La guerra, parte II

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—Sé que trabajaste para Gary Connor, me lo contaste —Blake expresó con calma al beber del vaso—, y sé que ese tipo te hizo mucho daño. Pero, ¿por qué sientes que luchas contra él si ya lo mataste?

—Porque son los sobrevivientes de su grupo... la gente que seguía sus ideales. Además, ahora tienen a un nuevo líder. —Pausé al dar un trago largo a la bebida. Continué—: y ese líder es el segundo hijo de Gary Connor. Su nombre es Rhys Connor y es el hermano menor de Oswin Connor. Sé que Rhys tiene diecisiete años actualmente y su madre, Eveline Franco, tiene influencia con los hombre de Gary. Sé que nació fuera del primer matrimonio de Gary, pero no fue hasta que cumplió nueve años que su padre lo nombró heredero digno de toda su riqueza y su poder. Y yo fui un imbécil al subestimar a Eveline y su capacidad para controlar a otros. Ahora quieren venganza contra mí y es probable que quieran matar a Oswin. Sin embargo, tengo entendido que en el testamento de Gary, en el documento oficial, Oswin sigue siendo el heredero legítimo de la familia Connor. Y no hay nada que puedan hacer. Eveline fue la amante de Gary, por lo que no tiene poder para cambiar el documento. La madre de Oswin fue asesinada hace tiempo por el mismo Gary y era la única persona que pudo haber optado por hacer el cambio además de Oswin.

—Sí, sé que el tipo era conocido por su brutalidad y crueldad.

—Pero... —pronuncié desesperado—, ¿debo aceptar que mi guerra con él no ha terminado? A diferencia de Gary, ellos tienen más información sobre mí, sobre mi familia, sobre mis allegados y sobre mi territorio.

—Si te tranquilizas, podrás analizar la situación y encontrarás una solución. Quizás no tengas el poder para detener todos los ataques, pero sí una forma de demostrar que es difícil que puedan destruirte.

—Lo sé. No voy a dejarme vencer y es obvio que tengo que buscar una forma para descubrir sus siguientes movimientos. De hecho, tengo una corazonada. Creo que atacarán el laboratorio.

—Toma las debidas precauciones y, si puedes, haz jugadas inesperadas.

Ante las palabras de Blake, moví la mirada hacia la pastilla de droga sobre la mesa. Luna era mi única conexión real con Oswin Connor. Ahora estaba seguro de que el segundo Connor había iniciado la producción falsa de Luna, había involucrado al ex grupo de Hanz y hasta había adquirido un artículo de la gente que trabajaba en el mismo laboratorio que Cal. Era muy factible que el informante era Pedro.

—Heath, ¿por qué no descansas por hoy? Estás agotado y si duermes un poco podrás ver con más claridad las cosas y tomar una decisión —Blake habló con un tono sereno. Abandonó la posición y se acercó a la orilla de la barra.

Terminé mi bebida de un trago largo, luego me dirigí hasta Blake y toqué su mano. Nuestras miradas se entrelazaron y no pude evitar sonreír con timidez. Me había tranquilizado y, al hablar, había comprendido que lo que vivía era una consecuencia de mis actos. No podía ignorar la situación y huir de ella.

—¿Puedo besarte? —pregunté con titubeos.

Blake asintió con la cabeza. Acto seguido, acorté la distancia y besé los labios de Blake. El beso era cálido y agradable. De pronto, mis manos se colocaron en la cintura y brazo de él. Había levantado un poco mi cuerpo sobre las puntas de mis pies para no romper la caricia. Sentí que Blake tocó mi cintura y acercó su cuerpo más a mí. Podía percibir el calor al contacto con su piel.

—Blake —dije al romper el beso—, te extraño.

Blake no replicó. Soltó mi cuerpo y se acercó al sillón de la sala. Por unos minutos me quedé estático. ¿Por qué no había continuado? Casi podía asegurar que él también estaba deseoso por proseguir; sin embargo, había sido como si hubiera evitado mi cuerpo.

El Dragón del EsteWhere stories live. Discover now