Capítulo 23 - Si tú quisieras

89 22 6
                                    

Hoy daría lo que fuera por tenerte a mi lado
Por seguirte siempre si tú quisieras

Tengo razones ya de sobra para andarme con historias
Es que te quiero y quiero estar contigo
Siento que nada más me importa
Que me importas más que nada
El camino que sigo empieza y acaba contigo

Si en tus ojos yo me miro
Si las palabras de tu boca, adivino
¿Por qué no estar contigo?
Siento sentirme tu amigo
Quiero dejarlo estar, me duele pensar lo que pudo haber sido.

Empecé a hablar y las palabras me salían a borbotones. Le conté todo lo que había pasado: la amenaza de mi hermano para no acercarme a él, que me sentía una cobarde por no haberme arriesgado (era una adolescente, pero no me lo perdonaba), cómo me enfrenté con mis padres para estudiar arte y me fui de casa a los dieciocho, las experiencias que viví estando sola siendo tan joven, mis primeros trabajos, mis primeras pinturas, cargadas de dolor por su ausencia, y, finalmente, mi relación con Javi, que atravesaba todos esos años. Catorce años en algunos minutos, y él siempre presente. Parecía mentira.

Alex me miraba con atención, sonreía, se quedaba serio, incluso vi que sus ojos se llenaron de lágrimas en algún momento.

–¿Le amas? – preguntó por fin. Podía percibir el miedo ante mi respuesta.

Me llevó más tiempo del que hubiera pensado poder responder. Lo hice casi con pesar.

–Javi ha estado conmigo desde siempre. Desde que me fui de casa ha sido testigo de cada logro, de cada derrota, de cada miedo. He pasado momentos increíbles con él, nos hemos divertido mucho, le quiero muchísimo... pero lo que nunca pude hacer fue amarlo. Tú siempre has sido una sombra sobre nosotros.

–Auch, aunque me llames sombra tengo que reconocer que tu respuesta me alegra.

Su comentario me hizo reír. Volvía a estar apoyada en su hombro y nuestras manos estaban juntas. Nuestros dedos se entrelazaban y jugaban entre ellos. Se sentía como si nunca hubiéramos estado separados. Era una sensación increíble. No podía estar mal sentirnos así, aunque me sentía culpable.

–¿Y ahora qué, Mayte?

–¿Y ahora qué, Alex?

Nos incorporamos y nos miramos en silencio. Sus labios se curvaron con una leve sonrisa.

–Supongo que tendríamos que subir a ver mis pinturas. –sugerí, aunque sabía que no me estaba hablando de eso.

Me miró, sonriendo.

–Sabes que no me refiero a eso – ¿Cómo lo hacía? Media hora juntos y había regresado el lector de mentes. –Te estoy pidiendo que me des una buena razón para no tumbarte en este sofá y hacerte el amor durante horas.

«Ay, mi madre...¿Dónde estaba el aire cuando una lo necesitaba?»

La razón para no hacerlo vino a mi mente en cuestión de segundos.

–Javier –le dije. –No quiero serle infiel. Y sé que tú tampoco lo quieres. No quiero empezar algo contigo sin terminar lo que tengo con él.

–Te equivocas, Mayte. Tú y yo no vamos a empezar nada, porque nuestra historia nunca se terminó. Siempre has sido tú, y por lo que me has contado, siempre he estado en tu corazón, y no sabes todo lo que eso significa para mí. – Se acercó y me tomó el rostro con ambas manos. Estaba a punto de besarme, y yo lo quería... cuánto lo quería; pero con el mínimo resquicio de autocontrol que me quedaba me aparté de él.

Aquel veranoWhere stories live. Discover now