Capítulo 27

500 62 2
                                    

Severus Snape

Las desapariciones de Sofía me tenían un tanto estresado y algo celoso, aunque no quería reconocer esa parte. Después de terminar las clases desaparecía y volvía para la cena, parecía muy normal y nada preocupada ni asustada así que supuse estaba bien.

Sus hábitos alimenticios iban bien, no dejaba ya comida y respetaba las 3 comidas como si se tratase de algo sagrado a las reuniones de la orden del fénix asistíamos con normalidad y a las de mortifagos ya llevaban tiempo que no hacían alguna, de hecho todos los ataques habían cesado.

No había ninguna razón o señal para preocuparme por ella pero no podía dejar de pensar que era lo que hacía y cuanto se podía poner en riesgo, los momentos que no estaba con ella primero los pasaba con Reg pero ahora estaba casi todo el día ocupado en algo que no me quiso contar. Andy me había dicho que era un chismoso y paranoico, a veces nos quedábamos conversando hasta muy tarde y eso me ayudaba a no preocuparme mucho.

- ¿Pasa algo señorita?- pregunto a profesora de Astronomía a Andy que tenía un pergamino en la mano.

- Es una nota de Madame Sprouse, dice que las clases de hoy para nuestro curso se cancelan- informo y todos empezaron a celebrar.

- Silencio por favor- pidió la profesora- muy bien tienen libre pero no es para alegrarse, van a tener más tiempo para hacer el trabajo que les dejare.

- Genial- murmuro de mala gana Sofía, había estado callada todo el día.

- ¿Pasa algo?- negó rápidamente- Te conozco Sofía- insistí un poco.

- No es nada Snape, solo estoy estresada- soltó de mala manera, haciendo que me sorprendiera- lo siento tú no tienes la culpa- agacho la cabeza avergonzada.

- Ya no te preocupes- tome su barbilla para hacer que me mirara, le di una cálida mirada y un beso en la frente- todos tenemos malos días linda- me sonrió haciendo que sus ojos se pongan chinitos.

- Eres tan tierno cuando te lo propones- me planto un beso.

- ¡Jóvenes!- la molesta voz de la profesora me hizo dar cuenta que aun estábamos en el aula- ¿Qué se supone que hacen?- pregunto molesta.

- Es que tenía una manchita en los labios y lo ayude a quitársela- contestó Sofía haciendo reír a todo el salón y poniendo a la profesora más molesta.

- Le recuerdo que no es la alumna más querida de todo hogwarts y que no sabe mentir en lo mas mínimo- trate de contener la risa pero es que aquel disparate de que Sofía no sabía mentir hizo que todo nuestro grupo de amigos riera con ganas.

- Lo... siento profesora... no volverá a pasar- dije conteniendo un poco las ganas de reír.

- Cinco puntos menos para Slytherin- risas fuera- y quiero que el pergamino ya no sea de treinta centímetros, quiero uno de un metro. Ahora fuera de aquí todos- entre quejas salimos todos directo a nuestras salas comunes.

En la sala común cada uno se fue a su cuarto, gracias a Merlín habíamos salido temprano y Sofía aún no se había desaparecido. Me termine de bañar y me puse algo mas Sport para andar por ahí, salí de mi cuarto para colarme al pasillo donde estaba el de Sofía, una vez estuve frente a su puerta, no se me paso la idea de tocar así que solo entre.

Gracias al cielo que no tocaste.

- ¿Qué hace...- no pude terminar de preguntar, ahí estaba ella acostada con un short diminuto que se le veía tan bien y brasier.

- ¿Pero porque no tocas?- reclamo tapándose.

- Me arrepentiría de haber hecho eso, pero no puedo- confesé y vi como sus mejillas se teñían- Eres preciosa mujer, deja de taparte- me senté en la orilla de su cama jalando un poco la manta que había tapado la gran vista.

- Pervertido- jalo más la manta para su lado.

- Te mueres por este pervertido- me sonrió y jale mas la manta, dejándola descubierta.

- Pero cuánta confianza- se sentó y me dio un empujón pequeño.

- Yo sé que es verdad- la rodee con los brazos atrayéndola hacia mí.

- ¿Y cómo es que sabes eso?- pregunto sentándose en mi regazo y pasando sus brazos sobre mis hombros para acariciar mi cabello.

- Tus acciones lo demuestran- la apreté más contra mí y puse mis manos en sus caderas.

- ¿Y qué tal si eso es lo que quiero que tu creas?- se había acercado a mi oído para susurrar en el, sabía que eso me ponía demasiado.

- Tú no puedes mentirme linda- mi voz se había puesto ronca.

- Yo- empezó a bajar su mano por mi cuello con delicadeza- soy muy capaz de mentirte así como descontrolarte- no me dejaba de mirar lo cual me estaba volviendo loco.

- Yo tengo mucho control- era mentira pero tenía que tomar las riendas de esto, pase una mano por su espalda y vi como se estremecía pero se recupero muy rápido.

- En menos de un minuto puedo hacer que lo pierdas- bajo su mano hasta mi entrepierna causando que mi respiración se vuelva irregular- ¿De cuánto control hablábamos?- pregunto sonriendo al verme.

- Mucho- menuda mentira. Ella sonreía con victoria pero dejo de hacerlo cuando quite mis manos de sus caderas y las apoye en la cama.

- Vaya, veo que si tienes control- quitó también sus manos de mí, no podía rendirse tan fácil ¿o sí?- porque esa carita de desilusión cariño- me llaman el evidente- crees que me rendiría tan fácil- me empujo dejándome acostado y se acomodo mejor encima mío, se veía tan sexi.

- Muffliato- puso el hechizo y en ese mínimo segundo que ella se distrajo mirando la puerta la voltee dejándola abajo con cara de confundida y frustrada por el cambio.

- Quería hacerte sufrir más- se quejo, aunque no le duro mucho.

Antes de que siguiera quejándose atrape sus labios contra los míos con una necesidad muy grande, había estado esperando esto desde ya mucho. Pues que desde que salía con ella no había tenido nada con nadie y eso ya era mucho que decir.

Deje de pensar en mi poca actividad sexual ese año y empecé a besar su cuello dejando pequeños chupetones, aunque Sofía tenia la respiración muy agitada logro alcanzar su varita y lanzar un hechizo a la puerta, así nadie interrumpiría una vez hizo eso soltó la varita y se dejo llevar por el momento, me atrajo de nuevo a sus labios mientras tiraba de mi camiseta, nos separamos para sacarla tan rápido como fuera posible y volvimos a lo que estábamos.

Sentir como se ponía cuando la besaba me ponía más caliente y sabía que si empezaba a hacer esto de verdad, no iba a poder parar.

- ¿Estás segura?- pregunte acariciando su abdomen, tenía unas cinco cortadas que parecían de hace poco y las demás no estaban, pero no iba a arruinar el momento preguntando eso.

- Demasiado- esa simple palabra hice que me liberara de todo el control y la prudencia que había tenido y me dejara llevar.

Nuestro pequeño secretoWhere stories live. Discover now