Under the sheets [ls]

Capítulo 19: Noticias satisfactorias.

—Entreguen sus trabajos finales, por favor chicos —el maestro Thompson exclamó a toda la clase de química—. Los van dejando en mi escritorio, ordenadamente.

Louis abrió su mochila, sacando rápidamente el trabajo que elaboraron sobre la quimioluminiscencia. Sentía la presencia de Styles a su lado y tomó bastante de su cordura para no temblar. Ya que, últimamente su situación empeoró. Totalmente se vio afectado de maneras inimaginables.

Éste último mes, Harry se comportó como... como un imbécil.

Un imbécil que, besaba con ternura y cuando Louis no podía detenerse, profundizaba su ritmo como el peor afrodisíaco. Lo alimentaba, pues un día, Louis le confesó que la comida del colegio le disgustaba y desde ese momento, Harry era quien le otorgaba sus almuerzos, aún cuando estuviese escaso de dinero. Primeramente, Louis deseó pagar por los desayunos, pero el chico lo despedía con besos y caricias que estaban haciéndoles cosas completamente extrañas al corazón de Louis. Recientemente, se encontró a sí mismo sonriendo con más frecuencia, revisando su celular con mayor entusiasmo, respondiendo llamadas que, en un pasado jamás podría hacer por su ansiedad. Se halló a sí mismo bajando la guardia ante una persona con manos gentiles, labios suaves y apodos ridículamente enternecedores.

Éste último mes, Harry se comportó como un imbécil y Louis se aterró. Su corazón nunca se aceleró cuando vio a otra persona entrar a una misma habitación. Sus ojos jamás brillaron observando a su amigo entrenar para el juego venidero de fútbol americano. Y estaba completamente seguro que, su mente no divagaba o se distraía mientras hacía tarea o estudiaba para sus exámenes. Louis estaba pisando el terreno del que siempre intentó alejarse, y si continuaba dejando pisadas en aquel cemento fresco, arruinaría toda la construcción. Él se arruinaría.

Amigos. Louis no podía sentir emociones más enigmáticas que las de una amistad... una amistad en donde los protagonistas se besaban, se abrazaban, se daban de comer, bromeaban por horas en el celular, se decían apodos cariñosos y se miraban con tanta intensidad que era extraño que sus amigos todavía no reprocharan su falta de discreción.

Era extraña la manera en la que su vida se había convertido el último mes. Harry se alejó de su anterior grupo de amigos idiotas y ahora pasaba más tiempo con los chicos del equipo —él se veía más contento—. También, sus amigos y los de Louis crearon un vínculo amistoso que los reunía en pláticas agradables, sencillas, honestas y completamente aterradoras. Aterradoras porque, hacían a Louis salir de su zona de confort. Se sentía tan a gusto que, era incorrecto. Él no se tenía permitido poseer emociones o sentimientos tan fuertes por alguien. No podía acostumbrarse.

Todos, en algún momento, se marcharían y Louis se quedaría con el recuerdo doloroso de lo que alguna vez fue tener amigos o pareja. Debía huir, porque entonces llega alguien que le hace sentir demasiado y le gusta con tanta fuerza que le asusta la idea de que se vaya, llevándose lo poco que queda de él. El tiempo y el miedo son una combinación venenosa; el miedo paraliza y detiene, pero el tiempo no espera. Ocasionalmente, cuando el miedo es superado, el tiempo ya ha transcurrido y para ese momento, haber vencido el miedo es totalmente irrelevante.

Louis tenía que alejarse y detener sus despreciables ilusiones; muy pronto se iría a Columbia, abandonando Portland, exceptuando a sus padres y Niall. Louis tenía que alejarse.

—¿Ésta todo en orden? —La voz pesada de Harry se escuchó a su lado y Louis brincó en su asiento, con sus manos arrugando el portafolio.

—Sí, sí —vaciló—. Um... iré a entregar el trabajo —elevó el portafolio y evadió la mirada del chico.

—Oye, Lou —Harry lo tomó de su mentón y lo giró hacia él con una expresión preocupada. No me veas así. No me hables así; lo haces más complicado—. Si lo deseas, yo puedo entregarlo o puedo acompañarte. No tienes que hacerlo tú solo.