Príncipe azul.

180 28 15
                                    

-Emily Hargreeves.-

—¡¿Te lo puedes creer?!— Me quejé por milésima vez.—

—No es tan malo..— Dijo Dominic, saliendo de la cafetería a mi lado.—

—Bueno, si, podría ser peor, claramente, pero ahora ambos estamos obligados a ir.— Lo volteé a ver.— A no ser de que tú no quieras.—

—Me da igual.— Respondió de forma fría, cómo casi siempre.—

No había casi nadie en los pasillos, todos estaban en alguna actividad, o en la cafetería, aún era hora del almuerzo.

Bufé.— Ahora debo hacer mil cosas para ir a ese estúpido baile.—

—¿Qué tanto debes hacer para un maldito baile escolar?— Preguntó.—

—No lo sé, elegir un vestido, maquillaje, peinado, todas esas cosas.—

Lo cuál, es una mierda, desde mi punto de vista. Estas cosas siempre me parecieron de lo más frívolas y ridículas, y como si tener que asistir a uno de esos eventos anualmente no fuera suficiente, en mi escuela hay dos por año.

—Tú no necesitas todo eso.— Dijo él.—

—¿Cómo dices?— Lo volteé a ver.—

— Digo, no lo necesitas para verte bonita, úsalo si a ti te gusta.—

Sentí mis mejillas enrocejerse un poco, ¿Acaso acababa de decir que ya era bonita?

—Claro, a eso me refería..— Dije.— ¿Vas a decirme por qué llegaste tarde?—

Cambié de tema, para tratar de evitar el estúpido echo de que a mi cerebro se haya ocurrido pensar que él había insinuado que yo era bonita, por qué eso, ciertamente era imposible.

Por qué claramente él no me ve de esa forma, y probablemente jamás lo hará, por qué soy, simplemente yo.

—Bueno, fué una semana difícil.— Contestó.—

—¿Semana? Pero si..—

—Dos días para ti, una semana para mí.— Me interrumpió.— Estuve tratando de averiguar quiénes estaban buscándolos.—

—¿Encontraste algo?—

Negó con la cabeza.— No, nada.. El futuro es una lotería, y la menor alteración..—

—De los acontecimientos podría afectar la línea temporal.— Terminé por él, mientras me veía confundido, aunque casi puedo ver cómo sus ojos brillan de una grata sorpresa.— Papá lo dice siempre, era su gran advertencia de por qué no podíamos viajar en el tiempo.— Expliqué.—

—Bueno, odio admitirlo, pero Cinco tiene razón.—

—Vaya, eso es nuevo, ¿Te sientes bien?— Bromeé.—

—Si, si, estoy bien.— Dijo en un tono algo sarcástico.— ¿Puedo preguntarte algo?—

—Ya lo hiciste.— Respondí obvia.—

—Además de eso.—Dijo rondando los ojos.—

—Claro.—

—¿Tanto te molesta ese estúpido baile? Sé que yo no soy precisamente un príncipe azul pero...—

—Un príncipe de cuento de hadas no es lo que busco.— Lo interrumpí.— Eso jamás fué mi tipo.—

Lo que es verdad, no necesito un príncipe que me salve, ni que alegre mi mundo con su estúpida sonrisa.

La profecía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora