*Segunda parte de ZDF: Engendros*
La Competencia Anual de Engendros a significado la masacre para Occidente, la etapa final está a nada de comenzar y la sed por sangre de Oriente cada vez es más.
Las pruebas que se avecinan son la clave para demost...
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—¿Me ocultas algo?—preguntó temiendo por su respuesta.
El titubeo que tiene antes de contestar no me gusta para nada, provoca que mis nervios aumenten y se apoderen de mis pensamientos.
Veo que tiene intención de llevarse una fresa a la boca, así que se la quito de la mano. Dejo las varillas sobre la bandeja y la tomo del brazo.
Nos sentamos en los cómodos sillones que en estas circunstancias se sienten como palos bajo la piel.
—Responde—pretendo que mi voz no se escuche tan autoritario, pero es imposible.
Necesito saber que otra cosa no sé de su vida.
—Creo que tengo el derecho a reservarme algunas cosas—dejo de respirar casi de inmediato—Sé que te cuesta no saberlo todo, pero yo también comprendo qué hay parte de tu vida que no conozco para nada—se apresura a aclarar por mi reacción.
Es verdad que no le he contado todo, sin embargo hay una buena razón. No quiero que se dé cuenta de lo mierda que puedo llegar a ser.
¿Cómo reaccionará cuando se entere de mi pasado? ¿Me dejará al ver qué tengo más sangre en mis manos que la que tiene ella por obligación? Porque si, he matado y torturado sin razones contundentes. Caprichos que han resultado en asesinatos de hombres y mujeres.
¿Realmente tengo derecho a pedirle que sea sincera? No.
Me gustaría tenerlo, me encantaría decirle que es justo que conozca cada detalle, porque ella ya los sabe sobre mi.
—Está bien, lo dejaré pasar solo si me confirmas que no tiene relación con lo nuestro—apunto lo último seriamente.
—¿Te refieres a algo así como otro hombre?—pregunta llevando sus piernas arriba del sillón, asiento para que prosiga—No seas descarado, tú estuviste con una maldita estúpida y no haz dicho nada sobre eso—se exalta en la última frase.
—Porque tú no preguntaste—limito a responder.
—¡ Ah !—disimulo la risa que tengo ganas de soltar al verla acomodarse en el siento con su pequeño cuerpo sobre el—¿Desde cuándo se conocen?—interroga.
—De toda la vida—su mirada se oscurece y se que debe estar imaginándose un montón de cosas—¿Besaste al que no conoce el cepillo de cabello?—sonríe de medio lado y yo permanezco tenso.
—Depende de dónde—siento como mi corazón se acelera y mi cuerpo se calienta.
—No juegues conmigo, ya sabes que terminará mal—le recuerdo.
—Nunca le he besado en la boca, pero si en las mejillas, en el cuello, la frente y la cabeza—se que está siendo sincera se nota en su tono de voz.
