Capítulo 29

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Emmelie

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Emmelie

Presente

Nunca me había gustado mi cumpleaños. Me parecía que no era original cumplir años un día después de Navidad y siempre me fascinó la Navidad más que la idea de mi cumpleaños.

Izzi estaba conmigo, había viajado a Nueva York y luego ambas tomaríamos un vuelo a Phoenix, donde mis padres estaban viviendo actualmente, y pasar con ellos las fiestas, pero los aeropuertos se cerraron justo el día que íbamos a viajar debido a las tormentas de nieve. Así que a Izzi y a mí nos tocó pasar la Navidad juntas en mi apartamento con Ivy y Camille.

Había renunciado a la idea de mudarme de apartamento cuando Camille me aclaró que Ivy no me odiaba, solo necesitaba tiempo para superar su enamoramiento con Carlos y que yo le recordaba mucho a él.

—¿Galletas de jengibre? —preguntó Camille con una sonrisa, mientras me ofrecía una bandeja llena de galletas recién horneadas.

—Gracias —tomé unas cuántas en mis manos para saborearlas y mi amiga me lanzó un manotazo.

—¡No tantas! —exclamó—. Todas queremos comer.

Terminé de masticar antes de hablar.

—Ah, no exageres. Izzi las hará durante toda la noche si es necesario —le quité importancia mientras me acomodaba mejor en el sofá y buscaba unas cuantas pelis muy navideñas.

—¡Te escucho! —gritó mi hermana desde la cocina—. Ven a hacerlas tú misma si tanto las quieres.

—¡Te tengo a ti para que las hagas por mí! —grité de vuelta y sonreí angelicalmente cuando su ceño fruncido apareció en el umbral de la puerta de la cocina—. Anda, Izzi. No frunzas el ceño, hoy es un día para estar feliz.

Ella rodó los ojos y volvió a la cocina mientras Camille se sentaba a mi lado y se atragantaba con las deliciosas galletas de mi hermana.

—¡Eh! Pensaba que eran para todas, no solo para ti —protesté mientras intentaba quitarle la bandeja con las galletas a Camille y ella las alejaba de mí.

—Tú ya tomaste suficientes, estas son mías —replicó riéndose y se levantó del sofá conmigo detrás.

—Pero no es justo —seguí insistiendo—. Tú tienes más de las que yo comí... Diría que cientos.

—Pues eso es lo que hay... —se encogió de hombros y abrió la puerta cuando alguien la tocó.

Ivy entró por allí, sacudiéndose la ropa llena de nieve y con algunas compras en las manos.

Camille dejó las galletas olvidadas y ayudó a su hermana a cargar las bolsas en la sala de estar.

—Allí afuera hace un frío que te mueres —dijo Ivy, desempacando varias botellas de alcohol, cajas de chocolate, dulces y café—. Pensé que sería bueno atiborrarnos de dulces y alcohol, al menos por estos días.

Somos tú y yo | 2 |Where stories live. Discover now