Capítulo 25

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Nos quedan unas pocas horas en la Isla.

La mayor parte de la tarde la pasé a solas con Adrián, aunque eso no evitó que viera a la menor de las hermanas hablando con Apolo.

Inna lo evitó bastante, hasta que la acorraló diciéndole que lo acompañara al Comercio a comprar unos recuerdos. La obligó a maquillarlo y disfrazarlo, al hacerlo en frente de los demás logró que fuéramos usados como cómplices de la petición.

No tuvo más remedio que aceptar y analicé que las sonrisas de expectación de los que veían se puede atribuir a que en realidad están al tanto de lo que ocurre.

—Adrián—lo nombro captando su atención—¿Tú apoyarías a un amigo si está cometiendo un acto ilegal?—suelto sin pensar demasiado.

Una sonrisa aparece en sus labios, toma mi mano sobre la arena húmeda.

—Cada vez que me haces preguntas random algo malo pasa, te aviso que Sophia no está aquí para que la cabecees—le doy un leve empujón y él se ríe—Respondiendo a tu pregunta...si y supongo que te refieres a lo de Apolo—asiento rendida a que no funcionó la discreción.

Últimamente mis maneras de informarme han sido pésimas.

—Entonces tú sabes todo—afirmo.

—No sé cuánto sabrás, la mayoría de los niños que crecimos en la Isla estamos al tanto de su "relación", mejor dicho idas y venidas—recalca.

—¿Y cómo es qué no lo han denunciado?—pregunto sin malas intenciones, quiero saber que es lo que los detiene.

—De cierta forma creo que los vínculos que se crearon no se han roto. Si lo piensas bien, por años fuimos las únicas personas con las que nos relacionamos—dice dibujando la forma del territorio en la arena.

No digo nada esperando a que termine el mapa improvisado.
Divide en secciones el terreno y le da una letra a cada espacio. Aunque no pasa desapercibido que en el lado de la costa occidental hace el intento de una corona diminuta.

—Acá estábamos nosotros, recién a los seis años se nos permitió ir a las demás zonas, siempre con mi abuela o algún pariente de los otros Dioses porque incluso evitaban mandarnos con familiares del núcleo Real. Conocíamos a nuestros abuelos, o sea la mayoría—explica detallando su pasado—Apolo fue uno de los niños que no tuvo a nadie cuidándolo, su abuelo estaba muerto y su padre nunca hizo un lazo con él, su madre lo vino a ver el último año, pero entendimos su ausencia ya que no estaba en sus cabales. No sufría ninguna enfermedad congénita, sino que poseía tendencia a deprimirse y transformarse en una carga, no cumplía el rol de mamá—asiento entendiendo su punto.

—¿Y qué hay de Inna? ¿Por qué desarrollaron una cercanía tan grande y no fue con cualquier otra de las chicas? —pregunto intrigada de su respuesta.

—Inna estuvo a nada de ser enviada a Occidente, mi padre y el suyo eran amigos así que le pidió que se guiaran por los exámenes médicos y no por lo que veían—enarco la ceja sin procesar lo que dice—No te creas que soy el "especial" por hacer algo prohibido. Historias como estas se repiten por generaciones, la diferencia es que se mantienen secretas—se levanta y señala una hamaca.

Lo sigo sin decir palabra, aún no concibo las cosas que se ocultan en Oriente.

Esto logra que se facilite comprender la razón por la que los amigos de Doskas no nos juzgaron y al contrario, ayudan a ocultarnos.

Ningún infante debería ser criado a la merced de los tropiezos, sin la supervisión de un adulto que le quiera y no lo maltrate.

Ellos son victimas de las reglas Orientales, sabiendo lo de Dolphin me aseguro que los prejuicios y estereotipos no hacen distinción de dinero u clase.

ZONA DE FALLAS: FALLASWhere stories live. Discover now