17. Sin saberlo.

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Mientras entraba en razón recordaba de forma vaga lo que había pasado, su vista nublada se aclaraba conforme sus párpados se abrían de par en par; observando esa habitación oscura y como la luz de la luna reflejaba en su cuerpo expuesto en desnudez.

Las cortinas semi abiertas lo hicieron entrar en razón por su entorno, sabiendo entonces que estaba en la habitación compartida. Sintiendo un fuerte soporte bajo su nuca, observó a su lado como ese ser pálido reposaba sobre el colchón suave; el sudor sobre su torso desnudo aún era fresco y la sábana que trataba de cubrir las partes inferiores de sus cuerpos exhaustos estaba fría, señal de que había sido puesta sobre ambos minutos antes de que el abriese sus zafiros.

Tanteó suavemente bajo su nuca el brazo fuerte del alfa a su lado, quien sostenía al Omega contra el de forma protectora. Podía oler como en el ambiente las feromonas de ambos se habían mezclado entre sí, dando como resultado un fino y armonioso aroma que tranquilizaba a Jonathan en lo más profundo de su ser y mantenía a Dio en un sueño tranquilo y profundo.

Su mente y recuerdos aún lucían borrosos y poco legibles a su entendimiento, se removió sentandose sobre el colchón junto al rubio y un dolor punzante lo hizo estremecerse. Un dolor que reconocía y le resultaba vagamente familiar, levantó un poco las sábanas y el colchón parecía algo húmedo.

Fué en ese instante cuando todo volvió a su mente tan rápido como entendió la situación en la que se encontraba. Su rostro enrojeció mientras cubría el mismo con sus manos, todo era aún tan vívido en su mente.

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En el momento en el que Dio había mandando la orden hacia Jonathan, el último dudó en si debía cumplir con ella. Sus instintos predominaron sobre su pensar y tan pronto como el rubio pasó por la puerta de la habitación, dejando esa toalla húmeda a un lado en el suelo; el peli azul entró, cerrando la puerta detrás de él y despojándose de sus ropas con cuidado ante la mirada analítica del alfa, quien no podía evitar admirar con lujuria el cuerpo bronceado frente a él.

- Ven aquí, Jonathan- Sus palabras eran suaves pero con el tono demandante que destacaba tanto de él. Extendió su mano luego de sentarse a un borde de la cama matrimonial, con su mirada fija en el hombre frente a él.

El nombrado solo atendió al llamado, posando suavemente su mano sobre la más pálida. Tocando como si quisiera memorizar el tacto de esa mano grande y de dedos delgados, áspera por esfuerzos pasados y fría a comparación de la de tez bronceada, la cuál era tibia y suave.

Fué atraído hacia el cuerpo sobre la cama, sintiendo cada tocamiento, roce, lamida y chupón como fuego sobre su tez bronceada. Las manos del más pálido eran hábiles, fuertes y de un tacto seguro.

Dónde tocaba hacía estremecer al Omega, memorizaba ese cuerpo de Dios griego; hombros anchos, músculos trabajados, esas curvas definidas que enloquecían a su alfa interior.

Ese era el cuerpo con el que soñaba despierto en esos días de hambruna.

Posó su mirada en el vientre ligeramente abultado de Jonathan, pensaba en como había Sido capaz de llevar a su hijo ahí por tanto tiempo y como debió haberse visto embarazado; lo excitaba en demasía.

- Lo lamento- En ese momento el rubio salió de sus pensamientos, observando con confusión al de cabellos azules.

- ¿Por qué?

El Omega dudó, sin poder mirar a los ojos a su alfa, cubriendo ligeramente su rostro con su mano derecha, tratando de ocultar su vergüenza sin mucho éxito- Mi cuerpo no debe ser muy agradable de ver, apenas me estoy recuperando del parto y... Mi vientre y pechos... Ya no debo parecerte tan atractivo...

Ambitious | DioJona AU (omegaverse)Where stories live. Discover now