2. Bestia

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"Soy pecado, lujuria y perdición,

Soy la bestia que consumirá tu alma"

R.G

Santorini, Grecia 2021

Kenzo

—¿Ermac dónde estás? Hablo a través del intercomunicador, corriendo agitado para evitar que me claven un balazo.

—¡Mierda! — Exclamo buscando entre el ir y venir de los proyectiles y el mar de cuerpos extendidos sobre el césped, tratando de localizar a mi mano derecha y mejor amigo.

—¡me estoy quedando sin balas, maldito hijo de puta, contesta!

Nada, solo el silencio me contesta del otro lado, me cubro lo mejor que puedo explotando un par de cabezas desde mi posición, con la preocupación haciéndome perder un poco la concentración. Malditos italianos.

—Calma pastelito, que aún no me he muerto, solo que es difícil contestar, mientras me quieren rellenar el culo de balas, así que bájale dos y deja de ser una novia celosa.

Sonrió, por las idioteces que suelta el rubio, tiene esa mala costumbre de llamarme de esa forma, según él porque parezco un muñequito de pastel de bodas.

—Mueve tu culo y sácame de aquí, ya casi no tengo municiones y estos bastardos no sé dónde diablos salen tantos.

—En eso estoy jefe, suelta en tono divertido, ya voy a dar el toque final con mis amigas las granadas, así que cúbrete bien que voy por ti muñeca.

Y desata el infierno, estallidos se escuchan por doquier, salgo de mi escondite viendo como los italianos de mierda vuelan por los aires, descargo lo que me queda de balas, cargándome a un pequeño grupo que huye del despelote explosivo. Cortesía de Ermac. Tiro las pistolas cuando vacío totalmente el cartucho de ambas, sacando de la parte trasera de mi pantalón, las navajas que entierro a diestra y siniestra sobre los hombres del clan enemigo, desgarrando garganta, abriendo pechos y sacando ojos. La sangre me baña completamente y el olor fierro solo hace que mis fosas nasales se expandan y mi pecho se hinche orgulloso por deshacerme de estos cabrones. Me siento como un León que va despedazando todo a su paso. Haciéndole honor a mi apodo "la bestia del mediterráneo"

Los refuerzos llegan, y los pocos enemigos que quedan son arrinconados y ejecutados por mis hombres haciendo del jardín del restaurante donde me encontraba cerrando unos negocios un mar de líquido carmesí y cuerpos. Al menos los que aún siguen completos.

Mi amigo se acerca a paso lento, cojeando de su pierna derecha, al llegar a mi altura, veo el torniquete improvisado sobre la misma, deteniendo de cierta forma el sangrado que emana de su muslo.

—¿Bala? Pregunto levantando una de mis cejas.

—Una maldita Puñalada, cariño.

—Vamos, para que el médico te revise eso—suelto empezando a caminar, en dirección a una de las camionetas.

—Kenzo.

La voz del rubio detiene mis pasos, haciendo que me devuelva hacia él, en el momento justo para ver cómo se desploma quedando de rodillas sobre la tierra. Me muevo rápidamente en su dirección para ayudarle a ponerse en pie. Seguramente ha perdido mucha sangre por tal motivo esta tan débil.

—Ermac, mírame— le digo llamando su atención.

—Vas estar bien hijo de perra—bufa ante mis palabras—vamos—le digo indicándole se apoye de sobre mí.

Ébano +21 (Libro I Bilogía Claroscuro)Where stories live. Discover now