LXVI

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1881 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    Nada de lo que terminó pensando fue la solución para poder dormir, sino todo lo contrario. Pero también sabía que tenía que empezar a hacer algo.

    Era bastante retorcido eso de pensar de ganarse a la gente, porque era una especie de manipulación, si se pensaba un poco. Más porque era algo tan noble y tan bonito por otro lado, que lo hacía un poco más tétrico al ver ambos lados.

    No tenía por qué fingir ser alguien que no era, no tenía que crear una personalidad para agradarle a todos. Siendo como era podía lograrlo, era un plan en el que se iba a esmerar para no tener error alguno.

   Iba a traer a la Reina abajo de una forma, en la que si ella se atrevía a tocarle un solo cabello, el pueblo entero se levante en armas y antorchas para darle un castigo, porque el pueblo amaría tanto a su nueva princesa que hasta condenarían a su propia Reina por ella.

    Sonaba lindo, por un lado. Una princesa de carácter fuerte querida por su pueblo, respetada pero no temida, adorada bendecida, que era ella misma.  Contra una Reina desquiciada, arrogante y a la que solo respetaban por miedo.

    Pero por otro lado era siniestro también, una princesa cuya toda intención era hacer eso, tener a su pueblo de a su lado, porque era muchísima más gente que toda la nobleza junta, la multiplicaban por más de diez veces. Para que al primer momento que cualquier magnate se atreva incluso a hacerle el mínimo daño, o amenazarla de muerte que era lo más posible, la rebelión en la que el pueblo armaría por la memoria de su princesa traería todo el Reino Unido abajo.

    Podía tener ese poder en sus manos, poder que le iba a permitir vengarse de toda esa gente que le había hecho tanto daño, a ella, a sus amigos, a sus colegas. A tanta gente inocente.

    Perdonar sanaba el alma, ya lo había hecho, más por ella misma, pero la paz del perdón no se comparaba en nada a esa sed repentina de cobrársela a todo el mundo, en su nombre y en nombre de todos los que merecen tener una voz que no sea callada a obligación. Como ella solía tener.

    No era ninguna justiciera social ni protestante a favor de la igualdad. Le gustaría, pero entre tanta pelea filosófica terminaría perdiendo tarde o temprano. No podía cambiar el mundo, nadie podía hacerlo. Pero podía controlar varias cosas, y esa sensación posiblemente despertaba un lado oscuro que toda persona tenía, que no conocía pero cuyo descubrimiento podía ser revelador.

    Era ese tal vez el destino tan grande que Vladimir Gees predecía y siempre deseaba para ella. Esa inmensidad que aseguraba para su destino a una incrédula Lauren que recién salía totalmente asustada de la casa de sus tías, que se hospedaba con Vladimir una noche antes de ir a castillo. Ese castillo que la había puesto de cabeza a ella y a toda su vida por si su vida ya no estaba de cabeza ya.

❛²❜⸙ 𝐑𝐎𝐘𝐀𝐋 | 𝔗𝔥𝔬𝔪𝔞𝔰 𝔅𝔯𝔬𝔡𝔦𝔢-𝔖𝔞𝔫𝔤𝔰𝔱𝔢𝔯 (✓)Where stories live. Discover now