Capítulo 34:-

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• 10 horas más tarde.
Lali y Peter n no se habían vuelto a ver. Ellos y seis chicos más eran los únicos que no se habían ido de la universidad. Lali se acababa de duchar y se había puesto una blusa larga y un pantalón cortito como pijama. Estaba acostada en su cama, ya casi estaba quedándose dormida. Era increíble el cambio de estado que se había producido en ellos desde aquel momento de la mañana. Pero seguían sin aceptar lo evidente. Ella se acurrucó y subió su manta. De repente un mar de flashbacks la invadió. Estaba recordando el beso. Le encantaba como besaba Peter y eso si que no lo podía negar. Mordió su labio inferior y giró, consiguiendo una posición distinta. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué pasaba entre ellos?
|| Narra Peter ||
Estaba en mi habitación. No la había vuelto a ver en todo el día y yo no sé que me pasaba pero necesitaba volver a verla. Estaba desinquieto pero no sabía qué hacer, ya era de noche. Pero no me iba a dormir sin verla. Suspiré mirándome en el espejo.
- A ver 'man' piensa. - me dije a mí mismo. - Has hecho esto mil veces. Vas allí, le dices que...puf. ¿¡Que le dices!?
Caminé hacia atrás y no pensé más. Abrí la puerta. Observé hacia todos lados. Casi de puntillas y esperando que no me descubrieran llegué a la zona de chicas. Miré hacia un lado y giré lentamente el pomo de la puerta de Lali. Sonreí levemente. Todo estaba oscuro. 'Me va a matar' pensé. Entré dentro de la habitación y cerré la puerta con cuidado, sin hacer el mínimo ruido. Caminé de puntillas hacia su cama. Y encendí la luz. Rápidamente me miró. Se quedó unos segundos observándome y luego elevó una ceja.
-¡Qué haces aquí! - gritó.
¡Shhhh! - dije con mi dedo índice en mis labios. Se escucharon ruidos a fuera. Ella me miró aterrorizada y yo miré hacia la puerta. ¡¿Otra vez?!
-¡Corre! ¡Apaga la luz! - me dijo rápidamente. - ¡Ven! - gritó en un susurro. Yo la observé perdido. - ¡Peter, que te vengas! - dijo haciéndose hacia un lado. Yo me acerqué rápidamente y me metí en su cama. Ella apagó la luz y subió la manta escondiéndome por completo. Se acostó y me abrazó muy fuerte. Pensaba que se me iba a salir el corazón por la boca. Abrieron la puerta.
-¿Todo bien? - dijo Will.
-¿Qué pasa Will? - dijo ella haciéndose la dormida, bostezando inclusive. Esto del teatro se le daba genial. - ¿No ve que estoy durmiendo?
-Lo siento Esposito, siga descansando. - Y cerró la puerta.
Ella encendió la pequeña luz de la mesita de noche y se enredó en la sábana poniéndose en pié. Yo la observé con el ceño fruncido. Se veía tan linda. Cogió una toalla y la colocó debajo de la puerta, tapando la claridad. Me miró.
-¿Se puede saber que haces aquí?
-Me aburría. - dije simple. Volví a observarla. No no no no Peter, no. La volví a mirar a los ojos.
-Ah, genial. - dijo sentándose en la cama de Cande. Justo enfrente. Me dejé caer hacia atrás en la de ella.
-¿Y no piensas irte o qué? - preguntó.
-No.
-Pues esa es mi cama.
-Ahora es mía.
-No Peter en serio, vete a tu habitación. - escuché como se ponía en pie. Se acercó a mí. Tiro de mi brazo. - Anda, vete, que quiero descansar.
-¿Por qué me besaste?
-¿Qué? - dijo incrédula. Volvió a tirar de mi brazo. - ¡Que te levantes!
-¿Por qué me besaste?
-Porque sí.
-¿Por qué si? Debe haber un por qué.
-Porque me apetecía y punto. - La observé y elevé una ceja. A ella se le escapó una leve sonrisa que fue anulada en esa misma decima. - Anda, vete.
-Quiero una respuesta válida. - dije subiendo su manta. Ella bufó pesadamente y yo carcajeé.
-Eres un pesado.
-Pero quiero mi respuesta.
-Pues no tienes respuesta. ¿Por qué me besaste tú? - preguntó.
-Porque me moría por hacerlo. - dije simple. Ella mantuvo un silencio. No se esperaba esa respuesta.
-Eso no es una respuesta válida tampoco.
-Pero el que quería la respuesta era yo, no tú. - carcajeé. Ella se volvió a acercar y comenzó a tirar de mí. En un leve movimiento tiré de ella y calló justo a mi lado. Me coloqué sobre ella.
-¿Qué haces?
-¡Quiero mi respuesta!
-No hay respuestas. - soltó una pequeña risa. Sonreí yo también.
-¿Tienes cosquillas? - pregunté.
-¿Qué? - elevó una ceja y luego me observó a los ojos. - ¡Ah no! ¡Cosquillas no! ¡Por favor Peter! - dijo.
Carcajeé y comencé a torturarla con cosquillas. Esto era increíble. Por todos lados tenía. No conocía a otra persona que no fuese mi madre que tuviera tantas cosquillas. Me acerqué un poco más a ella y pode absolver el dulce aroma de su piel.
-¡Para! - decía riendo sin parar. - ¡Que pares! - carcajeó.
-¡Quiero mi respuesta! - seguí haciéndole cosquillas. Reí esta vez yo.
-¡Que no! - carcajeó. Parecía que iba a morir de un ataque de risa.
-¡Peter que pares! - dijo carcajeando. Me quedé observándola de repente, otra vez esas ansias de besarla. - ¡Ya, ya, ya, ya!
-¡Mi respuesta!
- ¡Vale! ¡Vale! - dijo vencida. - ¡Te besé porque me gustas! ¡Porque me gustas mucho!
Y entonces me quedé observándola de nuevo. Ella comenzó a dejar de reír, poco a poco. Y curvó su espalda acercándose. ¡Diablos, por qué me hacía esto! Seguro que era una broma, seguro que me estaba pagando todo el daño que yo le había echo. Sí, seguro que era eso.
-Que sí, que me encantas. - dijo en un susurro a menos de dos centímetros de mi boca.
La miré a los ojos y le sonreí. No mentía. Me sentí terriblemente bien. Lali me devolvió la sonrisa y juntó su nariz junto a la mía, haciéndome cerrar los ojos. Nunca había sentido esto, nunca experimentado todo esto. Y esta causa me asustaba mucho. Se acercó un poco más y rozó sus labios junto a los míos, cuando pensaba que me iba a besar, amagó y los separó. Se le escapó una pequeña carcajada maligna. Yo abrí los ojos y fruncí el ceño. Me acerqué a ella y coloqué mi mano derecha en su mejilla, rompí aún más la distancia y mordí un poco su labio inferior dejándolo caer segundos después. Ella puso una expresión graciosa que me hizo reír. Besé su mejilla y comencé a crear una fila de besos hasta la comisura de sus labios y cuando ella pensaba que iba a besarla amagué de nuevo y volví hacia atrás. Pagándole con su misma moneda. Pero esta vez llegando a su cuello. Le di un leve mordisquito en el contorno de su oreja, y ella curvó su espalda. Cosa que me puso a mil. Volví a caminar con mi boca por la piel de su cuello hasta llegar a sus labios y detenerme un segundo. Tragué saliva sonoramente a propósito y susurré.
-Me vuelves loco.
Terminé de susurrar eso y sus perfectos labios hicieron magia con los míos. De repente, todos mis sentidos fueron invadidos ante esta dulce y excitante sensación. Posé mi mano izquierda en su estómago, subiendo un poco su blusa. La aferre más a mí. De nuevo volvió aquel sabor inolvidable de sus labios a mi boca. Sus labios exquisitos se apoderaron de los míos, haciendo de ellos lo que querían. El mundo a mi alrededor dejo de existir. Nada importaba. Sus labios eran tan delicados que podían llegar a ser un...peligro. Su manera de besar provocaba miles de emociones en mi exterior...e interior. Rodeó mi cuello con soltura y abandonó mis labios para esta vez, darme unos besos mojados en mi cuello.
-Para. - dije con los ojos cerrados. Ella siguió mascullando y dando besos mojados sobre mi cuello. Desprendía un olor a fruta y a deseo femenino. Joder, tenía que dejar de pensar en eso antes de que mis vaqueros estallaran por mi erección. Ella carcajeó y sentí como mordía de nuevo mi cuello sutilmente. Se alejó.
-Te dejé un regalo. - dijo sonriendo. Elevé una ceja y me acerqué esta vez yo a su cuello, regalándole lo mismo. Siendo un poco más descarado con el tamaño.
-Que bruto, seguro que me lo hiciste enorme.
-No tonta, es un regalo. - contesté imitándola.
-
Ella frunció el ceño y soltó una leve risa, volviéndome a besar. Introdujo su fina mano por dentro de mi camisa y comenzó a acariciar mi torso. Aún sin abandonar nuestros labios me dejé caer a un lado, ganando esta vez ella la posición sobre mí. Creo que no era buena idea. Más bien por mi erección, que desde que me había acariciado por primera vez ya comenzaba a notarse. Y eso que si era raro. Una simple caricia suya ya me ponía a mil.
-¿Qué pasa Peter? - susurró risueña contra mi oído.
-No seas mala, gatita.

Ella negó y volvió a besarme, esta vez más salvaje. Su piel estaba ardiendo. Sentí también la dureza de sus pezones a través de la fina tela de su camisa y eso me puso aun más duro si fuese posible. Me beso con más profundidad y no pude volver a ser tan... amable. La apreté con pasión contra mí y ella alojó un pequeño gemido en boca. Enredo sus manos en mi cabello, causándome la mejor sensación del mundo mientras me besaba. Todo lo que me hacia me causaba placer. Joder, era increíble. Poco a poco se fue alejando y formulé un beso lento, quizás demasiado lento, parecía que sus labios iban a romperse de un momento a otro. Me alejé y la miré a los ojos. Ella me regaló una sonrisa tímida que me hizo sentir terriblemente extraño. Mierda. Ahora recuerdo todo lo que decía mi madre acerca de las sensaciones que nos regalaba el amor. Y a las cuales nunca hice caso. Besó sutilmente la comisura de mis labios por última vez y se dejó caer a mi lado poniéndose en pie. Sonrió, y aquella sonrisa hizo que miles de burbujas se inflaran en mi estomago y flotaran dentro de él. Bajó su corto pantalón con una tímida sonrisa ya que se había subido lo suficiente. No pude evitar observar sus desnudas piernas y elevar mi mirada lentamente hasta sus pechos. Ella carraspeó.
-Bonito pijama. - mi voz sonó algo ronca por el deseo.
-Gracias. - dijo ella ruborizada. Era extraño. Lali no solía ser así, ella nunca se dejaba ver en baja guardia. Ella era la que dominaba. Incluso a mí.
-¿Qué pasa? - preguntó observándome confusa.
Reí levemente y me puse en pie, todavía en piloto automático, camine hasta ella con decisión y la tomé por la cintura. Ella enredó sus manos en mi cuello y se puso de puntillas.
-Creo que ahora sí que debes irte. - dijo mordiendo su labio inferior.
-No yo creo que no.- dije rosando su nariz con la mía. Lali cerró los ojos.
-Vete ya, van a revistar tu habitación a las doce y no te van a ver. - dijo en un susurro.
-Está bien. - asentí. - Pero antes despídete ¿no?

Desafío al corazón»Laliter  [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora