Capitulo 12

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El amo se reuniría con la Reina en París. El viaje había durado unas cuántas horas pero logramos llegar aún con el sol en su punto más alto.
Pasamos por el hotel en el cual nos alojaríamos, para dejar las maletas. Luego, recorrimos París hasta estar a uno metros de la torre Eifel.
Mientras veía el hermoso paisaje y Ciel y Sebastian hablaban entre ellos, los tres prestamos atención en como la gente que pasaba, hablaba de un tal ángel con alas.
Seguimos a la multitud y todos estaban frente a una vitrina que tenía un mono blanco, con alas.

Ciel: Vámonos...

Mi compañero y yo nos dimos vuelta, al igual que el amo, pero de un momento a otro los gritos de las personas se hicieron presentes.
El mono había roto la vidriera, volando y rompiendo las luces, logrando que el amo se asuste.

Sebastian: Por favor, ustedes salgan y dejen que yo me encargue —volteó a verme y asentí, tendría que proteger al amo.

El amo salió corriendo a la salida, conmigo detrás suyo. Por un momento, el ojiazul miró a un punto fijo, pero salió corriendo de nuevo, esta vez a la torre Eifel.
El niño si que era rápido o yo me estaba volviendo vieja. No, a mis _____(edad) no me dejaría ganar en una carrera por un pequeño de trece años.
Vi al amo meterse en una cabina, que luego comenzó a subir. Era un elevador. Uff, este niño tenía un misil en los pies.

______: No, no, no, no —toqué el botón repetidas veces, que era para llamar de vuelta a esa cosa, pero seguía subiendo— Mierda, Sebastian me matará —susurré.

Mi vista se fijó en el suelo, había por alguna extraña razón, una espada. La tomé con una mano, no era tan pesada. Quién sabe por que el amo subió o el por qué había una espada en la torre Eifel.
El elevador estaba bajando. Cuando llegó a donde estaba, entré a él y marqué el último piso, la punta de la torre.
Salí de la cabina, atando la espada en mi cintura, siendo tapada por el abrigo que llevaba. El amo estaba junto a la Reina. Lo que alcancé a oír era la palabra purificar. Me acerqué hasta estar al lado del amo, luego, oímos una risa.
Ash estaba del otro lado, quedando Ciel y yo en medio. Me percaté que a la Reina se le voló el velo, dejando ver su rostro joven. Muy joven.

Ash: La muerte de su amado esposo le puso fin a la felicidad de Su Majestad, esa muerte la dejó tan apenada que intentó acabar con su propia vida —el peliblanco se acercó a la Reina— Yo uní su cuerpo con el de su esposo.

Quería soltar un insulto pero seguro que la Reina rejuvenecida me mandaría a cortar la cabeza como la Reina Roja a Alicia.
Según Ash, esa unión entre la Reina y su esposo, guiarán a Inglaterra por el camino de no sé que, y yo que después me quejo de Sebastian y el como se esmera con las cosas y como las presenta.
Toqué mi sien ya harta de tanta palabrería del peliblanco.

Ash: Realmente merece ser la ama de un ángel...

Ciel: ¿Ángel? No me digas que eres...

Reina: Ash, por lo menos haz que Ciel conozca el filo de tu espada —el amo se tensó— La espada de Ash es hermosa, avanza como la luz del nuevo siglo.

Ash: Blandiré mi espada contra su hermosa sabiduría y castigaré a su bestia inferior —descenvainó su espada— Lo guiaré hasta que descienda en el pozo. Que el cielo lo reciba, Ciel Phantomhive.

______: Eh, eh, al niño no lo metas —me quité el abrigo que llevaba, desatando la espada que estaba en mi cintura— Por favor que haber visto a Sebastian practicando esgrima con el amo haya valido la pena —dije mentalmente.

El mayordomo de la Reina se acercó, dispuesto a atacar, pero antes puse mi pie en su camino logrando que cayera. Si que estaba bastante concentrado en atacar. De pronto, sentí que me cargaban.

New Maid (Sebastián Michaelis y tu)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ