Capítulo 11 - Antología

88 20 19
                                    

Después de cenar en la casilla, nos tumbamos en los almohadones un rato. Esa noche ni pensamos en meternos al agua ya que se había levantado un fuerte viento y había descendido bastante la temperatura.

Tomé mi walkman, que había traído en la mochila, y puse un cassette. Si se le quitaba la conexión de los auriculares, la música salía por un pequeño parlante incorporado y hacía las veces de radio. Entonces me confesé con Alex.

-Como no sé tocar la guitarra, y soy bastante mala para cantar...le voy a pedir ayuda a Shakira para decirte lo que siento-.

Alex sonrió y abrió sus brazos para recibirme después que le di al botón de PLAY. Inmediatamente empezó a sonar la canción, que ambos escuchamos con atención.

Para amarte
Necesito una razón
Y es difícil creer
Que no exista una más que este amor

Sobra tanto
Dentro de este corazón
Y a pesar de que dicen
Que los años son sabios
Todavía se siente el dolor
Porque todo el tiempo que pasé junto a ti
Dejó tejido su hilo dentro de mí

Y aprendí a quitarle al tiempo los segundos
Tú me hiciste ver el cielo aún más profundo
Junto a ti creo que aumenté más de tres kilos
Con tus tantos dulces besos repartidos
Desarrollaste mi sentido del olfato
Y fue por ti que aprendí a querer los gatos
Despegaste del cemento mis zapatos
Para escapar los dos volando un rato

Pero olvidaste una final instrucción, oh
Porque aún no sé cómo vivir sin tu amor

Y descubrí lo que significa una rosa
Y me enseñaste a decir mentiras piadosas
Para poder verte a horas no adecuadas
Y a reemplazar palabras por miradas
Y fue por ti que escribí más de cien canciones
Y hasta perdoné tus equivocaciones
Y conocí más de mil formas de besar
Y fue por ti que descubrí lo que es amar
Lo que es amar

Cuando terminó la canción, miré a Alex y se me heló la sangre. Estaba llorando. Las lágrimas corrían por su rostro, y me apresuré a secarlas con mi mano y abrazarlo fuerte.

-Perdón Mayte. No lloro desde la muerte de mi madre- Eso me deshizo. Pensar que había provocado su llanto por primera vez luego de perder a su madre me hizo sentir culpable.

-Perdóname tú, Alex. No pretendía que lloraras. Solo quería decirte que...

-Es que no sé cómo manejar esto. Me sobrepasa. Es la primera vez que siento esto tan fuerte. Nunca...nunca me había enamorado, y es lo que siento. Siento que te amo. Sé que es imposible, que nos conocemos hace poco tiempo, pero...es difícil de explicar, siento que te tengo hace mucho tiempo atrás.

Lo miré y sonreí. Sabía a qué se refería. Yo también estaba enamorada de él, de su libertad, de su pasión por todo lo que hacía, de sus risas, de sus bromas, todo en él me apasionaba, y también amaba la persona en la que me había convertido desde que lo había conocido.

Me acerqué a él y lo besé. Lo besé con lentitud y suavidad, volcando en ese beso todos mis sentimientos y mis deseos profundos. Deseé que las cosas fueran diferentes, que hubiera un mañana. Me aterrorizaba no saber qué pasaría, pero estaba decidida a disfrutar esa noche con él, porque era todo lo que nos quedaba.

El beso se fue haciendo más y más profundo, y, en un movimiento rápido, me senté a horcajadas sobre él. Sus manos se posaron en mi trasero y me presionó sobre su cuerpo. Yo me moví sobre él, y, decidida, tomé la musculosa que tenía puesta y me la saqué por encima de mi cabeza. Alex se mostró algo confundido, pero no opuso resistencia cuando prácticamente le arranqué la camisa que llevaba. Seguimos besándonos durante un largo rato, sin parar, sudorosos y con la respiración agitada.

Aquel veranoWhere stories live. Discover now