Capítulo 27 - Perfect

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Llegamos un poco más tarde de lo planificado debido al problema con mi madre, pero pudimos ponernos al día rápidamente. Apenas entramos, nos topamos con una pareja que se lanzó sobre Alex. Después de saltar como primates durante unos minutos, se separaron y pude ver a la versión de Alex en femenino: rubia, hermosa, con ojos azules, de cabello largo y ondulado. No cabían dudas de que era su hermana, Luz. Alex se acercó a su oído y le dijo algo. Ella abrió los ojos como platos, me señaló y escuché que le decía: "¿En serio es ella?". Vaya, parece que Luz sabía sobre mí.

No me dio tiempo a reaccionar. Se acercó, me tomó de las manos, y luego me dio un gran abrazo.

–¡Pero eres hermosa! No puedo creer que estás aquí, ya estaba pensando que habías sido un invento de este delirante. Hace años que me habla de ti, de aquel verano que pasasteis, de cuánto te ama. No puedo creer que se hayan encontrado de nuevo. Tienes que contarme todo...este payaso siempre omite los detalles importantes.

Sonreí y le aseguré que así lo haría. Luego observé al que no podía ser otro que su pequeño sobrino, que ya no era tan pequeño. Debía medir más de un metro noventa, ¡vaya con el niño! También era muy parecido a su tío, con los mismos ojos azules pero el cabello más oscuro. Todo un encanto.

Pasamos un rato conversando y luego nos fuimos a preparar algunos detalles para la noche. Cada vez quedaba menos tiempo. No paramos en ningún momento, ni siquiera comimos. Más tarde, cuando estábamos vistiéndonos para la inauguración, Alex se puso tan nervioso que no podía anudar el moño de su esmoquin. Me reí de su torpeza y comencé a hacerlo yo.

–Todo. Saldrá. Perfecto. – dije, dejando pequeños besitos en su rostro a medida que decía las palabras. –No estés nervioso. Este es el momento que has deseado y esperado por siempre. No tengas miedo.

Él sonrió y me besó, visiblemente más calmado. Luego se apresuró a ponerse los zapatos y la chaqueta. Yo llevaba un vestido corto de terciopelo color morado, era clásico, con un escote bastante pronunciado. Cuando me puse de pie después de calzarme las sandalias, Alex me miró de arriba a abajo, se puso frente a mí y me habló con ternura.

–¿Sabes cuál va a ser el mejor momento de esta noche?

–¿Cuál? – pregunté con curiosidad.

–Cuando todos se vayan y te quite ese vestido.

Sonreí, coqueta, y di un giro para mostrarme ante él.

–Pues vas a tener que aguantarte, porque tenemos unas cuantas horas por delante, por el momento el vestido queda puesto – dije, con fingida severidad, y arranqué a caminar por el pasillo.

–¿Y te crees que no existen los baños? ¿O los escritorios? – dijo, sugerente.

Lancé una carcajada y le golpeé el brazo. Él me siguió y salimos a la sala principal. Una vez allí, todo se volvió vertiginoso. Cientos de personas hacían fila afuera para ingresar, los camareros iban y venían continuamente, completamente ajetreados, Anna corría de un lado para otro... En fin, un caos, pero del bueno.

Cuando ya había ingresado toda la gente, y estaban todos ubicados, llegó el momento de hacer la inauguración oficial. De manera simbólica habían colocado dos postes encima del escenario y habían atado un lazo entre ellos, que luego sería cortado.

Por todas partes había malabaristas que hacían trucos con fuego, acróbatas que colgaban de telas, todo parecía salido de un sueño. Las luces se apagaron de pronto dejando encendidas solo unas pequeñas lámparas en cada mesa, y se iluminó el escenario, en el que subió Alex. Cuando cesaron los aplausos, comenzó a hablar.

–Buenas noches a todos, y muchas gracias por estar aquí hoy, en este día tan especial. Para los que no saben, soy Alex Iglesias, el dueño de este lugar. Bienvenidos a mi casa.

Aquel veranoWhere stories live. Discover now