CAPÍTULO 9: Sospechas y Sorpresas

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ALLISON MILLER

El camino de regreso al apartamento era un mosaico de luces nocturnas y sombras urbanas. Estábamos envueltos en el silencio cómodo de dos personas que han compartido más de lo que las palabras pueden expresar. Sin embargo, la realidad de nuestra situación, como una sombra tenaz, se cernía sobre nosotros.

Adam conducía con una mano en el volante, la otra descansando casualmente en la palanca de cambios. Cada tanto, lanzaba una mirada en mi dirección, como si intentara leer mis pensamientos, o tal vez, buscando en mi rostro alguna señal de alivio después del día tan tumultuoso que habíamos vivido.

—Ahora que Margot no está, ¿qué vamos a hacer?—pregunté, rompiendo el silencio que se había instalado entre nosotros. Mi voz sonaba más firme de lo que realmente me sentía.

Adam suspiró profundamente antes de responder. —No lo sé, Allison. Todo esto parece un rompecabezas en el que cada pieza que colocamos desaparece antes de que podamos ver la imagen completa. Pero no podemos rendirnos ahora, no después de todo por lo que hemos pasado.

Sus palabras, aunque teñidas de frustración, llevaban un matiz de determinación que me infundía valor. —Tienes razón—afirmé, sintiendo cómo mi propio espíritu combativo se avivaba. —No podemos permitir que esto nos detenga. Hay demasiado en juego, tanto para ti como para la pequeña.

El resto del camino transcurrió entre planes y estrategias, trazando escenarios posibles y preparándonos para lo impredecible. Cuando finalmente llegamos a mi edificio, el peso del día comenzaba a hacerse sentir en mis hombros, en mi mente, en mi alma.

Adam apagó el motor y se giró para mirarme, sus ojos reflejando la misma mezcla de fatiga y determinación que sentía en mí. —Gracias por hoy, por todo—dijo con una voz que rozaba la suavidad, una rareza en el hombre de acción que había llegado a conocer.

—No tienes que agradecerme, Adam. Estamos en esto juntos—respondí, permitiéndome un momento de vulnerabilidad. Él asintió, y luego, con un movimiento que parecía contener toda la complejidad de nuestras circunstancias, se inclinó hacia mí y depositó un beso en mi frente.


ADAM WOOD

El rugido del motor de mi auto se apagó en cuanto estacioné frente a mi casa. La adrenalina del día aún me recorría las venas, cada latido era un recordatorio de la realidad que se negaba a abandonarme. No había tenido tiempo de procesar la pérdida de Margot, nuestra única esperanza en el juicio, y ahora Tim esperaba con noticias que presagiaban nada bueno.

Al entrar, Tim ya estaba allí, su mirada seria y las líneas de preocupación marcadas en su frente eran un presagio de lo que estaba por venir. —Adam, los Kozlov...—comenzó, pero la ira me invadió antes de que pudiera terminar.— ¡¿Qué han hecho ahora?!— grité, sintiendo la rabia bullir dentro de mí.

—Ofrecieron recompensas a tus rivales por tu cabeza. Fue un mensaje para nosotros, para ti—continuó Tim con voz firme pero tensa.

El sonido de mi puño golpeando la mesa retumbó en la habitación, un eco de la tormenta que se desataba en mi interior. La furia, el odio, la necesidad de venganza... todo se mezclaba en una marea que amenazaba con arrastrarme.

—Voy a acabar con ellos, Tim. Voy a hacer que paguen por cada dolor que han causado—prometí con una voz cargada de un juramento mortal.

Pero antes de que pudiera trazar mi próximo movimiento, el tono de mi celular rompió el silencio tenso de la habitación. Era Allison. Su voz, normalmente calmada y firme, temblaba al otro lado de la línea. —Adam, los Kozlov... dejaron algo en mi puerta. Tengo miedo—dijo con un hilo de voz que me cortó el alma.

DEFENDIENDO A UN CRIMINALWhere stories live. Discover now