Capítulo 10

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Severus Snape

- Escupe esa hoja Sofía Potter- le exigía a la pelinegra persiguiéndola alrededor de nuestros amigos quienes estaban muy sacados de onda porque no sabían qué pasaba.

- Oh pues claro que.... NO- grito como niña, haciendo reír a media sala común.

- La sacas por la buenas o como sea te la saco de la boca- amenace mientras avanzaba hacia ella ya caminando.

- No lo podrás hacer si no me atrapas- la miré incrédulo al saber lo que pensaba hacer.

- No eres capaz, hay mucha gente- le aclare y señale a las personas de la sala común, ella se lo pensó un momento y igualmente sacó su varita haciendo que me sorprendiera, pero quede más sorprendido cuando la varita me apunto- Estas muy loca niña-saque mi varita y me protegí atrás de Lucius.

- Yo no quiero morir- comentó el rubio que ahora era mi escudo humano.

- Confundus- le escuche decir, el hechizo le dio directo a Lucius, cuando toda la atención se fue a él, ella desapareció.

Pero qué astuta era

Cuando se formó todo un drama por parte de Lucius, salí de la sala común la verdad nunca me gustan esas escenas dramáticas y exageradas por parte de nadie.

Una vez afuera me puse a caminar por los pasillos sin sentido alguno solo divagaba por ahí. Hoy sería luna llena el mejor momento para convertirse en animago pero no la iba a dejar Sofía estaba muy mal con toda la mala alimentación y por lo que vi depresión se notaba que eso la desgastaria y quizá no podría culminarlo o algo saldría mal.

Ella insiste que ah sido un martirio llevar la hoja todo el mes y desaprovechar la oportunidad de convertirse en animago es una tontería, se suponía que hoy los dos nos convertiríamos porque casualmente ambos teníamos la idea y nos enteramos ese día en clase de posiciones.

Seguía caminando sin sentido cuando alguien apareció enfrente mío haciéndome caer y cayendo encima mío, me dolió todo y levanté la mirada, pude ver a la pelinegra encima mío, se veía débil pero aun así reía, podía sentir su cuerpo vibrar.

- ¿Cómoda?- le pregunte ya que no se movía de encima de mí, no me molestaba pero las personas nos miraban raro. Aparte que me gustaba ver sus mejillas rojitas, era un tanto tierna.

Que mierdas pienso

- Lo siento- se paró pero pude ver lo pálida que estaba.

- ¿Qué pasó?- le pregunté preocupado poniéndome de pie para ofrecerle ayuda para levantarse.

- Recuerdas que estaba débil- hablo mientras se paraba, yo asentí- pues creo que aparecerse y eso no se combinan- soltó una risita suave.

- Llegaste al lugar equivocado- intuí pero ella negó.

- Estuve apareciéndome por muchos lugares de hogwarts- hablo bajito, por eso se veía débil y cansada.

- Vamos a la enfermería- tome su mano para que me siguiera.

- No me gustan esos lugares- hablo con poca fuerza mientras me frenaba.

- Supongo que comer da fuerza- hizo una mueca- queso con chocolates quizás- yo odiaba esa combinación pero según sabia el chocolate ayudaba y según sabia de ella, era lo único que soportaba comer sin que deseara vomitarlo o se sintiera culpable.

Tome su mano y empezamos a caminar en silencio hasta la cocina, tenía miedo que se desmaye en cualquier momento, ayer la casi obligue a cenar y solo comía la mitad de un plato y eso que quería comer menos. Entendí que para que coma no necesitaba presión solo paciencia, no sabía que pasaba con esta chica pero en verdad me importaba que este bien.

- ¿Quieres?- me preguntó luego de que ya había comido un trocito ella.

- No me gusta y sé que lo haces por no comer tu- la mire fijo y ella solo agacho la cabeza y comió otro trocito.

- Cuando entre a hogwarts no era completamente delgada- hablo mientras se sentaba en la mesa de la cocina- pero no me importaba en realidad- rió con tristeza- me acerque un poco a ella.

- ¿Y qué cambió?- en ese momento agradecí que los elfos limpien a esa hora y agradecí más que yo me sepa los horarios de limpieza, este tema era privado para ella.

- Cuando fui a ilvermorny, pensé que al empezar el año sin molestar a nadie tendría muchos amigos- continuó hablando- pero cada que me acercaba a alguien me criticaban por cómo me veía- parecía que el tema le causaba ansiedad porque estaba comiendo más.

- Toma- aproveche y le pase un poco de leche, la cual aceptó sin quejarse.

- Primero solo hablaban entre sí pero luego me lo dijeron frente a todos- hizo una pausa conteniendo las lágrimas- según ellos me veía horrible porque estaba muy gorda- pero que hijos de puta pensé en ese momento, me acerque a ella y pude ver que unas lágrimas corrían por sus mejillas.

- Tranquila- le hable con suavidad y limpie sus lagrimas- no tienes por qué seguir contando- le ofrecí otro vaso de leche para que se calmara.

- Se lo que haces- me reí porque me había descubierto, pero me sorprendió que aun así bebió la leche- al principio pensé que lo decían porque yo sabía y tenían envidia, pero empecé a acomplejarme mucho- siguió con su historia- puse mucho empeño en hacer ejercicios pero era muy lento el procedimiento y se burlaban mucho de que intentara bajar de peso- volvió a hacer una pausa, cerró sus ojos y soltó un suspiro- luego me di cuenta que dejando de comer o no comiendo nada daba muchos resultados- su voz era más un lamento que todo- lloraba y mucho a veces porque tenía hambre y para evitar pensar en eso empecé a hacerme daño- señaló su estómago.

Un día antes me había enseñado todo el daño que se había hecho y no podía quitar esa imagen de mi mente, era mucho dolor el que debía pasar.

- ¿Si eso empezó en tercer año, como es que aun siguen ahí?- pregunte ya que ese día ella me había curado y toda marca desapareció luego de una hora.

- Autolesionarse demora un año en sanar- iba a decir que ya había pasado mucho tiempo- pero cuando no comes bien y te desgastas haciendo deportes o usando magia, se toma su tiempo y es mucho tiempo- su voz era triste.

- ¿Y luego que dejaste de comer que paso?- pregunte con un toque de curiosidad en mi voz.

- Me aceptaron, entre al quidditch y tenía muchos amigos- se rió- llevo haciéndome daño y comiendo muy poco todo ese tiempo- confesó dejándome sin palabras, era por eso que se veía tan delgada- incendie el armario de quidditch para salir de ese colegio, quería volver a ser yo pero ya no puedo- no sé que me sorprendió más, si lo del incendio o que ya no podía ser la misma- esa es mi vida de mierda- mas lagrimas salieron acompañadas de una amarga sonrisa en su rostro.

- Tu eres hermosa y lo has sido siempre- hable tomando su rostro para que me mirara- nunca dejes que alguien te cambie y si ya dejaste que hagan eso has hasta lo imposible por volver a ser lo que eras antes- ahora que la tenía a esta distancia tan corta pude notar que tenía unos ojos muy hermosos- y si tampoco te gusta lo que eras antes, crea una mejor versión crea algo que tu ames- eso era cursi pero de corazón, me acerque a ella y deposite un beso en su frente.

- Gracias- sonrió un poquito pero era una sonrisa de felicidad.

- Ahora come esto- le pase un pastel de calabaza, lo tomo dudosa y lo empezó a comer- y sobre la mandrágora, si quieres hacerlo te informo que no estoy de acuerdo pero te apoyare si así lo quieres- se lo pensó un momento y luego hablo.

- Creo que mejor no me arriesgo- saco la hoja de su boca y la voto- no quiero quedarme como un animal para siempre- volvió a subir a la mesa de la cocina.

- Pues si es así yo tampoco lo haré- saque la hoja de mi boca, la vote y pude ver su cara de asombro.

- Pero has tenido un mes con esa hoja- hablo sorprendida.

- Si, pues quedan muchas más hojas y muchos más meses- me sonrió y negó queriendo decir que estaba loco. 

Nuestro pequeño secretoWhere stories live. Discover now