𝐃𝐎𝐋𝐋𝐀𝐑 𝐌𝐀𝐍 ━ MICHAEL GRAY

Epigrafe

Valentine Dubois tenía un raro estado de belleza que atraía a muchos. Quizás era el hecho de que ella era tan consciente de sí misma, no la molestaba su belleza parisina, era un tipo de belleza que a las mujeres les encantaba odiar y los hombres odiaban amar.

La joven había crecido en sus curvas e incluso a los diecisiete años tenía un aire de madurez que la hacía aún más encantadora. Su cabello era marrón oscuro y sus labios siempre estaban pintados de un rojo atrayente, pero el rasgo más envidioso eran sus ojos: un azul penetrante, resaltado por un maquillaje oscuro y sombrío.

Un suave y sensual "Bonjour, monsieur" era suficiente para hacer que las rodillas de los hombres se doblaran y los labios temblaran.

Toda la familia Dubois era extrañamente hermosa, con tez impecable y la estructura ósea de una figura mitológica griega. Era como si estuvieran hechos a mano, hechos con todo el cuidado del mundo y se les diera el regalo de una buena apariencia, que sin duda era inmerecida. Su padre, Gabriel Dubois, era un hombre aterrador que se negaba a hablar inglés y, en cambio, usaba a su familia para que le tradujera.

Él era la cabeza de la familia, era terco y descarado, pero amaba a su familia de todos modos, sin importar los pecados que habían cometido, aunque eso pudo haber sido porque fue él quien los persuadió. Sus hijos eran su orgullo y alegría. Lucas y Valetine. Ellos no podían equivocarse ante los ojos envejecidos de sus progenitores, Camille y Gabriel.

Valentine amaba a su familia, hasta cierto punto. Y amaba todo lo que podían darle. Pero lo que realmente quería, más que nada en el mundo, era un amor por el que valiera la pena luchar. Un amor que no fuese forzado por un acuerdo concertado o una simple coincidencia. Quería un amor que solo se encontraría en una pareja que la entendiera como nadie.

Tal vez por eso encontró ese amor en los brazos del Peaky Blinder, cuya situación era muy parecida a la suya.