-Ya cuando quieras puedes soltarme. Si no es que quieres pasar toda la noche así conmigo. A mí no importaría eh.
Confundida dejé de abrazarle y bajé de la moto. En el mismo sitio de antes, debajo del árbol. Estiré mi falda y coloqué mis botas, luego levanté la vista y otra vez me estaba observando curioso. Fruncí el ceño y se encontró con mi mirada.
—Debo admitir, que ese uniforme te sienta bien.
—¿Qué? - pregunté atónita. Su boca se fue curvando, formando una risa algo pícara.
—Hay Espósito, Espósito...que ingenua eres. — carcajeó rozando mi hombro mientras caminaba en sentido contrario a mí. Un pequeño escalofrío.
—¿A qué juegas? — me giré rápidamente.
—¿A qué juego? — giró.
—Eso te he preguntado.— asentí mirándole a los ojos.
—Yo no juego a nada. —avanzó un paso. — ¿Y tú? - elevó una ceja.
—¿Tú crees que yo querría jugar a algo contigo Espósito?
—¿Y tú crees que yo dejaría que jugaras conmigo Lanzani?
Peter se quedó observándome nuevamente, con aquel rostro con el que miraba a las plásticas. Un rostro totalmente extraño que no encajaba para nada entre él y yo. Lo observé seriamente y luego, comencé a caminar a paso ligero.
—Vamos por aquí. — dijo tirando de mi brazo una vez más.
—Me va a terminar saliendo un cardenal. — solté su mano y lo miré con furia. Él rió falsamente.
—¿Se puede saber a dónde vamos? — pregunté. Caminábamos sin rumbo y en torno a otra dirección que no era la entrada de la universidad.
—¿No querrás entrar por la entrada no? — me miró. — Nos verían.
—¿Y a donde vamos?
—¿Por qué haces tantas preguntas?
Respiré hondo, resignada y le seguí. Era de noche, aquello estaba muy oscuro y Peter caminaba rápido.
—¡Te quieres esperar!
—¡Quieres caminar más rápido!
—¡Joder Peter!
—¿¡Qué!?
—¡ Las clases de piano!
—¿Y eso a que viene ahora? —paró.
—¿Nos la cargaremos? —pregunté asustada.
—No. — sonrió. — Anda, vamos. — Volvió a tirar de mi brazo.
Caminamos por un pasto, que apenas se podía ver. Las plantas me hacían daño en mis piernas desnudas, algunas llegándome a picar.
—¡Ah, mierda! — grité y llevé la mano a mi rodilla.
—¿Qué pasa? — preguntó alarmado acercándose.
—Nada. — lo observé.
Miré mi rodilla y la acaricié. Volví a mirarlo y seguí caminando aguantando el escozor mientras el bufaba algo que no logré escuchar.
Caminamos unos cuatro minutos más, hasta encontrarnos una gran valla. Lo miré.
—¿Te ayudo? — preguntó.
—¿Qué? — pregunté alarmada.
—Supongo que necesitarás ayuda para subir. — carcajeó. Miré la valla. Casi dos metros.
ESTÁS LEYENDO
Desafío al corazón»Laliter [Editando]
Fanfiction❝ El gran desafío para un héroe dijo el enano se encuentra en el corazón, no en el adversario. ❞