Capítulo 27

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Pasaron dos días y sí, llegó el día. El día de la boda. Y yo quería estar tres metros bajo tierra de los nervios que tenía.
Como había mencionado, vendría familia por parte de mis padres, algunos vecinos y conocidos del pueblo, entre otros.

Estaba en mi habitación, mirándome al espejo, con el vestido puesto y maquillaje también. Mamá me estaba acomodando los últimos detalles.

Alicia: No estés nerviosa, cariño. Verás como se pasará volando el tiempo. Tanto que hasta ni te darás cuenta cuando sus hijos sean mayores —apretó mis mejillas.

______: Ay mamá. Lo sé —sonreí— Es solo qué habrá mucha gente, las miradas sobre nosotros —reí nerviosa.

Alicia: Respira —tomamos aire juntas— Y exhala —largamos el aire— Ve a tu lugar feliz —masajeó mis hombros y caminó hacia la puerta a punto de irse— Sal cuando estés lista. Y ni pienses escapar por la ventana.

Reí y me miré por última vez en el espejo. Aunque escapar por la ventana sonaba demasiado tentador, hay un pelinegro de ojos rojos que me espera.
Aún con los nervios de punta, salí y me crucé a la mamá de Nicholas, quién me tendió un ramo de flores, le agradecí y justo entró mi padre, tomándome del brazo. Ambos nos encaminamos al patio trasero, dónde comenzó a sonar la típica música de bodas. Mi progenitor me insistió en avanzar.

Creo que estaba cien por ciento roja. Todas las miradas estaban sobre mi y mi padre, espero lo observen a él que está muy galan.
Me digné a mirar al altar en medio del patio. Allí estaba él, el mayordomo más arrogante, serio y agua-fiestas de todo el mundo en un altar, con una sonrisa sincera.
No me arrepiento de haber aceptado la propuesta de Mey y de pasar las aventuras que viví junto a él y los demás, aunque algunas hayan sido algo suicidas. ¿Que algo? Muy suicidas y difícil de creer.

No sé en que momento ya estaba a un lado de Sebastian y frente a un cura, espero Sebastian no se deshaga o se queme. A no, eso eran los vampiros, ups. En fin, el hombre frente a nosotros recitó las tradicionales palabras.

Xx: Tú, ______, ¿aceptas a Sebastian como tu legítimo esposo hasta que la muerte los separe? —el ojirojo y yo nos veíamos mutuamente, agarrados de las manos.

_______: A-acepto —sonreí, apreté el agarre de mis manos y coloqué el anillo en su dedo anular, con nerviosismo.

Xx: Y tú, Sebastian, ¿aceptas a ______ como tu legítima esposa hasta que la muerte los separé?

Sebastian: Si, acepto.

Deslizó el anillo en mi dedo anular izquierdo, depositando un beso en mi mano. Me miró fijamente, mientras que a mi me agarraba una taquicardia. Los invitados soltaron silbidos y aplausos.

Xx: Por el poder que fue concebido en mí, los declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia, muchacho.

Ambos reímos, rodeé su cuello, enredando mis manos en su cabello y el llevó sus manos a mi cintura, acercándonos el uno al otro. Cerré los ojos a punto de besarlo pero sentí algo que se interpuso.
Abrí los ojos y había un libro de tamaño mediano, siendo sostenido por. mi padre.

Alicia: ¡Greg, deja a los chicos! —lo agarró de la oreja, llevándolo a rastras. Todos rieron.

Sebastian: Aún no termina esto, querida —susurró y nos besamos. Y esta vez sin libro en medio.

Alicia: Lo siento, hija. Ya conoces a tu padre —reí y asentí— ¡Felicidades, mi pequeña!

Todas las mujeres de la familia e invitadas me rodearon, al igual que los hombres a Sebas y nos felicitaron a ambos. Iba de brazos en brazos, recibiendo fuertes besos en las mejillas y felicitaciones. Y muchos más abrazos.

New Maid (Sebastián Michaelis y tu)Where stories live. Discover now