pero sabía que era lo mejor para su seguridad.

—Allison, olvídate de mí —dije con tristeza—. No quiero que vengas a verme más.

Mi corazón gritaba que la amaba con locura y deseaba abrazarla y protegerla, pero mi razón sabía que mantenerla alejada era lo correcto.

—Pero, Adam —cuestionó entre lágrimas—. ¿Por qué haces esto?

—Estos tipos son peligrosos y no puedo permitir que te hagan daño —confesé—. No me perdonaría si algo te sucediera.

—¿Y crees que alejarme de ti será la mejor opción?

—Sí, lo creo —afirmé—. Por favor, vete y no regreses aquí.

Allison sollozaba y su vulnerabilidad me partía el corazón. Odiaba ser yo quien le provocara tristeza.

—Escucha, Adam, puedo ayudarte —sugirió, suplicante—. Soy buena en mi trabajo, por favor, no me dejes sola.

Ella parecía una niña pequeña, y verla así me rompía por dentro. Odiaba ser el causante de su dolor.

—Ya te dije lo que tenía que decirte. —le dije en tono frio e indiferente—.

Me levanté de la mesa y le di la espalda.  Soy la peor basura. ¿Qué clase de hombre aleja a la mujer que ama?

El oficial me colocó las esposas y nos pusimos en marcha para salir de allí.


ALLISON MILLER

Salí de la visita con el corazón hecho añicos. Me sentía devastada, como si el mundo se desmoronara a mi alrededor. El peso en mi pecho me impedía respirar con facilidad, las palabras se atascaban en mi garganta y las lágrimas no dejaban de brotar. Me sentía completamente abrumada y destrozada por lo que acababa de pasar con Adam.

Cruzando la calle, subí al auto de Alex, tratando de controlar mi angustia y tristeza.

—¿Ali, qué pasó? ¿Estás bien? —preguntó preocupada—. ¿Qué te dijo?

—Alex, por favor, vámonos de aquí —respondí entre sollozos, incapaz de articular más palabras.

Ella me consoló mientras nos alejábamos de aquel lugar cargado de emociones desgarradoras. Sabía que ella estaría a mi lado para apoyarme y encontrar una solución.

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Mientras estaba bajo el agua de la ducha, mi mente seguía obsesionada con Adam. Me sentía furiosa y frustrada por su actitud, pero al mismo tiempo me dolía saber que había tomado esa decisión por mi seguridad. No quería huir, no quería que mi hijo viviera una vida en la que siempre tuviera que esconderse y enfrentar problemas.

Cuando salí de la ducha, pensé en lo que Alex había preparado para cenar. A pesar de todo, ella seguía siendo intentando animarme con su comida.

—Huele delicioso —le dije, tratando de sonreír.

—Lo sé, hice mi especialidad —comentó Alex con humor—. Preparé lo único que me sale bien: panqueques.

Intenté bromear sobre la elección de la cena para distraerme, aunque mi ánimo seguía afectado por la situación con Adam.

—Vaya, panqueques para cenar, qué exquisito —respondí de manera sarcástica—.

Alex rió y me animó a comer, asegurándome que me encantarían. Me senté a la mesa, intentando dejar de lado mis pensamientos tristes y preocupaciones mientras compartía ese momento con ella.

DEFENDIENDO A UN CRIMINALWhere stories live. Discover now