Capítulo 17

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No se cuánto tiempo había estado cosiendo pero terminé el último de los tantos vestidos y lo miré. También miré las agujas e hilos en la cama, estaban sobre una manta para no perder las agujas.
Me levanté, dejando los hilos y agujas en su respectivo lugar, luego, estiré los vestidos para ver como habían quedado

Sebastian: Veo que algo acomodaste —dijo entrando a la habitación y caminando hacia mí, me agarró de la cintura— No has comido nada en todo el día, cuando termine te traeré algo.

______: Gracias —sonreí y lo abracé. Sentí que se inclinó hacia la cama, agarrando algo. Se trataba de una aguja y me miró con un ceja en alto— Ups...

Sebastian: Tienes suerte que esté aquí. Mira si te lastimas en alguna parte de tu cuerpo —revoleó los ojos.

______: Está bien, está bien...

Sebastian: Aunque... quedaron bien —ojeó los vestidos que antes eran largos— Es más, te ayudarán a moverte mejor y quizá a no caerte —ríe.

______: ¿Qué dices? Yo nunca me caigo —exclamé ofendida.

Sebastian: De acuerdo —deja un beso en mi mejilla y se separa de mi— Ve guardando todo, ya es tarde y debes estar cansada. En un momento vuelvo —dijo saliendo de la habitación.

Doble y deje los vestidos en una silla que había en la habitación, guardé la aguja que encontró Sebastian y me puse el camisón de pijama. Mientras me miraba al espejo y me peinaba, El mayordomo entró nuevamente al dormitorio, con una bandeja, la cuál tenía una taza de té y unas galletas.

______: No te hubieras molestado —dejé el cepillo en el mueble— Además, estoy exhausta —bostecé y noté que el pelinegro hizo un puchero— Uff, nadie se puede resistir ni a tí ni a tus galletas.

Sebastian: Lo sé —dijo egocéntrico— Ahora ven.

Palmeó el lado izquierdo de la cama, fui hacia él y me senté, apoyándome en la cabecera de la cama. Colocó la bandeja en mi regazo, agarré la taza y di un sorbo.

______: ¿Y el amo? ¿Te preguntó algo? O no sé, algo de la Reina.

Sebastian: No recibió ninguna carta pero quizá en algunos días pueda llegar una —asentí y tomé una galleta, dándole una mordida.

Volví a agarrar la taza, tomando lo último que quedaba de té. Deje la bandeja con todo en la cómoda. Regresé a la cama, me tapé con las sábanas y noté la mirada de Sebastian.

______: ¿Tú no dormirás? —pregunté y el de ojos rojos quitó un mechón de pelo de mi cara.

Sebastian: No, los demonios no dormimos —dijo bastante serio y haciendo  una mueca.

______: ¿Lo intentaste? Uy, que seriedad —asintió— Inténtalo de nuevo o... me estás mintiendo —insistí y el pelinegro río.

Sebastian: Me gusta que te preocupes por mí pero en serio, debes dormir tú —acarició mi pelo.

______: No me duermo hasta que tú te duermas, aunque sea trata de hacerlo...

Sebastian: Hagamos algo. Si te duermas primero, luego lo haré yo. ¿Trato?

______: Está bien —sonreí— Me vas a terminar mintiendo pero tengo sueño y me canse de insistir.

Ambos nos acomodamos. No creo que sea capaz de cambiarse el uniforme, pero bueno...
Me aferré a su cuerpo y noté que se tensó pero no emitió queja alguna.
Sentí mis ojos cada vez más pesados hasta caer en brazos de morfeo.


[...]


New Maid (Sebastián Michaelis y tu)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant