🐇(𝟎𝟐)

299 34 11
                                    

La luz tenue que casi sobrepasaba sus párpados pesados se calaban en finas líneas por las cortinas amarillas de la ventana. Con lentitud abrió los ojos, obligándose a acostumbrarse y observar absolutamente todo a su alrededor, más cuando paró la vista al híbrido angelical que dormía plácidamente a su lado. Un vaho dejó ir, un suspiro, por sentirse bien al despertar junto a él. Era una imagen demasiado bonita y que lo encantaba; a su conejito le rozaban las pestañas en las rechonchas mejillitas, estas eran naturalmente de un tono rosadito y la nariz redonda más su carita de forma de corazón eran espectacular de admirar, añadiendo esas orejas cenizas suaves y felpudas que volvía todo en sí adorable junto con la pijamita de monos. Jamás se cansaría de verlo.

¡Hasta parecía un peluche!

Se removió con cuidado, siguiendo en la misma posición de estar de costado, manteniendo un brazo alrededor de la cintura de Yeosang y no dejando que se separasen por ningún movimiento de parte del uno o del otro. Inclinó la cabeza para depositar besitos en la coronilla del contrario e inmediatamente sonrió enternecido por escuchar ronroneos de satisfacción y ver que se removía de a poco para solamente después chillar bajito un «Hwa, i'm sleeping!... But don't stop¹» que logró sacarle una risita ronca.

──Good morning for you too, my little Bunny²──Murmuró el mayor con cierto deje de sarcasmo que obviamente el rubio no entendería para nada. Llevó su zurda hasta la cabecita de este para acariciarla entre las orejas, lugar donde le gustaba que lo acariciaran.

Con una tristeza que emergió de repente(y con razón)por la sola idea de que tenía que ir a trabajar y volver a dejar a su híbrido, se acercó a él y depositó otro besito entre las orejas para luego arroparlo con aquellas cobijas que tanto adoraba, se quedó admirándolo por unos segundos y cuando decidió que era suficiente-porque nunca era suficiente en realidad-se levantó, saliendo de la cama con unos cuantos crujidos de huesos y quejas por lo adolorido que se sentía su cuerpo. Además, la noche anterior no se había quitado sus ropas. De modo que, retirándose del cuarto, pasó al suyo propio para dirigirse de una vez a su baño teniendo en mente llenar la bañera con agua caliente para relajar sus músculos tensos.

Cometido que cumplió media hora posteriormente.

Terminado de asearse y sintiéndose quedamente relajado, se vistió seguido de una camisa de vestir color salmón, encima una chaqueta beige oscuro, jeans negros y unos zapatos de cuero negro, con el cabello peinado de lado, leve maquillaje para no hacerse notar lo ojeroso y cansado que lucía y perfume.

Cruzó el cuarto estando listo, echando un vistazo a la hora de la alarma que estaba en la mesita de lámpara, cerciorándose de que ya iban a ser cinco para las ocho de la mañana. En cuanto dio un paso fuera del cuarto y a punto de cerrar la puerta detrás suyo, cierto conejito somnoliento salía descalzo, restregándose un ojito y bostezando poquito.

──¿Hwa?──Musitó, alzando su carita para mirarlo directamente a él con esos ojitos angelicales y una sonrisita ladina.──Good morning, Hwa³.

Seonghwa no evitó sonreír ampliamente por lo demasiado lindo que se veía Yeosang. Dios.

──¿Dormiste bien, mi Cheonsa?──Quiso saber, acercándose y tomándolo en brazos fácilmente siendo rodeado por el cuello y por la cintura con las extremidades contrarias; cargarlo era sencillo debido a que era de corpulencia liviana a pesar de tener doce años. Pesaba lo mismo a cuando lo conoció, teniendo ocho añitos.

──Don't go, Hwa⁴──Rogó el menor, recostando su cabecita en el hombro de su dueño.

Este suspiró despacio. Antes ni bien sabía hablar fluidamente el inglés o entenderlo siquiera; las clases con su amigo San había sido de mucha ayuda en aquel entonces, por lo que su corazón no evitó apretarse al escuchar a su conejito decirle que no se fuera. Pero incluso así, no podía por los momentos, lastimosamente.

𝐂𝐇𝐄𝐎𝐍𝐒𝐀, 𝐂𝐇𝐄𝐎𝐍𝐒𝐀 [RESUBIENDO]Where stories live. Discover now