Especial Navidad 🎄

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Narrador

No era normal que lloviera, pero pareciera que hasta el clima se había puesto acorde a la situación.

La oscuridad reinaba las calles inhóspitas, todo facilitaba el crimen que estaba ocurriendo.

Una sirvienta encapuchada entraba al Banco de Engendros con un bebé envuelto entre sus brazos.

Los encargados no hicieron demasiadas preguntas, sólo las necesarias para rellenar el formulario con el que el recién nacido entraría a Occidente.

Nadie sabía que esa criatura no era de esa sirvienta, menos que la habían arrebatado de los brazos de su verdadera madre.

El llanto de la niña fue aturdido cuando marcaron su tobillo derecho con su código.

20.621-CH sería enviada al Campamento en México. Las letras CH determinaron su destino final, Chile, sería su último Campamento en caso de llegar a sobrevivir hasta los doce años.

Los ojos azules de la pequeña estaban inflamados y rojizos.
Las letras negras en su tobillo estaban teñidas de sangre en algunas terminaciones. Una doctora fue la última encargada de limpiarla, vestirla con las prendas adecuadas y meterla en su respectiva cápsula.

Cuando es presionado el botón que sella el transportador, las puertas de la entrada principal del Banco son destruidas.

La bebé deja el centro de los engendros antes de que la mujer devastada pueda intervenir.

La empleada intentó entrometerse para que la situación se calme, sin embargo, la madre destrozada estaba fuera de si.

Su cabello enmarañado, el sudor en su piel, las ojeras oscuras debajo de sus ojos inflamados de tanto llorar, la sangre que corre por sus piernas y dejan huella de cada uno de sus pasos demuestran que los sucesos fueron recientes.

—M-mi hija—angustiada coge por el cuello del uniforme a la empleada—¿D-dónde está?—la negación de ella es la sentencia para la mamá.

Un grito desgarrador brota de la garganta de la afectada, sus manos se mueven rápido cogiéndole del cuello, con su zurda agarra el mentón y con la derecha presiona la coronilla haciendo palanca.

El crujido de los huesos viene a los segundos siendo la causante de la muerte de la sirvienta.

—¡¿Dónde fue asignada?!—los megáfonos del centro de engendros llaman a los guardias—¡Es mi hija!—exclama desaforada.

Los guardias la cogen por los brazos inmovilizándola, revisan si porta algún arma, pero por el contrario descubren que esta herida.

—¡Me la arrebataron en el parto!—las lágrimas se mezclan con el sudor en su rostro—Me la robaron—forcejea aunque su cuerpo cada vez se debilita más.

La sacan del lugar, la lluvia se incrementa, la mujer no es capaz de caminar, la arrastran por el pavimento sin ninguna consideración por su condición.

Sus ojos se cierran, la sangre cayendo desde su órgano reproductor aumenta y los dolores parecen no querer desaparecer.

—¡Alto!—una voz fuerte y grave detiene a los guardias del recinto—Está bajo mi tutela—un grupo de guardaespaldas toman a la herida.

ZONA DE FALLAS: FALLASOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz