Venía a recogernos a mí y a mi hermano Rai ya que todavía no había cumplido la edad mínima para poder conducir, asique nos encontramos delante de la puerta de mi casa mientras observamos un coche blanco acercarse a la velocidad estipulada. Una vez arriba me percaté de la forma en la que me observaban dos de mis grandes confidentes. El sábado cuando me entere de la noticia después de haber estado reflexionando en el jardín junto a mis perros y entré dentro de la casa me encontré con que estaban sumergidos en un expectante silencio, no lloré, no chillé, no me enfadé, simplemente les propuse ir a comprar palomitas y ver una película todos juntos. Soy consciente de que todos menos mi hermano parecieron sorprenderse, en realidad creo que esperan que el torrente de lagrimas llegué hoy. 

No llegará, tendré una conversación con John donde hablaré de forma serena y educada. Mentiría si dijera que no me he pasado toda la noche recreando las palabras concretas para decirle pero nunca a sido un problema para mí decir la verdad. Simplemente intentaré superar las dos primeras horas y en el momento que yo elija como indicado ir ha hablar con él.

Bajamos del coche unos cinco minutos después cuando Rai aparcó justo en el centro del aparcamiento, en la puerta nos esperaban Ana y Ilkay que estaban hablando sobre el nuevo examen de música. Apenas compartíamos algunas clases entre nosotros, pero por suerte menos con Zach ya que cursaba en un curso menos, con el resto de mis amigos compartía una clase o dos.

A primera hora tengo biología, clase en la que el profesor Louise intenta que sea lo más dinámica posible pero nunca acaba consiguiéndolo, no tendrá más de cuarenta años pero su forma de hablar te recuerda a una persona de noventa. Ocupo uno de los asientos del centro, lo suficientemente cerca para coger los apuntes necesarios y lo suficientemente lejos para no tener que estar respondiendo a sus preguntas continuamente. La clase pasa sin incidentes al igual que las dos siguientes por suerte la cuarta que es historia del arte la comparto con Ilkay que me espera sonriente junto a la puerta.

-Mi pequeña Nala, ¿Qué haría sin ti durante está aburrida clase?

-Posiblemente morirías de sobredosis de información.-Respondo resuelta, a lo que él ensancha su sonrisa.

-Cierto. Si me gustara Historia tendría un pase pero igual al ser nefasto en ella aunque quizás no se me da tan mal... No. Definitivamente no es lo mío.

-¿Y qué es lo tuyo?

-Todo.-Dice indignado.-Aunque no lo parezca mis notas son totalmente excelentes, ¡Por quién me tomas! Mis estudios son lo primero.-Bufo.

-Nadie se cree eso sacas notas normales ni horribles ni excelentes totalmente normales, a veces un seis, otras un siete y otras un ocho y alguna con mucha suerte consigues llegar al sobresaliente pero solo si la asignatura se te da muy bien.-Conozco a Ilkay y él me conoce a mí mejor de lo que nos gustaría a los dos pero es divertido hablar sobre temas totalmente cotidianas.

Comienzo a pensar y verme reflejada en mis palabras, y parece que a Ilkay le hace mucha gracia, porque ahora Ilkay me mira con suficiencia. En mi defensa diré que soy muy fácil de leer.

-¿Qué pasa? Te has visto identificada.-No era una pregunta, como he dicho anteriormente nos conocemos más de lo que me gustaría.

-No te lo creas tanto, en mis mejores asignaturas saco sobresalientes.

-Como casi todo el mundo, totalmente ¿Cómo decías? -Fingió pensarlo.- ¡Ah! ¡Sí! Normal.

-Puede ser.-Me encogí de hombros.-Lo normal no es sinónimo de malo.

Al decir esas palabras me acordé de lo que me solía decir mi padre, intenté no cambiar mi humor y creo que lo conseguí ya que Ilkay no hizo ningún tipo de comentario aunque como he dicho soy muy fácil de leer.

Sueños quebrados Where stories live. Discover now