25. Conmigo

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"Ni el mismo diablo y su infierno,

Podrán apartarte de mí"

R.G

Souja

Quedo mirando en la dirección en que salió la Dra. Pearson, su actitud me pareció algo sospechosa, pero al observar que todo esta en orden, se alivia un poco ese miedo que tengo de que alguien pueda venir y hacerle daño. Por otro lado, en ningún momento los dos gorilas que están afuera me hicieron saber que había alguien dentro de la habitación por que lo que pienso que la medico debió ingresar cuando hacían ronda o en el cambio de turno de los guardaespaldas.

Dejo esos pensamientos atrás, dirigiendo mi atención al hombre que yace acostado aún sumido en un sueño profundo del cual no se cuando pretende despertar. Me acerco al borde de la cama y acaricio su rostro, luce un tanto amoratado, pero tiene mejor aspecto a como estaba hace dos semanas atrás.

Dos semanas que para mí han sido un suplicio, por que no tengo idea cuando abrirá sus preciosos grises que tanto amo, o si me recordara cuando lo haga. Según los médicos puede haber consecuencias, como una posible amnesia por los golpes que recibió el ojigris en su cabeza, pero por ahora todo va avanzando conforme indican los especialistas que debe de ser.

Semana tres luego del evento.

Entro a la habitación de Kenzo, observo como milena, retira la barba que cubre el rostro de Kenzo, sonrío un poco al saber que al final de todo, aquel niño rebelde de Saint Patrick, encontró unos padres que lo quisieran, independientemente de lo que representan, he podido notar el amor que le tienen a su hijo, bueno por lo menos puedo asegurarlo por parte de la pelirroja, ya que el Sr. Nicola no muestra nada tras ese rostro maduro, serio y varonil, pero puedo decir que por lo menos se preocupa de la seguridad y bienestar del griego.

—Pásame una toalla húmeda querida—pide la Sra. Milena en cuanto me ve.

Asiento en su dirección y voy al baño por lo que me pidió, tomo una de las pequeñas toallas del mueble y la humedezco un poco con agua caliente.

—Tome—le digo, extendiéndole la toalla que llevo en las manos.

—Gracias, cariño—con mucho cuidado, desliza el paño húmedo, dejando ver la suave piel del mentón del ojigris.

Se nota un poco más delgado, pero eso no le resta ni un solo milímetro de belleza.

—¿Qué han dicho los médicos? —indago ansiosa, por recibir buenas noticias.

La pelirroja, suelta un suspiro—todo sigue igual querida, los médicos dicen que va evolucionando perfectamente, pero que ya está en él, despertar.

Me acerco a él, en cuanto su madre se aleja y entra al baño para limpiar los implementos que utilizó para rasurarlo. Mis dedos se deslizan por sus mejillas y sin poder evitarlo acerco mis labios a los suyos, depositando un pequeño beso, que quisiera fuera como en los cuentos de hadas, donde un beso de amor despierta al personaje de su largo sueño, pero no es así. Nada pasa.

—Tienes que despertar—le susurro, muy cerca de su boca—por favor—digo casi en un ruego porque me escuche.

—Dicen que aún en su inconciencia pueden lograr escuchar lo que sucede a su alrededor—habla la Sra. Milena, acercándose a nosotros—tal vez mi niño pueda oírte y decida volver.

—Eso espero—indico, volviendo mi mirada a él.

Cuarta semana luego del evento.

Hoy decidí pasar la noche con Kenzo, según los médicos sus heridas han sanado más rápido de lo que esperaban, dicen que es un hombre fuerte, sano y que en cualquier momento puede despertar.

Ébano +21 (Libro I Bilogía Claroscuro)Where stories live. Discover now