III

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Fayna salió de la tienda de Aslan, mostrándose inquebrantable y pacífica, como siempre que estaba en público

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Fayna salió de la tienda de Aslan, mostrándose inquebrantable y pacífica, como siempre que estaba en público.

—Hey, Edmund. — habló llegando junto al niño, que se encontraba comiendo lo que no había comido en días. — ¿Cómo estás? — preguntó con suavidad.

—Mejor ahora que estoy aquí. — sonrió apenado. — Y gracias a usted, que me encontró.

—Es mi deber proteger a cada ser que pise mis tierras y a los inocentes. — hablo con una sonrisa. — ¿Te gustaría aprender a usar la espada? — le pregunto sacándole una sonrisa.

—Peter fue a buscar a Oreius, para que nos enseñe a los dos. — le contestó emocionado.

—Pero antes de ir a entrenar deberías quitarte las migas de pan de la cara. — Rio mientras con un pañuelo limpiaba las comisuras del niño.

Edmund se dio cuenta al instante de que era el mismo gesto que Jadis hizo cuando se ensucio con las golosinas, a diferencia de la bruja, el tacto de la pelirroja era cálido y sin malas intenciones.

—Vamos a buscar a tu hermano. — dijo de nuevo levantándose y Ed repitió su acción emocionado.

—Majestad. — habló Oreius al verla llegar con el niño. — Veo que los príncipes están listos para su entrenamiento.

—Encárgate de ellos, por favor. Iré a ver a las princesas. — habló viendo como el centauro le tendía espadas de madera a los humanos.

Al llegar a donde estaban los arcos y sus blancos encontró a las dos hermanas, la mayor un poco frustrada.

—Sigue sin ser perfecto. — Murmuró al ver que su flecha estaba unos centímetros lejos del centro.

—Te falta fe. Ese arco que tienes es muy especial Susan, solo tienes que confiar y corregir un poco la postura. — habló posicionándose a su lado. — Baja un poco el codo y mantén abierto solo tu ojo más ágil. — La pelinegra hizo caso. — No dejes a cuerda floja y dispara sin pensarlo tanto. — la oji-azul soltó la flecha y esta cayo justo en el centro, sacando una sonrisa orgullosa por parte de la pelirroja.

—Gracias, comenzaba a desesperarme. — agradeció con una sonrisa.

—Aprendes rápido, yo tarde semanas en lograr esa puntería. — elogió. — Y por lo que veo, tu tampoco tienes problemas, Lucy. — halagó a la menor viendo su daga en el centro de uno de los blancos.

—Cuando crezca, quiero ser cómo ustedes. — sonrió con admiración a las mayores.

—Cuando crezcas, solo tienes que ser tu misma. — respondió la pelirroja dejando un beso en su frente. — Ahora, me pregunto si conservo mi puntería, casi siempre uso espadas.

Tomó su arco que estaba junto a los demás, no parecía nada extravagante, un bonito arco de madera clara con un tallado que ella le hizo con una cuchilla. Tomo una flecha del caraj, esta con la punta roja. Dio una exhalación cuando tenso la cuerda, apuntando a una piña de un árbol y la soltó, la flecha prendió fuego en su punta a la mitad del camino y dio justo en su objetivo, que cayó al suelo completamente carbonizado.

𝐓𝐇𝐄 𝐏𝐇𝐎𝐄𝐍𝐈𝐗 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍 ༒ Las crónicas de NarniaWhere stories live. Discover now