🐰(𝟏𝟑)

180 23 2
                                    


¡Contenido extremadamente sensible!
Mención de: desaparición, maltrato físico, abuso infantil, muerte.

|

Movía sus hombros y caderas al ritmo de la canción que sonaba fuertemente desde sus auriculares. Iba de derecha a izquierda secando los platos y dejándolos en su lugar correspondiente. Empezó a tararear hasta que de repente la música paró y se extrañó por ese hecho. Fue que se dió cuenta que ya al aparato se le había agotado la batería, así que tuvo que quitárselos y decidió ir a buscar el cable conector después de haberse lavado y secado las manos.

En eso que viajaba fuera de la cocina aún con la melodía en la mente, detalló de reojo que algo estaba en su mueble de la sala; se congeló en medio de la sala, y cuando reaccionó pegó un grito agudo por el susto.

Su respiración se aceleró y entrecerró los ojos, pudiendo claramente cerciorarse de que en definitiva sí había algo ahí, o más bien alguien...

Ladeó la cabeza mientras se acercaba con cautela hacia aquel cuerpo. A medida que avanzaba paso a paso, podía ver más allá que a la distancia y podía distinguir ahora perfectamente que estaba manchado de sangre, con los cabellos rubios alborotados y su pequeño rostro estaba un poco deforme, hinchado e inflamado por los diversos golpes, los cuales ya se coloreaban de morado y rojo, no ignorando incluso sus ojitos de un tono oscuro y lastimados.

—Dios mío—Jadeó horrorizada, soltando los audífonos que cayeron al suelo para taparse la boca, percatándose de que se trataba de un pobre niño.

Un niño híbrido.

Se puso en alerta, teniendo otro susto y entrando en pánico cuando oyó gemidos y quejidos débiles que fácilmente podías asegurar que eran por el dolor sentido.

Caminó rápidamente hacia el contrario para auxiliarlo, poniendo en práctica todo lo que sabía y había experimentado de la Escuela de Medicina durante tantos años, y no vaciló en ningún momento en lo que hacía durante; primero para no equivocarse y segundo porque a quien atendía era a sólo un pequeño niño, al cual no le calculaba más de catorce años, además de que portaba una preciosa y angelical carita de porcelana.

—Pobrecito—Susurró, sintiendo esa angustia en pecho mientras le tomaba signos vitales al híbrido.

Apenas el pulso era latente.

Su preocupación aumentó y dos preguntas surgieron en su mente:

¿Qué le había pasado?

Y ¿cómo rayos llegó hasta a su casa estando casi moribundo?

Tembló cuando hubo una mini reacción del niño, quien abrió los ojos fugazmente y la miraron con un terror que le perforó el alma. Se removió y gimió asustado por lo que sea que pasase y ella lo que pudo hacer fue tratar de que se quedara quiero y no hiciera muchos movimientos, pues podía hacerse más daño.

No te asustes, no voy a lastimarte. ¿Cómo es que llegaste hasta aquí?—Habló con voz completamente meliflua, siquiera para poder tranquilizarlo.

Cosa que no funcionó.

La cuestión es que el híbrido despertó unos momentos antes de quedar inconsciente nuevamente. Fue una reacción involuntaria y su deducción fue que pudo haber sufrido un accidente que lo dejó en estado de shock y absoluto miedo.

Que lo dejó traumado.

Por consiguiente, había realizado un diagnóstico de que se debía llevar al niño a Emergencias. Puso su esfuerzo, todo lo que tuvo a la mano para poder ayudarlo, y no fue satisfactorio terminar, pues deseaba de cualquier modo seguir ofreciendo mucho más. No obstante, un hospital era lo mejor y aún le preocupaban esas heridas abiertas y hematomas realmente serios que se pintaban en su delicada piel.

𝐂𝐇𝐄𝐎𝐍𝐒𝐀, 𝐂𝐇𝐄𝐎𝐍𝐒𝐀 [RESUBIENDO]Where stories live. Discover now