Su nombre

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Los siguientes días llegaron con noticias sorpresivas. Un nuevo grupo, al que algunos llamaban como 'Los Alquimistas de Agua', había conseguido ganar territorio en el Distrito de Gota y ya habían reanudado actividades de venta. Pronto llegaría el día en que Connor y yo nos encontraríamos como líderes. Así que lo único que me quedaba por el momento era proteger mi territorio de la frontera del oeste y el suroeste. Además, todavía buscaba información del segundo hijo de Gary Connor.

Por fortuna, para nosotros, habíamos comenzado las exportaciones locales a las Islas Brook para continuar con nuestras ganancias estables y sostener a la organización, pues Princesa, escoltado por Roy y su escuadrón, había asegurado una transacción pacífica y segura.

Esta noche, casi dos semanas después de la reunión con Hanz, estaba en junta con Princesa, Roy y Charles en la oficina. Aunque la oficina no era muy grande, tenía un espacio suficiente para asambleas con mis subordinados más importantes. Princesa estaba sentado en una de las sillas frente a mí. En esta ocasión traía un vestido corto para cocteles de color rosado claro, una peluca de cabello negro y su rostro levemente maquillado. Había entregado una carpeta con el reporte entero de las negociaciones entre los compradores de las islas del extremo este y el grupo. Roy, en la otra mano, estaba parado junto al librero cerca de la puerta. A diferencia de Princesa, los ropajes de Roy eran negros y militarizados y estaban cubiertos por una chaqueta de color café. A pesar de que Princesa y Roy habían tenido algunos problemas al inicio, ahora ninguno de los dos hacía comentarios de quejas... o eso había creído. Charles se hallaba cerca de la ventana junto a mí y estaba parado de brazos cruzados.

—Los clientes recibieron la mercancía y están muy contentos con la calidad de nuestros productos —Princesa informó con una sonrisa en el rostro—. Fue una gran estrategia contratar al chico rarito; a Nekros.

—¿Hubo algún problema de seguridad? —dirigí la pregunta al mirar a Roy. Yo estaba en la silla de respaldo alto y brazos de esas que se usan en juntas de ejecutivos.

—No, por ahora —la voz de Roy sonó en la habitación como algo denso y que parecía ocultar un sentir.

—¿Por ahora? —continué—, explícate, por favor.

—Uno de los sujetos, de los compradores, el tal Suárez —Roy habló al dar dos pasos en dirección al escritorio y quedar cerca de las silla de Princesa—, hace ciertos comentarios cada que se encuentra con él.

—Te he dicho mil veces, bombón, que me digas Princesa —de manera rápida, Princesa expuso con una sonrisa coqueta.

—Es parte de su encanto, Roy —dije con calma—, es una de las razones por las que es un negociante. Será un hombre, pero es consciente de su imagen femenina y usa este poder para convencer a los hombres. No tiene nada de malo usar nuestras apariencias para conseguir algo, menos en un negocio como el nuestro.

—No es eso, jefe.

Contemplé con duda a Roy. No había esperado una respuesta después de la explicación.

—Hay un cierto peligro al que Edward se expone.

—¿Un peligro? —Princesa preguntó al ponerse de rodillas en la silla y encarar a Roy—. ¿Cuál peligro?, ¿tener sexo con Suárez?

—Princesa —Charles intervino antes de que Roy pudiera replicar—, sabes bien que tienes prohibido acostarte con los clientes, compradores primarios, exportadores y proveedores.

—No voy a acostarme con él —Princesa recriminó al mirar hacia nosotros—, no soy estúpido. Nunca he roto la regla de oro y lo saben.

—Entonces... —Regresé la mirada a Roy y proseguí—: ¿por qué dices que hay peligro?

El Dragón del EsteWhere stories live. Discover now