Capítulo 31

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Carlos

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Carlos

Dos años antes

Sabía que ir a esa maldita cena era un error, que seguramente no se podía sacar nada bueno de eso. Y no me equivoqué.

Sentado en el taburete de esa discoteca con una botella de tequila en mano todavía no lograba olvidar lo que había pasado esa tarde. Si tan solo hubiera podido desconectar un rato de la realidad, de esas verdades horribles que parecían querer ahogarme. Pero mientras más lo intentaba, la discusión con mi hermano y Raquel en la cocina se asentaba con más claridad en mi mente.

3 horas antes

—¿Qué quieres, Sebastian? —pregunté sin poder creer que me había seguido solo para seguir fastidiándome la paciencia—. Cada vez logras que te odie aún más de lo que ya hago.

—Si entendieras que...

—¿Que solo quieres lo mejor para mí? —solté una risa carente de humor—. Lo mejor sería que desaparecieras de una vez por todas.

—¡Carlos!

Me volví hacia la puerta donde encontré a Raquel con una mueca de decepción.

—Cuidado con lo que deseas —me regañó.

—No te metas, Raquel —dije y Sebastian hizo un gesto apoyándome.

—¡No! —cerró la puerta y puso una mano en su pecho—. ¡Estoy harta de esto, maldita sea! Dejen de pelear como si fueran los peores enemigos.

Sebastian se adelantó y tomó su brazo para sacarla de la cocina y ella se soltó bruscamente con una maniobra, señalándole con el dedo índice.

—¡Ya basta de celos, Sebastian! Esto es ridículo.

Ella pasó una mano por su cara y Sebastian se quedó quieto en silencio absoluto. Me tomó unos segundos saber lo que pasaba y unir los puntos.

—Espera —respiré profundamente para decir la tontería que estaba por decir—, ¿estás celoso de mí?

Ninguno de los respondió y solo bajaron la cabeza.

Rayos. Eso era algo que jamás me hubiese imaginado. Mi hermano mayor estaba celoso de mí. Sabía que él estaba enojado conmigo por algo simple, pero nunca esperé que fuera algo tan estúpido y sin sentido.

—No puedo creer que esto sea serio —reaccioné—. ¿Todos estos años hemos estado peleando por celos estúpidos?

—No es solo eso —respondió mi hermano—. Lo de Sally y los problemas lo decía enserio. Ya no eres un crío.

—Sí —resoplé—. No soy el único niño inmaduro aquí.

Raquel suspiró.

—Cierto —se volvió hacia Sebastian con una mirada severa—. Tienes que decirle todo. Ya basta de ocultarle cosas. Sabes que no hará más que empeorar porque lo mismo pasó conmigo.

Somos tú y yo | 2 |Where stories live. Discover now