Capítulo 4

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Grell: Sebas-chan, si que tienes agallas. No pensé que sacrificarías un brazo para salvar a ese niño... Te está haciendo muy mal, Madam —se dirige a la pelirroja— ¡Mata a ese mocoso de una vez!

La mujer de rojo seguía inmóvil, llorando y susurrando palabras inaudibles.

Madam: Después de todo, no puedo. No puedo matarlo. —me acerco a ella, como pude y pongo mi mano sobre su hombro. Ella se relaja. El mayordomo de rojo le recrimina todos los asesinatos que había cometido.

Ciel: Madam...

Madam: Pero ¡Este niño es mi... —Grell guía su motosierra hacia su abdomen. Abro los ojos de par en par y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

Grell: ¡Estoy muy decepcionada, Madam Red! ¡No me interesas si eres igual a las demás mujeres!

El cuerpo de la tía del Conde cae al suelo, saliendo de este unas tiras extrañas. Parecían rollos de fotografías. Según el shinigami, eran los recuerdos de la persona que murió. Al terminar de "recolectar" según él, los recuerdos, agarra el abrigo rojo de Madam y se lo coloca, para luego caminar hacia el otro lado.
Me quito mi abrigo y lo pongo encima del cuerpo de la pariente recién asesinada del amo, él cierra los ojos de su tía. Su mirada seguía igual, sin expresar nada.

Ciel: ¿Qué haces, Sebastian? Te dije que acabaras con Jack el destripador, no lo acabaste todavía. Mata rápido al que queda.

Sebastian: Claro...

Grell: Iba a ser bueno y dejarlos escapar, pero si insiste ¡Los enviaré al cielo!

Ambos mayordomos desataron una pelea que luego se continuó en los tejados de las casas. Parecían gatos peleando en el techo. Ciel mira el cuerpo de su tía y luego a mi.

Ciel: Supongo que tienes un montón de preguntas ¿No es así? Además de estar desangrándote...

______: Así es. Dice ser esa cosa un shinigami... no creí que fueran reales, he leído de ellos en libros pero nunca imaginé ver uno. Además ha llamado a Sebastian demonio, ¿puede creerlo? Eso es difícil de... —dije rompiendo una parte de mi vestido, para atarlo y hacer presión en mi herida.

Ciel: Aunque no lo creas, es cierto... —lo miro confundida— Dijiste que no creías que los shinigamis eran reales y viste uno, ¿por qué no creer que los demonios si existen? Está pegado a mí por haber hecho un contrato con él...

______: Me pagará usted la terapia, amo —suelta una risa diminuta— ¿Qué tipo de... —oímos un grito, el shinigami estaba por caer sobre nosotros siendo empujado por Sebastian, a quién le faltaba su frac.

Sebastian: Acepten mis disculpas, calculé mal la distancia.

Ciel: Te vez horrible —mira a su sirviente y luego a mí, dándome un codazo y poso mi mirada en el pelirrojo, quién estaba todo golpeado.

Sebastian: El shinigami me dio problemas —Grell balbucea y Michaelis agarra su sierra— Vaya, al parecer no es tan simple matar a un shinigami.

______: ¿En serio lo hará? —pregunto al amo y este asiente, el mayordomo acerca la sierra a su contrincante.

Grell: ¡¿No quieres saber quién mató a tus padres?! —se dirige a Ciel.

La sierra fue detenida por una vara de hierro que se interpuso entre ella y Grell.
Arriba de uno de los tejados había un hombre, presentándose como William T. Spears. Quien baja, pisándole la cara a Grell. Se inclina ante Sebastian, e intercambia palabras con el mayordomo para tomar al pelirojo de los pelos e irse.
El ojirojo lanza la guadaña, que fue atrapada por los dedos de William. Tendré que ir al manicomio por todo lo que vi hoy o tal vez me toman por bruja y me quemen.

New Maid (Sebastián Michaelis y tu)Where stories live. Discover now