— ¿Qué sucede? 

— Mírenlo ustedes mismos. — la rodeamos y nos agachamos a su lado, tocando el agua. 

— Está barrosa. — Tara hizo una mueca. — Pero sí podemos consumirla, ¿verdad? — me miró.

— De que puedes, sí puedes. — me encogí de hombros. — Pero después podrías tener hepatitis A o cólera. Así que agradecería que ninguno lo hiciera. — me puse de pie. 

— Puedo hacer un filtro de agua. Tardará un poco, pero la herviremos y estará lista. — asentimos hacia Rosita. — Bien, denme unos minutos y esto estará. 

— ¿Qué hacemos mientras tanto? — Tara se levantó.

— Podríamos intentar cazar algo. — Glenn quitó el seguro de su arma. — ¿Qué podría haber por aquí?

— No lo sé. — fruncí un poco mi ceño — Conejos, quizá. 

— Pobres conejos. — Tara llevó su mirada al cielo. — ¿Es necesario?

— Descuida. — le sonreí, algo divertida. — Olvidarás lo que son al probarlos.

[...]

Nos encontrábamos camino al carro de bomberos. Glenn y Rosita se encargaron de transportar el agua, mientras Tara y yo cargábamos lo que habíamos cazado, dos conejos medianos. 

Alcanzaría al menos como merienda. 

— Gracias a Dios. — Glenn dejó el tarro lleno de agua en el suelo y se acercó a abrazar a su esposa. — Estás bien. 

— ¿Cómo les fue? — preguntó ella.

— Mejor de lo que creímos. — respondió Tara. — Trajimos el almuerzo. 

Llevé mi mirada detrás del carro, viendo que Abraham ya no estaba arrodillado, sino que caminaba hacia nosotros. 

— ¿Todos listos para volver? — estiró su brazo hacia Rosita y ella se acercó también a abrazarlo, sonriente. — Debemos avisar sobre esto a los demás.

Creo que estábamos haciendo de cuenta que nada había sucedido, porque ninguno dijo nada. 

— ¿Dónde lo dejaremos? — pregunté mirando a Eugene, que seguía en la misma posición de hace horas. — Lo de amarrarlo al techo era broma. — aclaré. 

— Lo llevaremos en la cabina de atrás. — miré al pelirrojo. Su voz era seria. — Algunos tendrán que ir sentados en el techo.

Tomé con mi mano izquierda al conejo, agarrándolo por las patas trasera y con la derecha, me aferré a la escalera que daba hacia la parte superior del vehículo. En menos de diez minutos ya sentía el aire golpear mi cara.

Por primera vez en el día, me sentía tranquila y esa tranquilidad me hizo darme cuenta de que mi piel seguía doliendo. En silencio, desaté el pañuelo y volví a anudarlo sobre los puntos con mucha más fuerza.

El camino cada vez pasaba más rápido, habíamos pasado el autobús, que aún desprendía algo de humo y la carretera se me hizo conocida. 

Cerré los ojos y me concentré en no dejarme caer del techo.

— Carajo. — llevé mis ojos a Rosita y con su cabeza señaló hacia el frente. Un grupo de muertos que estaba en la entrada de la iglesia, se giró al escuchar el ruido del carro. 

¡Afirmen sus traseros, será un golpe duro! — el grito de Abraham se oyó, precediendo el golpe. 

Atropelló a los caminantes y me apresuré a bajar del vehículo, casi saltando. La puerta de la iglesia quedó bloqueada por el carro. Michonne, Carl y el cura, aparecieron.

𝐋𝐎𝐘𝐀𝐋𝐓𝐘 || 𝙳𝚊𝚛𝚢𝚕 𝙳. /𝙽𝚎𝚐𝚊𝚗 𝚂.Where stories live. Discover now