Capítulo 26: La mañana siguiente.

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Louis despertó la mañana siguiente con un fuerte brazo envolviendo su cintura, suavemente. Las venas de sus manos resaltando y esos largos dedos que provocaron un desastre en él anoche. Las mejillas de Louis se colorearon en un tono carmesí ante el recuerdo. A pesar de que, esperó el sentimiento de arrepentimiento arribar como la última vez en aquella habitación iluminada, no lo hizo. En su contrario, lo único que podía sentir era felicidad. Gozo y dicha.

Louis sonrió, acurrucándose más cerca de Harry; su espalda chocando completamente contra el pecho de Harry. El chico, a su vez, murmuró algo ininteligible y enredó sus piernas con las de Louis. Si le preguntaban, no sabría cómo explicar en dónde terminaba él y comenzaba Harry.

La noche anterior se basó en sexo, sexo, sexo y Harry. Todo su mundo se inclinó ante la calidez que le brindaba. Justo en estos momentos, sabía que, no sólo era un humano compuesto en tristezas o decepciones, porque también podía resplandecer en matices sutiles que cambiarán y nunca perderán su brillo genuino.

—Buenos días, Lou —sintió una brisa fresca chocar contra su nuca. Un susurro ronco, haciéndolo estremecer. Aún se encontraba adolorido y sensible por la noche anterior.

Louis emitió una risilla, tonta. —Buenos días, Hazz —su pecho se hinchó en seguridad y protección. Girándose, lo abrazó de su cintura y escondió su rostro en su pecho.

Y fue ahí, cuando se percató. Ambos se encontraban limpios; después de su última sesión de sexo, Louis durmió, totalmente exhausto. Pero Harry se encargó de limpiarlos... de limpiarlo a él: por fuera y por dentro. Así como recoger sus vestimentas que dejaron extendidas por toda la casa.

Harry lo apretó fuertemente en sus brazos; su corazón acelerándose y dijo—: Estás aquí —rio, aliviado—. Tú te quedaste. No te fuiste.

Louis sonrió, sin poder sostener las emociones tan fuertes que sentía por este chico y alejándose levemente, besó su mejilla, gentilmente.

—¿Te arrepientes? —nuevamente, la incertidumbre en la voz de Harry. Louis frunció sus labios, descontento.

—No —dijo velozmente. Sin pensarlo—. No me arrepiento.

Harry suspiró, la incertidumbre escapando de su expresión y juntó sus frentes; el ambiente se sentía tan íntimo que, Louis simplemente deseaba quedarse así durante todo el día. Hasta que sus piernas, así como, sus brazos se entumecieran. Hasta que sus estómagos reclamaran por falta de alimento. Hasta que anocheciera y necesitaran descansar, una vez más.

—Hazz —tentativo. Sintiendo a Harry posicionar, ahora, su mentón sobre su cabello. Tarareó, escuchando y Louis prosiguió—: ¿Por qué tu habitación es lila?

Riendo suavemente, respondió—: Alyssa amaba pintar la casa con colores pasteles y, su color favorito siempre fue el lila. Así que, un día, decidí pintarlo de ese tono; por eso mismo la casa parece de campo; Michael y yo queríamos algo que nos recordara su presencia aquí —Harry tensó sus brazos y Louis se escondió más en ellos.

—Me gusta —afirmó, viendo el tono lila, contrastando con sus muebles oscuros y sus libreros—. La primera vez que desperté aquí, me pregunté cómo es que un idiota arrogante usaría colores tan bonitos como el lila —bromeó ligeramente, sintiendo una juguetona palmada en su trasero como respuesta.

—La primera vez que despertaste aquí, estabas muy ocupado escapando de mi habitación, como para percatarte del color.

Louis rio. —Oh, créeme —hizo un mohín con su mano—; fue lo primero que vislumbré cuando desperté. Se siente como un recuerdo vívido, sólo que, en ese tiempo te odiaba; verdaderamente lo hacía. Y ahora, eres mi n... —Louis guardó silencio inmediatamente cuando se percató de su error. ¿Qué mierda estaba por decir?

—¿Qué? —Harry lo alejó de sus hombros; con una expresión confundida, simultáneamente, anhelante.

—¿Qué? —Louis repitió, fingiendo desentendimiento. Harry entrecerró sus ojos, quedándose pensativo por unos segundos y, cuando la información terminó por concretarse en su cerebro, fue sonriendo lentamente hasta formar una odiosamente preciosa sonrisa con hoyuelos sobre su rostro. Sus ojos destellaron; el verde resaltando en felicidad y anhelo.

—¿Por qué me miras así? —Louis gruñó, intentando alejarse; sin tener éxito. Por el contrario, Harry decidió sentarse, llevándose a Louis consigo, subiéndolo en su regazo. Aún se hallaban desnudos y Louis sintió sus mejillas tornarse rojas ante su desnudez.

—Louis, ¿qué estabas por decir? —Harry acarició su cintura con movimientos suaves de sus dedos pulgares. Louis negó; nervioso. No quería ser rechazado—. Amor, éste es tu lugar seguro. Puedes confiar en mí.

Louis frunció su ceño, evitando las lágrimas emocionales brotar de sus ojos. Tal vez, Harry realmente jodió su cerebro... y un poco más. Sus manos temblaron, obligándolas a entrelazarse. Al percatarse, el chico las tomó entre las suyas y sin retirar su mirada de los ojos de Louis, las besó. Brindándole conforte.

—Bien —Harry susurró—; entonces, yo lo haré.

Ladeando su cabeza como un gatito curioso por respuestas, Harry acunó su mejilla, frotando su dedo pulgar sobre ella. Louis se inclinó hacia el toque, y con su mano libre, Harry acarició su vientre como si estuviese tocando una escultura. Una obra de arte. Él lo era. Louis lo era. También, desde hace un tiempo, sus brazos eran su hogar; su alma lo buscaba en el cielo de estrellas infinitas. Bello y eterno surcando las corrientes de los sueños más gratificantes. Una ternura que desataba a su corazón un propio Sol; tibio, colándose por su puerta. Suaves caricias que iba dejando en su corazón, inflamándolo en afecto, en un resplandor brillante como el polvo sobre la piel suave.

—Cariño —los apodos ridículos lo hacían feliz—, ¿me dejarías demostrarte que el amor no es tan espantoso como lo imaginas? —sonrió, dulcemente—. Porque, si me lo preguntas, me gustas mucho. Siendo mi favorito.

—¿Tu favorito, en qué? —tembló.

—En general —respondió, frunciendo su nariz y así, evitar sonreír—. Por sobre todas las categorías.

Louis gruñó, totalmente apenado y escondió su rostro entre sus manos. Harry rio, al ver las entrañables acciones del chico. Jamás se cansaría de verlo. Podría pasar toda una vida admirándolo; Louis era el Sol resplandeciendo fuerte, audaz e increíblemente único y Harry, era aquella planta persiguiendo su luz, tratando de regalarle más días a su corta existencia. Tal vez, queriendo alcanzar al Sol.

—Te odio tanto —sus ojitos se encontraban brillantes. Ligeramente humedecidos; y más tarde, Harry recibió el beso más cariñoso, con gusto, deseo, respeto, admiración, afecto, ternura, simpatía y ambición. Fue lo más hermoso, lo más maravilloso que le ocurrió en su vida.

—Cariño... —Harry susurró embelesado ante la imagen tan encantadora. Su voz se hizo más gruesa.

—¿Mphm?

Tomó una fuerte respiración; afuera, adentro. Sus manos temblaron, intranquilas y cuestionó, suavemente—: ¿Saldrías conmigo, Lou? —Finalmente, hizo la pregunta; aprovechando que Louis se encontraba mareado con su beso. Incluso, las palabras se escuchaban foráneas para él, pero totalmente emocionantes. Un suave sonrojo apareció en sus pómulos y, el nerviosismo le nublaba su sentido coherente porque, lo quería en su vida. Retenerlo. Tenerlo.

Louis rio, intranquilo. Su labio inferior temblando; su nariz roja. Asintiendo con su cabeza, murmuró—: Sí, me encantaría salir contigo, Harry.

Con su garganta apretada, su pecho retorciéndose en genuina feliz, Harry lo besó. Grabándose en él; porque, al final del día, sus cuerpos terminaron uniéndose. Sus mentes llamándose y sus almas acariciándose.



















Todo el amor, siempre. Les ama Frida.

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