JeongHan y JiSoo vivieron con una promesa.
Como líderes de la organización clandestina más temida de Corea, son criminales. Son malas personas. Pero a ellos nunca les importó. Lucharon por un propósito y ese era deshacerse de toda la escoria del mun...
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SeungCheol permaneció en silencio en el asiento trasero mientras el auto regresaba a la casa principal, tanto Jun como SeokMin lo miraron preocupados a través del espejo.
Ellos escucharon sus palabras forzadas a través de sus auriculares solo minutos antes, indicando que el objetivo estaba caído y que se dirigía al punto de encuentro donde ya estaban esperando. Aparte de eso, SeungCheol no pronunció una palabra más.
La adrenalina que inundó sus venas sólo unos momentos antes se fue casi más rápido de lo que había venido, para SeungCheol, se sintió como si todo de repente se hubiera desvanecido. La ráfaga que acompañó a su ira y su dolor se desvaneció, dejando una sensación de vacío en su lugar.
Se desplomó en el asiento, todo su cuerpo palpitaba de cansancio y sus manos temblaban notablemente. Sus manos, que todavía estaban cubiertas de sangre, la colocó en su regazo.
SeungCheol realmente no sabía qué esperar después de que finalmente mató a Hyun. Sabía que la felicidad o el placer no era algo que pudiera sentir, que no era un psicópata, ninguno de ellos lo era, pero ¿tal vez satisfacción? ¿Una sensación de alivio?
Matar a Hyun no devolvería a su madre, él sabe desde que ella murió que nada lo haría. Todo lo que le quedaba eran los recuerdos de ella. Esos recuerdos y el amor que le tenía era lo que la mantenía viva en su corazón.
Pero una parte ingenua de SeungCheol todavía quería que ella estuviera aquí. Incluso después de todos estos años, todavía la extrañaba.
Y no había nada más que le recordara a su madre, ninguna receta que ella le transmitiera, ninguna actividad extraña que hicieran juntos, ni frases especiales, ni bromas internas, nada. Lo único era su asesino, y él se encargó de eso.
Estaba contento de haber vengado a su madre. Pudo resolver la única cosa que lo atormentó durante años, y aunque el camino que tomó no era el que ella quería que tomara, SeungCheol estaba contento con eso.
Quizás ahora podría dejarlo pasar.
Incluso si todavía duele.
Había estado tan atrapado en todo lo que había sucedido y estaba sucediendo. Intentó a propósito olvidar el dolor de ese día y ahora que se enfrentó a la fuente, todo volvió a él.
La pérdida es algo que nunca es fácil para nadie, sin embargo, SeungCheol pensó que lo había superado, hizo que otros creyeran que lo había superado. Pero no lo ha hecho porque nunca se dio la oportunidad de hacerlo.
Cuando abrieron la puerta de la casa principal, los otros diez estaban esperando. Jun saltó al lado de MingHao, el más joven tiró de él por la cintura y le dio un pequeño beso. SeokMin se cubrió con HanSol y SeungKwan, completando su trío.
SeungCheol se quedó de pie, incómodo, sin saber qué hacer. Los arremolinados sentimientos dentro de su cabeza y su cuerpo cada vez más debilitado le hacían difícil pensar. No podía concentrarse. Quería dormir durante semanas, tal vez prender fuego al cuerpo de Hyun, visitar la tumba de su madre, joder, no lo sabía.
