Capítulo 25 - Tú y yo

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El sábado me desperté temprano e hice café para dos. Maldita costumbre. Javi tenía razón en su carta. Nunca había sabido estar sola, y debía aceptarlo. Era muy independiente en muchas cosas, pero necesitaba saber que contaba con alguien, eso no era tan malo, ¿no? De todos modos, después de la sorpresa inicial de anoche, había podido procesar un poco la nueva situación a la que nos enfrentábamos y me sentía feliz por él, por su nuevo comienzo, y sobre todo porque ahora sí podría estar con Alex.

Mientras estaba preparando las cosas para irme al restaurante, me llegó un mensaje de él.

***Buen día, hermosa. No dejo de pensar en ti. La idea de verte desnuda es lo que le da luz a mis días. Te amo. A.***

Me estremecí con su mensaje y sonreí mientras me vestía. Ese día estaba más cerca de lo que él pensaba. Me puse un vestido negro de mangas cortas que me quedaba largo por las rodillas. Era un vestido cruzado, que se ataba con un cinturón. En los pies me puse unas sandalias planas de color negro.

El calor empezaba a ser insoportable, y eso que recién estábamos por empezar diciembre

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El calor empezaba a ser insoportable, y eso que recién estábamos por empezar diciembre. Me puse los lentes de sol y subí al auto. Fui escuchando música mientras viajaba al lugar que sería mi trabajo al menos los próximos meses. Tendría que pensar si no era mejor alquilar algún lugar para pasar el verano cerca del establecimiento, porque no me divertía la idea de pasar tres horas diarias yendo y tres horas volviendo a casa.

La radio pasaba la canción de Marc Anthony, "Vivir mi vida", y me entretuve cantando.

Voy a vivir el momento
Para entender el destino
Voy a escuchar en silencio
Para encontrar el camino

Y para qué llorar, pa' qué
Si duele una pena, se olvida
Y para qué sufrir, pa' qué
Si duele una pena, se olvida, la la la

¡Cielos! Hasta yo me daba cuenta de lo mal que cantaba. Pensé en lo bien que cantaba Alex y me eché a reír. ¡Pobre, lo que tenía que aguantar!

Cuando quise darme cuenta, estaba llegando. Aparqué y bajé del auto.

Me recibió Anna, hecha un torbellino, como siempre. La saludé y la invité a calmarse, mientras ella me largaba todas las cosas que tenía pendientes, y se quejaba de que solo quedaban dos días para el lunes y había mucho por hacer. Después de decirle que si era necesario me iba a quedar a dormir allí con ella para echarle una mano, se tranquilizó un poco.

Como quien no quiere la cosa le pregunté si sabía dónde podía encontrar a Alex. Ella pegó un grito y se golpeó la frente con su palma, como recordando algo.

-¡Qué tonta! Ya me olvidaba de darte esto. - Rebuscó en su bolsillo y sacó una tarjeta. -Esta es la tarjeta de acceso al establecimiento. Cuídala por favor, porque permite entrar a las áreas restringidas. De hecho, Alex me pidió que te diera la llave maestra, que abre todas las puertas, incluyendo su despacho. - Me miró con suspicacia. -De esas solo tenemos él y yo. Bueno, y ahora tú.

Aquel veranoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon