━ 𝗦𝗘𝗥𝗘𝗡𝗗𝗜𝗣𝗜𝗧𝗬 ɢ.ʀ.

𝘄𝗶𝗹𝗱𝗳𝗶𝗿𝗲

 
  

 
  

     A pesar de estar cansada Hana no podía conciliar el sueño. La imagen de Jim sentado en aquel árbol regresaba a su mente una y otra vez, sabía que eso era lo que él quería, pero no podía evitar pensar en aquello. Solo escuchaba a Glenn dándole instrucciones a Dale y los silenciosos sollozos de Jacqui mientras Andrea trataba de calmarla.

Comenzaba a oscurecer, incluso comenzaba a hacer algo de frío. Todos temían por lo que encontrarían cuando llegaran a la CDC, porque nada les aseguraba que encontrarían algo y en ese momento era la única opción que tenían.

—Llegamos.— Exclamó Glenn, alarmando a todos dentro de la RV. Hana se acercó a la ventana, observando el enorme edificio que había enfrente suyo. Pronto la RV se detuvo y todos comenzaron a salir de los autos.

—Hana...— Murmuró Hanbin, temeroso corriendo hasta su hermana mayor y alejándose de Lori. Hana agarró su brazo fuertemente mientras todos se reunían.

—Bien, todos juntos. Mantenganse en silencio.— Ordenó Shane. Ambos oficiales iban hasta adelante, seguidos de ellos se encontraban Lori y Carol con sus hijos y los dos hermanos.
Ambos, Hana y Hanbin,  seguían a el resto, trataban de mantenerse cerca de todos mientras cubrían su nariz por el fetido olor de los cadáveres que ya parecían parte del pavimento.

—Vamos, no hagan ruido.— Agregó esta vez Rick.

—Mantente cerca, Binnie.— Masculló Hana, sin soltar la mano más pequeña y aferrándose a ella.

Después de varios segundos caminando llegaron hasta el portón blanco. T-Dog intentó abrirlo, pero no recibieron ninguna respuesta.

—¿Nada?— Preguntó Shane, aún apuntando con su arma en todas direcciones. Y cómo todos temieron, T-Dog negó.

—No hay nadie aquí.— Se escuchó decir a alguien.

—¿Entonces porque estás puertas están cerradas?— Preguntó Rick, aferrándose a la idea de que probablemente iba a haber alguien. Probablemente sintiéndose culpable de haber llevado a todos, incluida su familia, a un cementerio.

—¡Caminantes!—

Todos voltearon ante la señal de Daryl. No tenían a dónde ir, no tenían nada que hacer y para el colmo ahora los muertos los acechaban.

Lori colocó su mano en el hombro de Hana, haciéndola retrodecer. Solo se escuchaban los sollozos de Sophia y podía ver como los que tenían armas se colocaban enfrente suyo para protegerlos.

—Hana...— Llamó Hanbin, con su voz llena de temor.

—Está bien, Hanbin. Está bien...—

—¡Nos trajiste a un cementerio!— Acusó Daryl, mientras con su ballesta disparaba a los cuerpos que más cerca de ellos lograban llegar.

—Él tomó una decisión.— Defendió Shane.