—Puedes sentarte...—la profesora dejo la palabra en el aire y escanío cautelosamente todo el salón.

—Con Aidan, seguro se llevan bien.

En ese momento sentí una pequeña paz dentro de mí, no me iba a sentar con un completo desconocido, aunque recién había conocido a Aidan hace unos minutos pero al menos lo conocí antes de entrar a clases.

Camine al fondo del salón, y sentí la mirada de todos, era algo incómodo pasar entre mucha gente, que te miren y murmuren a tus espaldas.

No entendía porque murmuraban como si sentarse con aquel chico sea un pecado.

Deje mi mochila al lado del pupitre y me senté al lado de Aidan. Pude darme cuenta que había como una especie de cajón debajo de la mesa del pupitre de cada uno y que los separaba una madera, no sabía para que me serviría ya que teníamos casilleros, supongo que sería para guardar tus útiles en lo que vas a los servicios y luego volver y sacarlos de nuevo, o quizá para escabullir papeles que ayuden en los exámenes.
No es mala idea

Gracias—susurre para el chico, si no fuese por el no hubiera podido entrar y seguro ahora estaría fuera de clase suplicando que no llamen a mi madre por mi falta en el primer día de clase.

El me miro y me dedico una sonrisa de lado sin muchos ánimos, ni siquiera pronunció ni un "No hay de qué" eso era algo que ya me estaba irritando de el, mi pensamiento se esfumó cuando el hablo.

—No podía dejar que por mi culpa te perdieras la clase y sobre todo en tu primer día de clases.

No dije nada solo le sonreí y presté atención a la clase.

(...)

La clase de literatura estaba a 17 minutos de acabar y ya me había hartado, nunca fui buena en literatura y no me sorprendía que en este nuevo colegio pasara mismo.

No se como me gusta leer y escribir si oído la literatura, además los temas de literatura me aburren un poco, yo quería aprender más sobre el mundo de las letras no de la época medieval, pero bueno supongo que me ayudará más adelante en la universidad. Y lo peor no se ni siquiera que quiero estudiar y prácticamente estoy a casi un año de entrar a la universidad.

Le comenté a mamá que me gustaba las letras y que me gustaría ser escritora y estudiar algo referente a ello pero mamá dice que ellos no ganan dinero y que ella quiero otro futuro para mí.
Cosa que yo estaba en total desacuerdo, yo conozco a escritores que son reconocidos y sus libros son los más vendidos en el mundo. Pero sobre todo no importa el dinero que ganes, lo que importa es que hagas lo que te apasiona y para mi lo que me apasiona es escribir y me importa una mierda si gane mucho dinero o si sea reconocida, yo solo quiero hacer lo que me gusta y compartir mis historias al mundo y no se si lo logre.

Pronto el timbre sonó y salimos todos del salón, me dirigí a los casilleros a dejar algunas cosas y verificar mi horario, mi siguiente clase seria álgebra, espero y en esta escuela nueva me vaya bien en este curso.

Me dirigí a la cafetería y grande fue mi sorpresa cuando me di cuenta que no había casi nadie en aquel lugar, supongo que era porque ni siquiera era la hora del almuerzo solo era un pequeño receso de 40 minutos para tomar algún refrigerio de mediodía.

No encontré nada interesante así que decidí salir de aquel lugar, me preguntaba dónde se encontraba el chico con el que me había topado esta mañana.

Entonces decidí buscar el salón donde se impartiría la clase de álgebra, con lo que había pasado esta mañana con literatura obviamente no quería que se volviera a repetir.

No me tomo mucho tiempo en encontrar aquel salón el cual ya estaba vacío esperando que entrase la siguiente clase.

No sabia si en la clase de álgebra me tocaría con Aidan ya que como éramos una cantidad grande de alumnos habían 2 profesores por materia.

Me alegraba que me hubiese tocado con la profesora Bernard ya que había oído rumores de mis compañeros que se encontraban delante mío que el otro profesor de literatura era muy estricto y tenía una regla gigante con el que intimidaba a los alumnos. Estoy segura que si me hubiera tocado con el y para mi asombrosa suerte llegaba tarde, me hubieran dado muchas ganas de ir al baño.
¿Estúpido? Lo

Me adentre al salón para confirmar si estaba vacío y en realidad mi teoría se había vuelto falsa cuando vi a Aidan dibujando en la pizarra con los plumones del profesor o profesora.

—¿Aidan?

El volteo rápidamente y se puso nervioso al percatarse que había visto sus dibujos, mis ojos se llenaron de ternura cuando me di cuenta lo que dibujaba.

Había dibujado pequeños ositos en un grupo jugando de los más felices, pero algo llamó mi atención, en la esquina de aquella pizarra se encontraba uno solo y llorando.

—Yo debo irme—Aidan me estaba evitando haciendo que entendería la situación.

—Aidan espera—Lo tome del brazo asiendo que este me mirará.

—Ese oso excluido ¿Eres tú?

No sabia lo que estaba preguntando, espero y no me conteste mal, aunque yo reconozco que fue una pregunta muy imprudente de mi parte.

El asintió con la mirada en el suelo y yo hice lo siguiente.

Agarre el plumón y dibuje a otro osito al lado del que estaba apartado, aquel nuevo oso le estaba ofreciendo la mano para que se levantara y siguiera.

Aidan se acercó a la pizarra y sonrió, quizá había sido algo tonto lo que había hecho en la pizarra pero quería que se cuenta que el no está solo y sea lo que sea que tenga podría elevar la mirada y darse cuenta que en mi encontraría a alguien para sostenerse y poder continuar.

Se que era algo pronto ya que recién lo había conocido hoy y no creo que me considere su amiga para que me cuente su vida o problemas, pero de alguna otra manera sentí la necesidad de hacerlo.

—¿Esa eres tú?—Aidan pregunto y yo asentí.

—Se que recién nos conocemos pero quiero que sepas que no estas solo y sea la enfermedad que tengas se que lo podrás enfrentar.

—No deberías hablarme

—¿Por que no?

—No sabes que tengo y si te lo digo seguro saldrás corriendo.

—No lo creo

—Pues yo si 

Un silencio se apoderó del salón y decidí no preguntar más del tema quizá el solo necesita tiempo, no puedo presionarlo soy una completa desconocida para el.

El chico de los ojos tristes (Aidan Gallagher)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora