𝑺𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 [Cʜᴜᴜʏᴀ x OC]

𝑬𝒔𝒇𝒖𝒎𝒂𝒓𝒔𝒆

Advertencias: Ninguna.

De aquí ya empieza la investigación de Jane, que en realidad es paralela a todos los sucesos del anime, pondré pequeños fragmentos.

Porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce.
-Mario Benedetti

~•~
-2 de febrero-

—¿Está lista?— El del monóculo subió todo su equipaje al auto, constaba de la maleta llena de efectivo, la poca información que le dieron y el celular.

—¿Un avión privado?— arqueó las cejas reprimiendo un reproche —Es excesivo.

—El jefe quiere asegurar su salida del país— se puso al volante.

—Quiere deshacerse de mi— susurró mirando como se alejaban del rascacielos —. Hirotsu te conozco desde hace tiempo ¿Me extrañarás?.

—Su presencia le hará falta a la organización— evadió su pregunta fácilmente.

—Eres parte de mi familia— cerró los ojos tocando el zafiro de su cuello —, algo así como mi abuelo.

Una sonrisa efímera se asomó por los labios del anciano. La consideraba como su nieta, pues la vió crecer dentro de la mafia, incluso siendo su superior ambos tenían mucha cordialidad y respeto. Ella era amable y el muy atento.

Su viaje continúo en silencio pero no era incómodo, cada quien ensimismado en sus pensamientos compartiendo un agradable momento.

—Llegamos, señorita— advirtió saliendo del vehículo —. Bajaré sus cosas.

—Si Mori-san está en peligro llámame, el teléfono está en su oficina— recibió su maleta que en realidad pesaba bastante.

—¿Eso está bien?, El jefe la llamará.

—Si su vida corre peligro no lo hará y no quiero tomar su lugar— se acercó al hombre mayor—. Por favor, apoya a mi subordinado.

Era obvio que hacía referencia a Akutagawa, se limito a confirmar su petición —Si así lo desea, así será.

—Cuida de tu salud— se despidió con una reverencia —. Nos vemos.

El de barba esperó a que subiera al avión, apenas cerraron la puerta empezó a suspirar. Sin duda la extrañaría.

~¿Te estoy abandonando?~ los pensamientos negativos invadieron su cabeza en el momento que tomó asiento.

—Su destino es corea— un hombre de traje habló—. Le avisaremos cuando aterricemos.

Asomó su cara por la ventana, nunca había estado lejos de casa tanto tiempo, no sabía cuándo ni dónde acabaría su misión. Era como si fuera soltada a un risco atada de manos esperando que su paracaídas se abriera.