Capítulo 7: Pensamientos incongruentes.

8.2K 862 624
                                    

Harry no podía creer que una persona fuera tan singular a la vista. Es decir, durante sus diecinueve años ha visto a personas reír, llorar, en hospitales psiquiátricos —en hospitales en general—; gritar, exudar desesperación, desesperanza, pero nunca, esas personas le parecieron singulares. Interesantes.

No hasta Louis; el chico, siempre le pareció interesante. Cuando lo observaba en química, con sus labios fruncidos en concentración; su cabello cayendo sobre su suave frente; sus ojos recorriendo sus reacciones químicas, para después anotarlas en sus notas; la punta de su lápiz siendo mordisqueada entre sus dientes; un pie encima del otro cuando se sentaba; sus mejillas inflándose en un acto inmaduro cuando sus reacciones no salían acuerdo sus pensamientos; su cabeza ladeándose mientras escuchaba con atención al profesor y sus diminutas sonrisas orgullosas cuando sus resultados eran acuerdo sus pensamientos, creía que no había visto a persona más cautivadora por leer.

Ahora, con su rostro decayendo lívido, y la gorra que olvidó hace una semana en su habitación, Harry se preguntó si recordó algo desagradable. No deseaba escucharse preocupado, pero joder, de momento la expresión del chico fue tan abierta. Sus ojos azules centelleando con luminosa excentricidad, invitándolo a dudar de sí mismo. Fue tan genuina y sincera que Harry se encontró trastabillando entre pensamientos incongruentes.

—¿Louis? —Cuestionó tentativamente, tratando que su voz sonase neutral.

—Lo lamento, lo lamento —repitió, emitiendo una risa seca. Falsa—. Es vergonzoso que olvidara esto aquí. —Elevó el accesorio por encima de sus ojos y mostró redención. Harry no creyó sus palabras; existía un significado más profundo en esa expresión despavorida que no quería admitir.

Asintió sin presionarlo y con manos ilógicamente temblorosas, comenzó a servir en dos cuencos el arroz. Desde el viernes, anticipó la comida y ahorró más dinero para costear su comida. El arroz basmati no era precisamente barato, y con su sueldo en la pizzería donde laboraba, logró comprar un poco. Sabía que era bastante patético, pero quería cocinar su comida favorita para Louis. También, era bastante irracional, pero finalmente el chico lo estaba mirando. Después de años, Louis lo miraba; finalmente tenía sus azulados ojos sobre él.

Anteriormente, le preguntó si quería algo en particular, porque no deseaba verse como un idiota escalofriante que anticipaba almuerzos para sus compañeros de trabajo.

Incluso, Michael se burló de él por su entusiasmo. Sabía que ambos trabajarían en un proyecto juntos y Harry actuaba como si estuviesen en una cita romántica. Probablemente, a Louis no le gustaban los hombres o no le agradaba Harry. A Harry tampoco le gustaba Louis... simplemente lo admiraba por cuan inteligente era.

Posicionó ambos platos en la barra y sentándose a un lado de Louis, esperó a que el chico probase un poco del arroz. No sabía por qué se encontraba tan nervioso. Jesús, sólo era comida. Nunca le importó lo que las personas pudiesen pensar de él.

Espero que te guste, Lou. Lo hice especialmente para ti.

Lentamente, Louis tomó un poco de arroz en su tenedor e introduciéndolo en su boca, gimió gustoso. Cerró sus ojos por algunos segundos y cuando los volvió a abrir, sus pómulos se hallaban adorablemente enrojecidos; avergonzado de su anterior acción. Lo que Louis no supo fue que, Harry emitió un suspiro tan aliviado, que inclusive, estuvo reteniendo su respiración, expectantemente.

—Desagradable —Louis comentó, mientras asentía frenéticamente con su cabeza y comía más arroz. Volvió a cerrar sus ojos, saboreando—. Bastante desagradable. —Repitió su mentira.

Harry exudó una risa áspera por lo bajo y comiendo con felicidad, dijo—: Es muy maleducado de parte tuya mencionar lo desagradable de una comida con el dueño de esa preparación enfrente tuyo, Louis.

Under the sheets [ls]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora