—¿A dónde vas? —preguntó con sus ojos puestos en el estuche que antes fue blanco.

— Saldré a fumar. — me excusé y pareció bastarle aquella respuesta para dejar de hacer preguntas.

— Sal con cuidado.— asentí.

Caminé hacia la puerta y la abrí con delicadeza en caso de hubiera algún caminante rondando. Lo que me encontré afuera me sorprendió. Algunos árboles se habían desenraizado y habían atrapado a los muertos entre sus ramas o bajos sus troncos.

Cerré la puerta y comencé a andar. Divisé una especie de mirador bajo un árbol, que le brindaba sombra. Daryl estaba sentado en una vieja banca de madera y estaba fumando, el humo sobresalía por sobre su silueta.

Me acerqué a paso lento.

— Hola. — hablé nerviosa y me senté a su lado. — Carol me contó lo que sucedió.

Exhaló y el vapor salió por su boca y nariz.

— Se soltaron los malditos puntos.— apreté mis labios ante su manera de contestar.

— No están tan mal.— ignoré su tono de voz y observé su brazo.— Puedo volver a ponerlos, solo se soltaron cuatro.

Dejó caer la colilla del cigarro y la tapó con tierra, entonces habló.

— Bien.

Saqué una aguja, la enhebré y la calenté, todo bajo su atenta mirada.

— Otra vez, no te muevas o quedará chueco.— con mi mano izquierda retiré los hilos que ya no servían y me preparé para coserlo.— Aquí vamos.

Enterré la aguja y junté su piel. Miré su rostro por un segundo.

Todo iba bien.

Comencé con el segundo punto.

— Carajo, espera.— su mano se alojó en mi muñeca, impidiéndome continuar. Fue una acción tan repentina que me hizo fruncir el ceño y mirarlo con molestia por el fuerte agarre, que se intensificaba cada vez más.

— Necesito que me sueltes. — crucé mis ojos con los suyos.— Ahora.— sentencié seria. Cerró los ojos por el dolor y retiró su mano.

Volví a colocar la aguja en posición e hice los puntos faltantes, para luego estirar el hilo y cortarlo.

Me acomodé en la banca y llevé mi mirada a mi brazo. Mi piel se estaba volviendo algo colorada, debido a la presión de su mano.

— Perdón por eso.

— Fue un impulso. No importa. — sobé mi muñeca.

Nos quedamos en silencio y me dediqué a mirar el paisaje que tenía frente a mis ojos. Era de día pero el sol todavía no aparecía en totalidad. La suave brisa chocaba contra mi rostro, haciéndome olvidar que el mundo no estaba tan acabado en realidad.

— No acostumbraba ir al hospital para que me cosieran las heridas. — soltó el hombre a mi lado y no pude entender a qué se refería. — Antes. — explicó. — Dejaba que se curaran solas.

— ¿Por qué? — cuestioné. — ¿Tienes más cicatrices así?

— Mi hermano. Él solía decir que los hospitales eran para los débiles.— decidió responder mi primera pregunta.

¿Un hermano?

— Yo...ah, vaya.— fue lo único que pude decir.—  Eso denigra un poco mi trabajo, ¿no crees? — logré hacer que se riera unos segundos.

— Nunca me habían suturado antes.— admitió.— Duele como la mierda.

— Te entiendo, créeme. — revisé los bolsillos de mi pantalón y saqué dos cigarros de la cajita metálica, para luego entregarle uno. — Te lo debo.

𝐋𝐎𝐘𝐀𝐋𝐓𝐘 || 𝙳𝚊𝚛𝚢𝚕 𝙳. /𝙽𝚎𝚐𝚊𝚗 𝚂.Where stories live. Discover now