Deseos

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—Hey —hablé con un tono calmo. Estaba acostado junto al cuerpo del otro hombre y con la mano sobre su pecho marcado por el ejercicio constante—, dime algo.

—¿Qué pasa, Heath? —sonó su voz seria. Su mano iba de arriba para abajo en mi espalda alta.

—Pues, los dos tenemos trabajos poco fáciles de sobrellevar y sé que la relación será difícil, pero dime, ¿cómo vamos a comunicarnos?, ¿cómo vamos a llevar a cabo la relación?

—Comunicarnos no será un problema. Usarás uno de los teléfonos extras que tengo para evitar ser descubierto. El verdadero problema es definir qué quieres.

Levanté un poco mi cuerpo para contemplar el rostro de Blake. Sus ojos azules me observaron y su mano detuvo los movimientos cerca de mi espalda baja.

—¿Lo que yo quiero? Blake —dije con sensualidad—, esto no es un juego para mí. Quiero que salgamos, que nos conozcamos más, que tengamos una convivencia fuera de la cama y el sexo. Ésta es una relación de dos no de uno.

Unas horas atrás había descubierto el verdadero nombre de 'John' y ahora sabía que se llamaba Blake Just. Debía aceptar que su nombre compaginaba más con la imagen de vampiro de películas.

—¿Y qué quieres?, ¿quieres que salgamos a comer a restaurantes como si fuéramos cualquier pareja?, ¿ir a los centros comerciales y visitar los cines?, ¿andar por ahí en los parques de diversión? Heath, no somos estudiantes de preparatoria ni tampoco tenemos ese lujo. Eres un Señor de la Droga y yo soy un agente secreto.

—Tampoco hablaba de algo así —recriminé al sentarme en la orilla de la cama—, pero no voy a aceptar que nos encontremos sólo para tener sexo, y eso lo sabes.

—Bien —repuso Blake al acercarse a mí—, podemos salir tomando precauciones. Vernos en casa. Ya sea tu casa o la mía.

—Me parece bien —admití.

Sin previo aviso, Blake empujó mi cuerpo de vuelta a la cama, se colocó sobre mí y comenzó a besar mi cuello. Sus manos se movían por mi torso y bajaban hasta mi ingle. Cerré los ojos y busqué su piel. Acaricié su espalda ancha y luego su rostro.

—Heath —Blake dijo cerca de mi piel—, tengo que irme.

Ambos rompimos las caricias y nos contemplamos por unos instantes. Blake abandonó la posición y salió de la cama. Él comenzó a vestirse y yo lo imité. Me senté en la orilla del colchón y busqué mi ropa.

—Aquí tienes —Blake dijo al ofrecerme un teléfono de apariencia vieja, de esos que no son de pantalla táctil y que todavía tienen un teclado con botones—. Está cifrado y tiene grabado mi número. Con éste no podrán asociarnos. El número con el que te contacté es del otro teléfono, así que elimina ese mensaje. Procuraré responderte con rapidez, pero considera que a aveces las misiones no me permiten ni unos minutos para hablar o para revisar el teléfono.

—Yo igual —divulgué al tomar el celular—. Tampoco será tan fácil para mí.

—Por ahora busquemos una forma de estar al pendiente y de vernos. Dame tu dirección.

—Blake... —Me puse de pie y me acerqué al otro. Toqué su mano y esperé una reacción romántica, pero sólo obtuve la misma mueca seria característica de él. Suspiré y continué—: eso quiere decir que no puedes acostarte con otras personas, ¿queda claro?

—Eso me parece más que obvio. Así que es lo mismo para ti.

—Y vamos a intentar que esto funcione, ¿vale?

Blake asintió con la cabeza. Retiró la mano de mi tacto y terminó de vestirse. Yo regresé a mi actividad y coloqué las prendas correspondientes. Todavía no podía creer que ahora éramos una pareja.

El Dragón del EsteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora