La noticia

2 0 0
                                    

Sirlene, cinco meses antes de los acontecimientos inherentes a la aparición de su padre, partió hacia la capital británica a perfeccionar, por un año, su inglés. Aprovechó una beca oficial, como se lo pidió y aconsejó su padre desde mediados de la carrera. En Londres ella complementaba sus ingresos para manutención arreglándoles las uñas a algunas de las integrantes de la comunidad subcontinental.

Una noche, después de atender a una de sus clientas, y desde el computador de aquella, Sirlene ingresó a la página de uno de los principales diarios de Caliventura. Ahí vio la noticia del rescate de su padre, hacía ya casi veinte días. Soledad Daniela y sus hijos dieron por desaparecido, y casi olvidado, a su esposo y padre desde cuando la policía no supo darles la más mínima información de él, dieciocho meses después de su partida incierta. La joven se comunicó con su casa en la capital del país y les participó la noticia.

Ni Soledad Daniela; ocupada ahora con la atención de los dos negocios, el suyo y el de su hija menor que se había ido para el exterior; ni su hija mayor, también dedicada a los obligados viajes internacionales que la empresa le programaba de forma permanente; ni mucho menos Danilo, pendiente de sus tareas académicas; pudieron desplazarse en ese momento al sur del país para ponerse al frente de la situación. Además: «La economía familiar no está en su momento más boyante como para gastar en pasajes, hoteles... y quién sabe en qué otros tantos rubros más», dijo Adriana, la hija mayor. Era verdad, debido al exorbitante nivel de gastos del núcleo familiar. El arriendo de la casa en el barrio Sexta Camacho, para donde se fueron tras vender la del sur, ascendía a tres millones de pesos mensuales. Además de ese gasto, también estaban los de la manutención de los tres, el mantenimiento de los dos carros y el pago de los servicios que, sumados, no bajaban de cuatro millones mensuales, por lo que lo producido por los dos locales era insuficiente. Como si fuera poco, Adriana conservaba su concepción de independencia económica; es decir, lo que ella ganaba lo invertía, en exclusiva, para sus asuntos; pero, eso sí, alimentación, vivienda, gasolina y mantenimiento para su carro y bienestar corrían por cuenta materna. Danilo cursaba la carrera, por lo que no trabajaba y seguía dependiendo, por completo, de la generación de ingresos maternos.

Los setenta millones de pesos que recibieron por la venta-regalo de la casa; treintaicinco millones de pesos por debajo del avalúo catastral y cincuenta millones inferior al comercial; fueron usados, una buena parte, para los dos viajes al Caribe, cada uno de diez días, con todos los gastos pagos para los cuatro integrantes de la familia, incluidos los respectivos novios de las jóvenes. Paseos realizados los dos últimos eneros. Otra buena parte de aquel patrimonio fue usado para la compra de los dos carros; el saldo lo destinaron para apoyar el pago de los arriendos de la casa en Sexta Camacho, los servicios y la administración durante el último año.

Una semana después de la noticia de la aparición, Soledad Daniela recordó que en Caliventura vivía Arnoldo, un tío materno de Nosly, por lo que contactaron a uno de sus familiares en la capital, obtuvieron su número telefónico y esa misma tarde lo llamaron para pedirle el favor de averiguar, y de ser posible, de atender el asunto de su sobrino. Arnoldo se ofreció para ir el siguiente domingo hasta Puebloyán y hacer lo que estuviera a su alcance, así como mantenerlos informados mientras podían viajar.

Nosly estaba solo cuando Arnoldo entró a la habitación, en el hospital, el siguiente domingo, a la una de la tarde, veintiocho días después de haber sido herido. Arinhayeth iba los domingos después de la una de la tarde, una vez asistía a misa con su madre en Timbianí. El convaleciente sintió la presencia del visitante y de inmediato leyó su pensamiento. Esta otra práctica les había servido, a Nosly y a su amada, para sacar verdades escondidas de la mente de las personas que por esos días lo visitaron con diferentes y mezquinos intereses, casi todos. Este nuevo visitante era el tío Arnoldo, medio hermano de su mamá, y quien fue encargado por Soledad Daniela para que averiguara sobre la noticia que su hija en Londres vio en la Internet.

Con derrotero inciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora